La Ciudad de México y su zona metropolitana atraviesan una de las peores crisis de accesibilidad de vivienda de los últimos años. Los datos recientes muestran un crecimiento desmedido en los precios, salarios rezagados, miles de viviendas desocupadas y un desplazamiento continuo de familias hacia la periferia. Todo esto ha configurado un escenario donde vivir cerca de los centros de empleo ya no es una opción para la mayoría.
“El precio de la vivienda ha aumentado 9 veces más rápido que el salario promedio en la CDMX. Esto no es solo una crisis; es una condena para las nuevas generaciones que buscan echar raíces en su propia ciudad. La vivienda dejó de ser un derecho para convertirse en un bien de lujo inalcanzable”, alerta Carlos Valladares, vocero de la iniciativa REVIVE, quien atribuye esta situación a la creciente escasez de oferta habitacional y a las restricciones para edificar nuevos proyectos.
Precios desbordados, salarios estancados
El encarecimiento de la vivienda no solo dificulta la compra; también limita el acceso a la renta. A pesar del aumento de valores, la producción de vivienda nueva sigue siendo insuficiente. Entre la CDMX y la ZMVM existe un rezago mayor a 80 mil unidades habitacionales al año, mientras que apenas se construyen menos de 20 mil.
Miles de viviendas desocupadas en medio de la crisis
Paradójicamente, y a pesar de la demanda, más de 200 mil viviendas están deshabitadas en la capital y 71,780 unidades se utilizan solo de manera temporal. Este fenómeno se agrava con la expansión de plataformas de hospedaje turístico: alrededor de 27 mil unidades operan en servicios como Airbnb, muchas de ellas departamentos completos.
“Tenemos más de 200,000 viviendas deshabitadas y casi 27,000 unidades en plataformas como Airbnb (…) A pesar de que vivimos un rezago habitacional que supera las 80 mil unidades anuales y se producen menos de 20 mil, estas unidades vacías podrían amortizar momentáneamente la necesidad actual”, señala Valladares, quien considera fundamental reincorporar este inventario al mercado de renta tradicional para contener los costos actuales.
El desplazamiento: la consecuencia más visible
Sin alternativas dentro de la ciudad, la población migra cada año hacia municipios cada vez más alejados. El INEGI reporta que más de 100,000 personas salen anualmente de la CDMX, empujadas por la falta de opciones accesibles.
Más grave aún: 20% de estos nuevos asentamientos se ubican en zonas irregulares dentro del suelo de conservación, con un crecimiento acumulado del 60% desde el año 2000.
Desigualdad marcada en el territorio
Los mapas de infraestructura muestran una capital dividida:
- Centro y poniente: alta calidad de vida, buena infraestructura, servicios completos.
- Periferia oriente y norte: menor infraestructura, servicios restringidos, urbanización dispersa.
A pesar de esta disparidad, todavía existe espacio disponible para desarrollar vivienda dentro de la ciudad, pero los desarrolladores enfrentan trámites complejos, incertidumbre jurídica y limitaciones normativas que frenan nuevos proyectos.
¿Qué tendría que cambiar?
“Es necesario implementar políticas públicas que equilibren el mercado, tengamos más producción de vivienda que amortice los costos, mejorar la complicada tramitología para desarrolladores, eliminar la falta de certeza judicial y que a la vez se incentive la inversión, y, sobre todo, garantizar la asequibilidad de la vivienda para los capitalinos mitigando el déficit actual”, afirma Valladares.
Una ciudad cada vez más inaccesible
La crisis de accesibilidad en la CDMX deja al descubierto un modelo habitacional que ya no responde a la realidad económica de sus habitantes. El aumento acelerado de precios, la falta de oferta nueva, un enorme inventario vacío y la expulsión de miles de familias cada año están transformando no solo el mercado inmobiliario, sino la estructura social de toda la región.
El reto es enorme: recuperar la vivienda como un derecho y no como un lujo, y garantizar que quienes hacen vida en la ciudad puedan seguir teniéndola como hogar.


