El estudio consiste en ver si el potencial del uso del suelo alterado químicamente, conocido como suelo estabilizado con geopolímero, puede ser una solución viable para la construcción de viviendas en algunas de las zonas más pobres del mundo.
Al respecto, el especialista del Departamento de Arquitectura e Ingeniería Civil de la Universidad de Bath, Alastair Marsh, explicó que “usando esta tecnología, una casas familiar típica podría construirse usando aproximadamente 10 toneladas de tierra, agregando un 5 o 10% de hidróxido de sodio, un químico similar a los que se encuentran en los productos de limpieza del hogar, para geopolimerizar el suelo”.
Al agregar estos químicos, la arcilla presente en el suelo se transforma en un geopolímero —materiales fuertes, similares al cemento que no requieren ser calentados, ya que se pueden cocer a 80° C—, una especie de pegamento, similar al cemento, que une de forma química el material.
Sin embargo, aunque los materiales estabilizados por geopolímeros tienen gran potencial para la construcción, existen numerosas composiciones de suelo en todo el mundo y una brecha de conocimiento significativa en la compresión de cómo funciona la reacción de estos en diferentes suelos.