El Istmo de Tehuantepec, esa estrecha franja de tierra que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, ha sido durante siglos un cruce estratégico natural. Hoy, se reposiciona como un eje logístico de escala nacional e internacional gracias al Ferrocarril Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (FIT), una de las obras más ambiciosas de infraestructura ferroviaria del México contemporáneo. Pero más allá de su impacto comercial, el FIT está actuando como un potente motor de desarrollo social.
La modernización ferroviaria ha sido acompañada por una serie de acciones complementarias que fortalecen el tejido social y urbano de la región. Municipios como Juchitán, Tehuantepec, Ixtepec, Matías Romero, Acayucan y Minatitlán han sido beneficiados con obras de pavimentación, mejora en el alumbrado público, redes de agua potable y rehabilitación de espacios comunes.
Además, las estaciones del FIT se han convertido en nuevos nodos urbanos, acercando servicios de salud, educación y comercio a comunidades antes marginadas.
El impulso no se limita a la movilidad. A través de los Polos de Desarrollo para el Bienestar (PODEBIS), el FIT fomenta ecosistemas económicos locales: Cooperativas, mujeres emprendedoras, talleres de producción y redes de jóvenes capacitados en logística y mantenimiento ferroviario. Así, el tren no solo transporta carga; también mueve oportunidades.
Continúan las obras
Actualmente, muy avanzadas se encuentran las obras de construcción que completarán el Tren Interoceánico, que se espera sean inauguradas y puestas en operación en su totalidad el primer semestre del 2026 con la conclusión de la Línea K que lleva más del 65% de avance; las obras de construcción de patios, laderos y la Vía de Penetración Roberto Ayala-Dos Bocas de la Línea FA, así como todos los Polos del Bienestar.