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Actualmente, la CDMX padece una barrera de movilidad urbana sin precedentes. Las vías primarias, como Periférico, el Segundo Piso, Viaducto Tlalpan, Paseo de la Reforma y el Circuito Interior, implican un cada vez más elevado costo en tiempo de hora-hombre, gasolina y casetas.

Las ciudades de Guadalajara, Aguascalientes y el Valle de México encabezan el Índice de Ciudades Sostenibles 2018, por el avance que observan hacia el cumplimiento de las metas incluidas en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que integran la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Durante los últimos 35 años, mientras que la población de Monterrey creció en 260%, la superficie lo hizo en 900%, por lo que atender a una ciudad tan extendida se ha vuelto incosteable por diversos  factores: transporte, seguridad y limpieza, entre otros.

Precisamente al imaginar la transformación de la ciudades, debemos considerar un fenómeno que es una consecuencia natural de la modernización y crecimiento de toda urbe: la revitalización urbana.

Antes de la ciudad estuvieron el caserío, el santuario y la aldea; antes de la aldea, el campamento, el escondrijo, la caverna y el montículo; y antes de todo esto ya existía la tendencia a la vida social que el hombre comparte, evidentemente, con muchas otras especies animales. En este último aspecto, el ser humano desarrolló factores de sociabilidad y congregación diferente a los animales que determinaron el nacimiento de la ciudad.