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La inversión en la industria de la construcción continúa inmersa en un ciclo deprimido. Aunque en febrero mostró un respiro con un repunte mensual, en su comparación anual sigue evidenciando una marcada debilidad, principalmente por el pobre desempeño de la inversión no residencial.

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De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el gasto en construcción registró un avance de 1.7 % en febrero respecto a enero, marcando así su primer crecimiento mensual desde agosto de 2024.

Este comportamiento fue impulsado por un aumento en la inversión residencial, que reportó un alza mensual de 5.8 %, mientras que la inversión no residencial se contrajo -1.7 por ciento.

 

Al observar las cifras originales, el panorama sigue siendo desfavorable: En febrero, la inversión total en construcción cayó -5.2% anual, reflejando el ciclo adverso por el que atraviesa el sector. En este contexto, el dinamismo de la inversión residencial no fue suficiente para compensar la caída en el componente no residencial.

 

Particularmente, la inversión no residencial —vinculada en su mayoría al gasto público— registró una fuerte contracción de -18.0% anual en febrero, mientras que la inversión residencial —impulsada por el gasto privado— creció 14% anual.

Se observa en el acumulado enero-febrero, una contracción de -7.9% de la inversión en construcción en su comparativo anual.

 

 

Analistas de Monex advierten que, en los próximos meses, persistirá la presión sobre el componente no residencial, que continúa siendo el principal factor de debilidad en el sector.

Por su parte, especialistas de Banamex destacan que “resalta especialmente la contracción en el componente público (-24.0%), derivada del término de las obras insignia de la administración anterior, mientras que el componente privado también retrocedió (-5.7%)”. Su perspectiva para los próximos meses permanece débil debido a la “esperada reducción en la inversión pública”.

 

En la misma línea, analistas de Banco Base señalan que “esta caída está relacionada con la disminución en la inversión pública en infraestructura, que durante 2023 y 2024 brindó un fuerte impulso a este componente. No obstante, con los recortes en el gasto público, difícilmente los niveles de inversión alcanzarán los observados en años anteriores”.

 

Mientras que, los analistas de Banorte apuntan a considerar el gasto del gobierno en infraestructura y el papel de la iniciativa privada. “En específico, la figura de inversión mixta, con la presidenta Claudia Sheinbaum señalando que se busca compartir la responsabilidad y el riesgo. En este contexto, el gobierno federal ha mantenido al Plan México como su hoja de ruta para la política industrial. No obstante, al compararlo en la fecha de su presentación (13 de enero) con su última actualización (3 de mayo), su replanteamiento es bastante claro. Ahora está enfocado en acelerar el gasto de gobierno en infraestructura y dar mayor participación a la iniciativa privada, manteniendo las metas sobre la atracción de inversión y enfatizándose la importancia de minimizar el déficit comercial con China”.

Agregaron que así, “los planes de infraestructura como la ampliación de puertos, –tomando como ejemplo Coatzacoalcos–, construcción de vivienda, construcción de vías férreas (3 mil kilómetros para trenes de carga y pasajeros en el sexenio), obras hidráulicas (US$1 mil millones en 2025) y relacionadas a la generación (US$12.3 mil millones), transmisión (US$7.5 mil millones) y distribución de energía (US$3.6 mil millones) arrancarán este año” y le darán otro destino al sector de la construcción.