Aunque México parece particularmente bien ubicado para aprovechar el nearshoring, dada su proximidad geográfica con Estados Unidos, sus relativos bajos costos de mano de obra y el T-MEC, los datos macroeconómicos aún no muestran un cambio en términos de inversión o actividad por lo que el beneficio podría ser acotado, indicó Rafael de la Fuente, economista en jefe para América Latina de UBS.
Sin embargo, pese a estas tendencias positivas para México, los indicadores macroeconómicos aún no muestran estos resultados. Ejemplo de ello son las importaciones de la nación mexicana que representan un 13.8%, mientras que las de China suman 20.1 por ciento.
Aunado a que Programa de la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX), que agrupa a aproximadamente 40% de las exportaciones del país, no muestran una nueva fase de crecimiento de la manufactura por el nearshoring.
En materia de inversión extranjera directa, tampoco se observa un cambio de paradigma producto del nearshoring. Si bien este indicador ha mostrado crecimiento en los últimos cuatro trimestres, esto no se debe a un surgimiento del sector manufacturero ni tampoco se ve que los estados fronterizos y del Bajío, las principales regiones manufactureras del país, estén creciendo.
Según los analistas de UBS, la inversión es el eslabón más débil de la recuperación económica de México, pues aún se encuentra 4% por debajo de los niveles pre crisis.
“Pese a que hay una marcada debilidad en la inversión privada y la construcción de vivienda, la inversión en infraestructura industrial está creciendo rápidamente, convirtiéndose en el subsector de mayor dinamismo”, explica el estratega de UBS.
Por lo que concluye que “queda por verse si la globalización se encuentra realmente en retroceso y el principal motor del nearshoring bien podría ser la automatización, que haría menos relevantes las ventajas en costos laborales para México”, señala el reporte.