En los últimos años, barrios tradicionales como Roma, Condesa o Juárez en la Ciudad de México han cambiado de rostro. Nuevas cafeterías, coworkings, galerías y turistas extranjeros son ahora parte del paisaje. ¿Es esto gentrificación? Sí, pero más allá del término, el fenómeno merece una mirada más amplia y menos prejuiciada.
Más que un fenómeno local
Aunque se ha vuelto especialmente visible en la capital mexicana, la gentrificación no es exclusiva de ella. González afirma: “La Gentrificación se replica en muchas ciudades del mundo, por ejemplo, Madrid y Nueva York […] barrios que antes eran poco valorados, se convierten en polos de atracción económica y cultural gracias a una reconfiguración de su identidad”.
Esto se refleja en los datos: Entre 2020 y 2023, colonias como Roma-Condesa y Juárez reportaron un crecimiento del 60% en ingresos por rentas temporales, de acuerdo con cifras de AirDNA e INEGI. También se estima que la plusvalía en la zona aumentó 33.9% entre 2019 y 2024.
Impactos visibles… y medibles
Uno de los efectos más notorios es el dinamismo económico que despiertan estos cambios. En la Condesa, por ejemplo, se generan alrededor de 3,700 millones de pesos anuales por actividad comercial. Además, entre 2010 y 2024, el número de negocios en esa colonia creció de 277 a 374.
El papel clave de la valuación
Para entender lo que realmente ocurre en estas zonas, la valuación inmobiliaria es fundamental. No solo permite calcular el valor físico de los inmuebles, sino también analizar factores sociales, culturales y ambientales.
La experta propone integrar herramientas como:
- Valuación con enfoque social y cultural, que considera el impacto de los proyectos en comunidades con fuerte arraigo o valor patrimonial.
- Análisis de plusvalía y tendencias urbanas, que permite anticipar transformaciones.
- Avalúos comerciales con enfoque contextual, que valoran también la accesibilidad, perfil demográfico y potencial económico del entorno.
¿Cómo hacerlo bien?
Para González, lo esencial es que este proceso se gestione con ética y visión a largo plazo. “Lo importante es hacerlo de forma ética, planificada y con conciencia del entorno”. En otras palabras, la gentrificación no tiene por qué ser sinónimo de exclusión, si se aborda con datos, sensibilidad social y buena planificación.