Los fundamentales del sector inmobiliario son sólidos, pero ello no evitará una desaceleración que era predecible y completamente ajena a factores externos.
El efecto Donald Trump es adicional a lo que ya mostraba el sector. Ya veíamos para este año una desaceleración, a diferencia de años anteriores cuando a pesar de no tener condiciones del todo favorables, el sector inmobiliario se comportó positivamente.
En el corto plazo se va a sufrir un poco por el contexto macroeconómico que estamos viviendo, donde además las elecciones siempre generan algo de incertidumbre. Sin embargo, en una visión de mediano y largo plazo, vemos el sector con optimismo.
Al interior del mercado inmobiliario, el panorama se ve más complicado para el segmento de oficinas. Hay ciclos donde la oferta comienza a crecer en forma más acelerada que la demanda; después hay cierta sobre oferta que tiene que ir absorbiendo poco a poco el mercado. Éste mercado ya estaba en este momento y sumado al complejo entorno que vivimos, hace que veamos con más cautela.
En lo que se refiere a los mercados residencial y comercial, sufrirán temporalmente pero probablemente a partir del segundo semestre del año en curso, si no hay sorpresas, tendrán un mejor comportamiento. Este año se ve con ciertas complicaciones para estos segmentos, porque hay incertidumbre y temor de tomar decisiones por el tipo de cambio, la inflación y el efecto Trump, pero se va a regularizar poco a poco; la incertidumbre se va a ir diluyendo conforme pase el tiempo.
Las oportunidades son para los inversionistas
Hoy, las oportunidades en el mercado inmobiliario están del lado de la inversión. En años como éste empiezan a pesar factores como la solidez financiera, el respaldo que tiene el desarrollador, su trade record, y la capacidad de decisión. Y es aquí dónde pudieran sacar ventaja las empresas que están mejor preparadas.
La inversión llega cuando hay grupos que no están preparados para enfrentar situaciones como ésta, en dónde las ventajas competitivas salen a relucir y no necesariamente se notan cuando estamos en un ciclo muy favorable para el sector.
A diferencia de la crisis de 2008-2009, las desarrolladoras están más sólidas, quizá veamos algunas en problemas pero no será como en ocasiones anteriores, cuando veías muchos proyectos en problemas porque estaban muy endeudados y no tenían cómo responder. Y aunque siempre habrá empresas mucho más arriesgadas que otras en sus proyectos, también los bancos han sido muy cautelosos en el otorgamiento de crédito y eso ayuda a acotar el riesgo que pueden asumir.
En particular, nosotros seguimos invirtiendo en proyectos que están diseñados para pasar por etapas como la que estamos viviendo hoy. Son proyectos que en algunos casos superan los 10 años de vida; entonces el entorno actual no nos cambia absolutamente nada.
Evidentemente si hubiera que desacelerar, eso haría que el lanzamiento de las nuevas etapas de los desarrollos se retrasaran, porque se tendría un inventario mayor del que mi plan tenía reflejado; pero no vemos una decisión de cambio de dirección, de señal, de decir “vamos a invertir menos porque vemos un mercado incierto”.
Nuestros proyectos siguen adelante, tenemos varios lanzamientos de nuevas etapas proyectadas para este año. También tenemos previsto que se concreten algunos proyectos que estaremos evaluando en función de cómo vemos que se comporte el mercado, o que aparezcan oportunidades.
A los compradores del mercado residencial les recomendaría cautela, que evalúen su riesgo en relación al beneficio que esperan obtener, y que tengan mucho cuidado, sobre todo si es preventa, valorar bien a quién le compran, así como su capacidad de entregar a tiempo con las especificaciones acordadas. Hay buen producto en México, hay buenas empresas desarrolladoras, pero hay que seleccionarlas adecuadamente.
Motor vital de la economía
El sector inmobiliario es uno de los motores de la economía mexicana más importantes, y hay que tratar de mantenerlo así. Hay empresas muy serias con capital disponible para invertir pero muchas veces los cuellos de botella están en los procesos de gestión. En ese sentido, hace falta entendimiento de algunas autoridades sobre cuál es el impacto que puede tener cada uno de los nuevos proyectos como medio para renovar la infraestructura.
También es un motor de inversión que hay que cuidar, valorar, promover e incentivar. Eso siempre es importante pero lo es más en un momento en donde México requiere de mantener y acelerar los motores de la economía.
Texto:Guillermo Buitano
Foto: ABILIA