Para resolver el déficit de vivienda en México, se requiere de la edificación de 800 mil unidades nuevas, aumentar la inversión en construcción con un equivalente de 1% del PIB anual y enfrentar el fenómeno de la vivienda informal.
Así lo revelan los resultados de una investigación reciente del Laboratorio de Economía Urbana del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que identifica y cuantifica los principales desafíos de vivienda que enfrenta Latinoamérica, usando como casos específicos a México y Colombia.
La parte 1 del informe ‘Enfrentar el desafío de la vivienda en América Latina’ indica que en México existe un déficit de 2.2 millones de unidades habitacionales, debido a factores comunes en la región, como el crecimiento económico lento, alta desigualdad de ingresos y un acceso insuficiente al crédito hipotecario.
Aunque destaca que el país es uno de los países de la región que lograron controlar la inflación, y con ello los mercados financieros hipotecarios y los nuevos vehículos de inversión en alquiler multifamiliar, los cuales están ganando terreno.
El país también cuenta con una alta sofisticación en la industria de construcción formal, y con un creciente capital humano, destaca la investigación que se realizó con el apoyo de La Haus. Las expectativas de calidad de la vivienda de una clase media emergente y joven están creciendo conmensuradamente.
Sin embargo, la vivienda sigue siendo cara, especialmente en las grandes áreas metropolitanas con mejores empleos, calidad de vida y oportunidades de promoción social, lo que provoca dificultades para que los jóvenes se independicen.
También se comparó la demanda futura de vivienda con sus correspondientes requisitos de suelo. En México, se requiere una inversión adicional en construcción de 1% del PIB anual, o sea, pasar de un monto en hogares principales del 2.8 al 3.7% durante los próximos 20 años, para producir viviendas en los niveles cuantitativos actuales, pero en condiciones formales.
“El sector formal de construcción de vivienda debería expandirse en un 30% en México, a costa de reducir la autoconstrucción. Es un número grande, pero no imposible”, indicó Albert Saiz, profesor asociado en los programas de planeación urbana y bienes raíces en el MIT.
A esta inversión, se suma el reto de la tierra: las densidades promedio nacionales actuales (0.5 Coeficiente de Ocupación de Suelo-COS) necesitarían más de 120 mil hectáreas netas de tierra parcelada en los próximos 20 años en solo ocho de las ciudades mexicanas más grandes, área equivalente al 6% de El Salvador.
Si todo el desarrollo ocurre en terrenos greenfield (terrenos no construidos) probablemente se requiera duplicar los requisitos de tierra para acomodar nuevas calles, infraestructura pública y los bienes raíces comerciales, se mencionó en un comunicado.