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Afirmaron que los más afectados son los consumidores, seguido de la economía local.

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De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en el primer semestre de 2024, la industria agroalimentaria de México registró ganancias de 4 mil 890 millones de dólares, un incremento de 22% en comparación con el mismo periodo de 2023. Sin embargo, pese a esta prosperidad, siguen existiendo diversos desafíos significativos en la materia, especialmente aquellos relacionados con la salud y exportaciones.

 

El año pasado, el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica reveló que México enfrentó un panorama preocupante en materia de salud pública, ya que se registraron un total de 3 millones 457 mil 964 casos de enfermedades infecciosas intestinales, de los cuales más de 23 mil se atribuyeron a intoxicaciones alimentarias bacterianas.

 

La situación encendió las alarmas sobre la necesidad de reforzar las medidas de prevención y control de este tipo de enfermedades, pues además de afectar la salud, también generan un impacto negativo en la economía y el desarrollo social del país, especialmente en aquellas empresas exportadoras.

 

 

Alfredo Oseguera, gerente de Inocuidad de Alimentos en Cadena de Suministro Agrícola de NSF para México y Latinoamérica, expresó: “En la actualidad, los agricultores y productores mexicanos enfrentan una serie de retos derivados de la globalización: la demanda de productos frescos que ha crecido significativamente, y si bien, este factor podría percibirse como positivo, puede que no lo sea del todo, pues ante las exigencias del mercado, la industria se ha visto obligada a centrarse en el volumen de producción, en lugar de la calidad, lo que pone en riesgo la inocuidad alimentaria.

 

“Por ello, protocolos para la inocuidad alimentaria no deberían ser una opción, sino una obligación, ya que este tipo de procesos no solo beneficiará directamente a los consumidores a largo plazo, sino que será positivo para la prevalencia del negocio”, puntualizó.

 

En este sentido, es fundamental que en el sector agroalimentario se implementen procesos y certificaciones que garanticen la correcta manipulación y preparación de los alimentos. Al cumplir con estos estándares, se garantizará la preferencia y la demanda de los productos, generando un impacto positivo en la salud y en la empleabilidad dentro del sector agroalimentario.