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La deuda ha aumentado en todo el mundo, y en Latinoamérica alcanza el 140% del PIB de sus cinco mayores economías.

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El aumento de la deuda en la mayoría de los países de Latinoamérica constituye un lastre para el desarrollo de la región, indicador que debería disminuir, pues de no hacerlo sería un obstáculo para el crecimiento económico, advierte el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En la publicación ‘Lidiar con la deuda. Menos riesgo para más crecimiento en América Latina y el Caribe’, el organismo explica que la deuda ha aumentado en todo el mundo, y América Latina y el Caribe es de 5.8 billones de dólares (bdd), cifra que equivale al 117% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región.

Este nivel alcanza el 140% del PIB de sus cinco mayores economías: Brasil, México, Chile, Argentina y Colombia. Además, la deuda pública se disparó hasta superar el 70% del PIB durante la pandemia en todas las economías y las empresas adquirieron montos considerables de deuda para sobrevivir a la crisis.

El BID señala también que si los costos económicos o políticos que acarrea la deuda son demasiado altos, es posible que los inversionistas cuestionen la disposición de los gobiernos para efectuar los pagos requeridos y puede resultar imposible refinanciar la deuda.

 

“Desde la crisis financiera mundial, la deuda ha aumentado prácticamente todos los años, independientemente del ritmo de crecimiento económico”, explica el BID.

 

Los picos del aumento de la deuda en Latinoamérica se produjeron en gran parte durante momentos de estrés financiero, alimentados por una combinación de bajo crecimiento, altos déficits fiscales, un mayor pago de intereses, depreciaciones de la moneda y significativos pasivos extrapresupuestarios y sin financiamiento.

Sin embargo, la deuda no es necesariamente mala ya que si se utiliza para aumentar la inversión de buena calidad y proporcionar mejores servicios, los beneficios deberían superar los costos. Pero, si los niveles de deuda se tornan demasiado altos o la deuda no se gestiona eficazmente, los efectos son negativos.

El BID estima que los niveles de deuda prudentes se sitúan entre el 46% y el 55% del PIB para el conjunto de la región, según la metodología empleada.  Un nivel prudente de deuda limita los costos de los intereses, con lo cual se reduce la cantidad de consolidación requerida.

También proporciona espacio para la inversión de alta calidad; permite un mayor financiamiento si surgen shocks negativos adicionales y mitiga el riesgo de una crisis de endeudamiento. En contraste, un exceso de deuda pública se registra cuando se establecen niveles de deuda superiores al 60% del PIB en promedio.