Debido a que los derechohabientes del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y del Fondo de vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) carecen de conocimientos para realizar las obras de casas, el otorgamiento de créditos directos para la autoconstrucción de vivienda corre el riesgo de generar problemas.

Expertos indican que la falta de instrucción en arquitectura, plomería, ingeniería y electricidad, puede incrementar la vulnerabilidad de los inmuebles y fomentar la informalidad; además, una persona tardaría de 12 a 16 años antes de concluir la edificación.

Carlos de la Garza, presidente de la Comisión Nacional de Vivienda Económica, Social y Sustentable (Convives), dijo a El Financiero, que aunque el plan para atender al segmento de la población más vulnerable es bueno, la asistencia técnica de profesionales es necesaria para evitar tragedias a causa de los sismos y huracanes de años anteriores.

Añadió que el costo para la construcción de una vivienda de manera propia es casi el mismo que el de una unidad hecha por desarrolladoras. “La gran diferencia está en el suelo, los precios son muy parecidos con los costos de tramitología, evaluación del proyecto, estudios de impacto ambiental, pero hay que reconocer que el valor del suelo es distinto en zonas urbanas y comunidades”. El valor del terreno puede representar hasta el 30% del total de la vivienda.

Convives calcula que cerca de un millón 200 mil familias en México cuentan con un terreno propio o en posibilidad de escriturarlo; y podrían ser beneficiados con los créditos, ya que el beneficiario tendrá que contar con un espacio, para poder usar el préstamo para autoconstrucción. Estimó que en México existe un déficit aproximado de 10 millones de viviendas, de los cuales, un 60% corresponde a familias que no tienen seguridad social o acceso a financiamiento para adquirir una casa; por lo que la autoconstrucción podría contribuir a aliviar este problema.