La búsqueda de crecimiento económico no se puede ver solamente como un objetivo general de la nación, sino como parte de un desarrollo integral que incluya una agenda industrial con programas e instrumentos que corrijan problemas e impulsen su expansión.
El crecimiento económico mundial ha dado señales claras de estancamiento en el que las tres principales regiones: América del Norte, Europa y Asia, han contribuido a este debilitamiento. ¿Cuáles pueden ser las causas?
Una de las más notorias es el enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China; la guerra arancelaria, específicamente, con consecuencias en el consumo y en la cadena de suministro de ambos países. Otra causa, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), es la disminución en la demanda de vehículos automotores en Asia, en China principalmente, ante la modificación en los incentivos tributarios, así como en Europa por “el ajuste de las líneas de producción para cumplir con nuevas normas sobre emisiones en la zona del euro”.
México, como parte de la economía global, no es ajeno a esta tendencia de estancamiento. No obstante, el acento de las razones está en una combinación de la reducción de la demanda internacional y el conjunto de medidas gubernamentales desafortunadas sobre temas críticos de la economía: Cancelación de obras de infraestructura necesarias, intentos de rescate de empresas gubernamentales asociadas a actividades energéticas, reducción excesiva del gasto público en áreas como salud y educación, entre otras razones.
Cifras recientes de la Encuesta Mensual de Industria Manufacturera (EMIM), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) este año, y la de la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto (PIB) del tercer trimestre del 2019, que publicó el mismo organismo en octubre, han confirmado muchos de los temores de los mexicanos respecto al desempeño de la economía nacional: La desaceleración económica y, como peor escenario, la recesión.
Por mencionar algunos indicadores clave, la capacidad instalada de planta utilizada por el sector manufacturero disminuyó 1.6 % en agosto del presente año, comparado con el mismo mes del año anterior, y el descenso de dicha capacidad en el componente de fabricación de equipo de transporte (industria automotriz) fue de 3.3 por ciento. Mientras que la cifra del PIB trimestral (julio-septiembre 2019) con series desestacionalizadas presentó una reducción real de 0.4 % en el trimestre en cuestión, respecto al periodo julio-septiembre del 2018.
Desafortunadamente, el comportamiento del PIB trimestral (aunque el dato del último trimestre del INEGI sea adelantado) no permite albergar optimismo alguno de que en breve observaremos un crecimiento sostenido de la economía, eso ya lo apuntan la mayoría de los expertos internacionales que siguen ajustando, a la baja, el pronóstico del PIB mexicano para 2020. Por ejemplo, el FMI publicó en octubre que México crecerá solamente 0.4 % en 2019 y tendrá un crecimiento de apenas de 1.3 % en 2020. Mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó, en el mes de septiembre: “La tercera rebaja consecutiva en un semestre”, al desempeño del PIB mexicano, siendo el recorte de 1.1 por ciento.
¿Qué explica este comportamiento?
En gran medida, la primera explicación que se sugiere es la incertidumbre que los tomadores de decisiones enfrentan en materia económica; es decir, los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, han recibido, en los últimos meses, una gran cantidad de señales encontradas sobre las ‘nuevas reglas del juego’ en el país; sobre todo, las decisiones del gobierno federal mexicano en materia económica han suscitado muchas dudas sobre su factibilidad y permanencia en el tiempo.
Dado que los fundamentales de la economía se mantienen estables, los datos de inflación registraron recientemente una disminución, y el comportamiento fiscal y monetario de las autoridades parece ser conservador. Entonces, la explicación más certera es la dificultad de lectura que enfrentan los inversionistas respecto a la importancia que tiene, para el nuevo gobierno federal, el crecimiento económico y los instrumentos de política industrial que deberían crearse para hacer posible que el objetivo se logre.
Como resultado de una visita oficial del FMI a México, se emitió un conjunto de recomendaciones en materia fiscal, monetaria y de política industrial que llama a la acción al gobierno federal para corregir algunas de las recientes medidas tomadas en estas materias. El primer hallazgo de dicha visita, que no por repetirlo deja de ser relevante, fue la urgente necesidad de crear las condiciones para lograr un crecimiento económico sostenido sin abandonar la estabilidad macroeconómica.
Para tal propósito, el FMI sugiere considerar las siguientes acciones generales:
- Impulsar una política fiscal más amigable e incluyente con el que permita que la deuda pública logre un patrón descendente; esto significa que el proceso de cobrar impuestos debe simplificarse y que la base de contribuyentes debe ser más amplia. De igual manera, debe hacerse más eficiente el proceso del gasto público. Los principales elementos fiscales a discutir serían la necesidad de gravar con el IVA los alimentos y la urgencia de eliminar el régimen tributario especial de la franja fronteriza. Por la parte del gasto, se señala que el gobierno federal debe incentivar proyectos de infraestructura en sectores diferentes al energético; debe añadirse que dichos proyectos son aquellos que disminuyan el costo logístico a la industria y, en particular, a la altamente exportadora.
- Suavizar la política monetaria si el objetivo de inflación se mantiene cercano a la meta y si las expectativas de inflación están ancladas.
- Impulsar la inclusión financiera y fortalecer el sistema financiero.
- Relanzar reformas estructurales incluyendo la reducción de la corrupción y el combate al crimen. En particular, la misión manifestó su preocupación por la reducción presupuestal de organismos reguladores, del CONEVAL y la COFECE. Finalmente, una recomendación muy relevante es que los ajustes al salario mínimo deben ser graduales y de tal magnitud que no generen distorsiones en el mercado laboral formal.
Un elemento adicional mencionado en este reporte, es que el presupuesto de la federación para 2020 tiene algunos supuestos muy optimistas con relación a la tasa de crecimiento del PIB nominal, la producción y exportación de crudo y de la recaudación fiscal en consecuencia.
Como puede observarse, la lista de recomendaciones es muy variada e incluye temas que representan costos políticos para la actual administración federal. Y las decisiones difíciles en materia económica nunca se dan en el momento más oportuno, por lo tanto, debe iniciarse la discusión de una agenda económica integral, antes de que el entorno de desaceleración internacional y doméstica ponga a la actual administración en un escenario de bajo margen de maniobra y, entonces, el costo económico y social de las medidas correctivas sea mayor. Por esta razón, es urgente la construcción de dicha agenda de manera concurrente entre gobierno e industria.
Política industrial y crecimiento sectorial
El panorama queda incompleto si únicamente se apuntan recomendaciones generales sobre el comportamiento macroeconómico; la agenda industrial debe incorporar en la ecuación programas e instrumentos que ayuden a corregir los problemas más urgentes de los principales sectores que han mantenido, hasta el momento, cierto impulso.
Por ejemplo, es muy relevante para los sectores de manufactura, que tienen una orientación exportadora, asegurar que las inversiones en infraestructura no sean solamente para mantener activas las redes carreteras, ferroviarias, de sistemas aeroportuarios y portuarias, sino que también deben considerar una expansión acorde con el crecimiento de la industria. Y, en el caso de los bienes públicos, no debe esperarse a que haya una presión en la demanda por dichos servicios, ya que los procesos de ejecución de proyectos públicos son complejos y lentos. La industria debe mantener una interlocución constante con los diferentes niveles de gobierno para asegurarse de que el plan de infraestructura sea un reflejo de sus necesidades.
Otro tema crucial para la industria es el grado de participación en las Cadenas Globales de Valor (CGV). ¿Qué son y cómo funcionan? Son la suma de las interacciones de empresas ubicadas en distintos lugares del mundo que contribuyen con procesos industriales para producir y comercializar bienes intermedios y bienes de consumo final. Por ejemplo:
- Una empresa ubicada en un país A realiza el I+D de un producto nuevo.
- Una segunda empresa en un país B realiza la extracción de las materias primas que permitirá producir bienes intermedios.
- Una tercera empresa en un país C lleva a cabo la transformación de las materias primas.
- Otras empresas en el país D realizan el ensamble de las partes y componentes para producir un bien.
- La distribución, la venta y los servicios postventa se llevan a cabo de forma global.
Esto implica que todos los países involucrados en los procesos productivos tienen políticas de facilitación comercial, y no políticas proteccionistas que interrumpan los flujos de bienes y servicios.
Por lo tanto, el entorno internacional enrarecido por guerras comerciales y cambios en las condiciones de los acuerdo comerciales, pueden cambiar sustancialmente las reglas de operación de la cadena de suministro, ya que el endurecimiento de reglas de origen pueden desactivar la validez de ciertos proveedores que no son originarios de la región de Norteamérica (por ejemplo, las reglas de origen del sector automotor en el T-MEC). El costo de eliminar o reducir las compras a proveedores certificados es muy alto para las empresas, tanto en tiempo como en dinero. Asimismo, el contar con un mayor número de proveedores confiables puede ser diferencia entre la operación rentable o salir del mercado.
Las empresas no pueden desarrollar proveedores por sí mismas, por tanto, deben ser impulsadas por las políticas públicas, ya que existen una series de inhibidores para el desarrollo de nuevos proveedores como son los altos costos de certificación o la falta de capital humano calificado para determinados procesos en determinadas regiones. Es claro que el desarrollo de un sector demandará la creación de bienes públicos que aseguren la reducción de los riesgos de entrada de nuevas empresas a dicho sector. Esto reafirma la necesidad de dar seguimiento a las agendas específicas por región y por sector de manera permanente.
En conclusión, el crecimiento económico debe ser visto y tratado de manera sistémica: La economía es un circuito constante de intercambios de bienes, servicios y productos financieros cada vez más sofisticados, donde el gobierno y la industria no pueden dejar de ser interlocutores permanentes, ya que la ausencia de alguno provoca la parálisis del circuito económico, redundando en perjuicio de la sociedad entera, y de los más vulnerables en primer lugar; y no es posible ignorar que el crecimiento económico es una condición necesaria para el desarrollo de un país: Primero se crece, luego se distribuye.
Texto * Verónica Orendain
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