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Las olas de calor no son solamente un mal rato en verano, sino una amenaza creciente que afecta nuestra salud, economía y forma de vida. Y el problema va más allá del clima: Nuestros edificios no están diseñados para estas nuevas condiciones.

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Las olas de calor, cada vez más intensas y frecuentes, no solo representan un riesgo para la salud, sino también un enorme desafío para la forma en que diseñamos y habitamos nuestras viviendas, oficinas y espacios urbanos.

 

El cambio climático está transformando nuestro entorno, y las construcciones actuales —pensadas para un clima que ya no existe— no siempre están preparadas para soportar estas nuevas condiciones extremas.

 

Adaptarse al cambio climático ya no es una opción, es una necesidad

Según la Organización Meteorológica Mundial, los eventos de calor extremo seguirán aumentando por lo menos hasta 2060. Frente a este escenario, la industria de la construcción tiene una misión urgente: Crear edificaciones más resilientes, confortables y sustentables.

El calor se queda en casa

El 90% del tiempo lo pasamos dentro de edificios. Eso significa que, si los inmuebles no están preparados, el calor puede convertirse en una carga diaria. Muchas construcciones actuales fueron diseñadas para climas del pasado, lo que hoy las hace ineficientes, incómodas y costosas de mantener frescas.

 

 

Tan solo, en las principales ciudades de América Latina y el Caribe, el fenómeno conocido como isla de calor urbana eleva las temperaturas hasta 8 grados más que en zonas rurales, debido a la acumulación de calor en el concreto y la falta de vegetación.

 

Más eficiencia, menos gasto

La Agencia Internacional de Energía estima que, con un diseño urbano inteligente, es posible reducir hasta un 25% el consumo de energía destinado a refrigeración y calefacción. Esto no solo representa un ahorro económico, sino una estrategia clave para reducir las emisiones de carbono.

Además, un estudio del PNUMA y la Universidad de Yale sugiere que con acciones enfocadas en reducir el carbono operativo —es decir, el que proviene del uso diario de los inmuebles— se podrían bajar entre 50% y 70% de las emisiones del sector construcción en las próximas décadas.

Construir para resistir

Frente a este panorama, empresas como Saint-Gobain promueven soluciones ligeras y sostenibles que mejoran el confort térmico y reducen la necesidad de sistemas de climatización artificial. Esto se traduce en construcciones más frescas, eficientes y resilientes ante climas extremos.

 

Cuando más del 70% de la población laboral global está expuesta a olas de calor, construir con una visión climática no es opcional, es una responsabilidad. Adaptar nuestros espacios no solo protege la salud, también asegura un futuro más habitable y sostenible para todos.