En los desarrollos residenciales del poniente de la Ciudad de México, las preferencias de los compradores han dado un giro significativo. Las amenidades más valoradas ya no son las asociadas al lujo o al entretenimiento ocasional, sino aquellas que permiten convivir y trabajar sin salir de casa.
Confirman los registros de ocupación la tendencia: los espacios con asador llegan a alcanzar hasta 100% de uso semanal en desarrollos como Agwa Bosques, mientras que los business rooms registran ocupaciones por encima del 50 por ciento. En contraste, las amenidades destinadas únicamente al ocio o la relajación apenas superan el 20% de uso.
“La vivienda ya no se limita al espacio privado; hoy los residentes buscan entornos que resuelvan su cotidianidad y fortalezcan el sentido de comunidad. Un asador, una sala de juntas o una cafetería tienen más valor real que una amenidad que solo se visita ocasionalmente”, explicó Gabriela Serrano, Project Manager de Up Santa Fe y Agwa Bosques.
Amenidades funcionales: una nueva forma de habitar
Y en proyectos como Up Santa Fe, las áreas con asador mantienen una ocupación promedio superior al 60% y no bajan del 30% ni siquiera en las semanas de menor actividad. Este uso constante refleja que los residentes ya integraron estas áreas como parte de su vida cotidiana.
Impacto en la plusvalía y en el diseño inmobiliario
Para los especialistas, esta evolución está modificando la manera en que se valora la vivienda en la capital. Los compradores ya no consideran las amenidades como un lujo extra, sino como una extensión funcional del hogar.
“Los compradores ya no ven estas áreas como lujos, sino como extensiones naturales de su vivienda. Eso está impactando en la percepción de valor de un proyecto y en su potencial de plusvalía. Un desarrollo que carezca de estos espacios tendrá desventaja competitiva en preventa y en reventa, pero ahora se prioriza la funcionalidad sobre aquellas amenidades que no aportan valor tangible en la vida diaria”, añadió Serrano.
Por último, en palabras de Del Parque, el lujo inmobiliario ya no se mide por lo que está dentro de las paredes, sino por la posibilidad de vivir, trabajar y disfrutar el entorno sin salir de casa.