Después de la débil recuperación que presentó durante el 2021 esta inversión, con un repunte de 5.6% luego der haber caído -17.4% en 2020, en enero de 2022 tiene un inicio esperanzador.
Este buen desempeño fue encabezado por la inversión no residencial (infraestructura) que en el mes inicial del año en cifras mensuales repuntó un 14% respecto a diciembre, mientras que en cifras anuales (originales) avanzó un 24.7% respecto a enero del año previo. El crecimiento mensual fue el más alto desde que inició la medición del indicador en 1993 y ya logró recuperar su nivel previo a la pandemia.
En contraste, la inversión residencial se contrajo un -2.7% mensual y un -4.8% en términos anuales, para ubicarse un 10.70% por debajo de su nivel prepandemia.
De acuerdo con un análisis de Banco Base, “el máximo histórico de inversión en construcción se registró en julio del 2008 y se mantuvo relativamente estancada por casi una década, hasta que a mediados del 2018 comenzó a mostrar una tendencia a la baja”.
En Banorte opinan que “similar a periodos previos, la fortaleza se concentró en el rubro no residencial (14.0%), en nuestra opinión impulsado por la aceleración en proyectos de infraestructura del gobierno federal, en particular el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles –considerando su apertura a finales de marzo–. Mientras tanto, el residencial resultó en -2.7%, probablemente aún asociada con el fuerte aumento de costos en el sector”.
Sobre las expectativas de la inversión para el sector construcción, “pensamos que el panorama es más complejo. En particular, los costos para la construcción han mantenido una tendencia al alza, lo cual aunado a aumentos en los costos de financiamiento –por el ciclo restrictivo de Banxico– representan riesgos adicionales”, afirmaron los analistas de Banorte.