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Especialistas señalan que estos factores ponen en riesgo la estabilidad financiera de una propiedad.

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Los inversionistas que deseen anticiparse al riesgo climático para sus carteras, deben considerar tres aspectos fundamentales:

  1. Resiliencia a nivel de activos frente a las amenazas relacionadas con el cambio climático.
  2. Resiliencia de la ciudad a estas mismas amenazas.
  3. Su estrategia de gestión de activos.

Estos factores ya están siendo considerados y aplicados por algunos inversionistas con visión de futuro, y deberían convertirse en una parte crítica del enfoque de inversión en el presente inmediato, afirmó Cushman & Wakefield (C&W) a través de su Atlas Global de Inversión 2019, Cambio Climático.

Agregaron que los inversionistas inmobiliarios deben considerar el nivel de riesgo al que están expuestos, tanto “riesgo físico” como “riesgo transitorio”, es decir, el riesgo que proviene de los cambios en la política y las expectativas del mercado. Estos riesgos pueden tener consecuencias negativas para las empresas que aún no han tomado las medidas adecuadas.

Por supuesto, la línea entre abordar el riesgo del cambio climático y mejorar las métricas de sostenibilidad de los activos, a menudo puede ser borrosa, debido a la necesidad de que todos los edificios tengan una huella de carbono neutra para 2050 para que los países cumplan con sus compromisos del Acuerdo Climático de París, los dos rubros están inexorablemente vinculados.

C&W señala que hasta la fecha, esto ha sido visto como un desafío con un horizonte de tiempo sustancialmente más largo que los periodos de tenencia de los inversionistas. Sin embargo, la creación de organismos como el Grupo de Trabajo para la Divulgación de Información Relacionada con el Clima y la creciente popularidad del GRESB, que en 2018 evaluaron más de 79 mil activos inmobiliarios por un valor superior a los 3 billones de dólares estadounidenses, ha reforzado el hecho de que los inversionistas ya no puedan seguir abiertamente demorando en abordar estas realidades.

“La inacción conlleva el riesgo de desarrollar una desventaja competitiva a medida que los estándares de información se convierten en una necesidad regulatoria o en una práctica estándar basada en las necesidades del mercado”, puntualizó el reporte.

 

FOTO: Los Amigos de Tulúm