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Hay factores positivos como la fortaleza de la economía de Estados Unidos y el porcentaje de población local vacunada que impulsarán el crecimiento, pero la inversión está en niveles similares a los de 2011.

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Después del efecto rebote del Producto Interno Bruto (PIB) observado en 2021, que no fue suficiente para alcanzar los niveles prepandemia, la economía de México se ha estancado, incluso se debilitó desde la segunda mitad del año pasado.

 

Luego del crecimiento del PIB de 4.8% en 2021, la economía de México crecerá en 2022 a un ritmo del 2.6%, afirmó Alejandro Saldaña, economista de BX+.

 

Su proyección se fundamenta en que la actividad económica continuará normalizando, toda vez que más del 60% de la población ya está vacunada; también por la fuerte expansión de la economía de los Estados Unidos en el corto plazo; así como por la posible atracción en el país de proveedores de la industria de la Unión Americana, por el proceso de nearshoring que detonó la pandemia y el cumplimiento de las reglas del T-MEC en materia de integración regional.

En conferencia de prensa, el analista expresó que hay grandes limitantes para el crecimiento, donde destaca como el mayor riesgo la debilidad de la inversión fija bruta, que se encuentra en niveles similares al año 2011. Agregó que les preocupa que el motor interno siga mostrando debilidad y permee una retroalimentación negativa de menor inversión, menores empleos y que impactan el consumo.

 

Afirmó que a pesar de que el PIB ligó dos trimestres consecutivos con un ritmo de crecimiento negativo, no se puede hablar de recesión todavía, porque la contracción no fue generalizada, más bien se concentró en el sector servicios, mientras las actividades primaria e industrial crecieron de los dos trimestres finales del 2021.

 

Destacó que el año 2022 lo iniciamos con un nivel de actividad económica similar a los que teníamos en 2016.

Sobre la actividad sectorial indicó que algunos de los más rezagados han mostrado mucha sensibilidad a la baja inversión, como la industria de la construcción, y otros se explican por las consecuencias asociadas a la pandemia, como por ejemplo la escasez de insumos en las manufacturas automotrices o por los problemas de movilidad social que ha repercutido en el hospedaje o restaurantes.