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Un 45% del territorio mexicano está expuesto a inundaciones, afectando significativamente a familias y empresas.

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Los inmuebles más afectados por riesgos hidrometeorológicos son los edificios que no son oficinas (23.6%), oficinas (20.6%), viviendas (13.9%), fábricas o naves industriales (17.4%), y hoteles (13.2%), según datos de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).

 

Por lo que destaca la importancia de una cultura del seguro para proteger a las familias y empresas en momentos de crisis y contribuir al desarrollo económico al fomentar la estabilidad y tranquilidad social.

 

“El acceso a seguros no solo protege a las familias y empresas en momentos de crisis; también contribuye al desarrollo económico al fomentar la estabilidad y la tranquilidad social”, dijo Norma Alicia Rosas, directora general de la AMIS.

Recordó que tras el paso del huracán OTIS, en Acapulco, Guerrero, el sector asegurador ha pagado poco más de 18 mil 600 millones de pesos, entre anticipos e indemnizaciones.

Los más beneficiados por tener un seguro han sido los del segmento hotelero, seguido por el de vivienda, las pequeñas y medianas empresas, restaurantes, embarcaciones, infraestructura y autos.

Por lo que recomendó que, con esta temporada de huracanes, del 15 de mayo al 30 de noviembre de este año, hay que estar protegidos por riesgos hidrometeorológicos por inundaciones, granizadas y daños por lluvias, no solo por ciclones.

 

Según la AMIS, México es un país altamente vulnerable a fenómenos naturales, como los huracanes que podrían impactar directamente en 17 estados costeros, pero en el caso de las inundaciones 45% del territorio nacional está expuesto. 

 

Algunos casos han sido el huracán Otis, que azotó México en 2023, fue el segundo evento meteorológico más costoso para el sector asegurador en la historia del país, solo por debajo de Wilma (2005).

Otis generó daños por un valor de 38 mil 451 millones de pesos, afectando principalmente viviendas, negocios e infraestructura.

 

“Las consecuencias, como lo demostró Otis, pueden ser devastadoras, causando daños a viviendas, negocios, infraestructura y, en casos extremos, pérdidas de vidas humanas. Los costos de reparación o reconstrucción tras un desastre natural pueden ser muy elevados y generar una gran carga económica para las familias y empresas afectadas”, dijo la directora general de la AMIS.