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Un nuevo estándar internacional busca medir con mayor precisión el impacto de las políticas urbanas contra el cambio climático, ofreciendo transparencia a ciudadanos y confianza a inversionistas.

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Una de las grandes limitaciones en la lucha contra el cambio climático ha sido la dificultad para medir con precisión el impacto real de las políticas y proyectos.

Mientras ciudades y gobiernos destinan recursos a programas de movilidad, eficiencia energética o economía circular, la pregunta que persiste entre políticos, financieros y ciudadanía es la misma: ¿Cuál es el resultado concreto de estas inversiones?

 

Para responder a este vacío surge la DIN SPEC 91637, una norma desarrollada bajo el liderazgo del Instituto Alemán de Normalización (DIN), en colaboración con un consorcio internacional de especialistas de ciudades, agencias de energía, universidades y empresas. El proceso fue presidido por la tecnológica climática ClimateView, que durante los últimos años ha trabajado en vincular la ciencia del IPCC con herramientas de planificación urbana.

 

La innovación principal de esta norma es la introducción de una lógica de resultados compartidos, que conecta las intervenciones locales con cambios de actividad y, sobre todo, con impactos ecológicos, económicos y sociales medibles.

 

 

A diferencia de las evaluaciones puntuales, difíciles de comparar entre ciudades, este marco busca ofrecer una metodología común y verificable.

“Uno de los mayores desafíos no resueltos en la planificación de la acción climática ha sido la medición del impacto”, señaló Michael Bergöö, presidente del comité que desarrolló la norma. Con este estándar, las ciudades pueden establecer indicadores comparables y comunicar con mayor credibilidad sus avances hacia la neutralidad climática.

 

 

El potencial es doble: Por un lado, fortalecer la confianza de los financiadores e inversionistas, que demandan métricas claras antes de comprometer capital en proyectos urbanos; por el otro, generar certidumbre en la ciudadanía, que exige transparencia sobre los beneficios reales de las políticas ambientales.

 

Y en el ámbito inmobiliario y urbano, este tipo de estándares se vuelve clave. No solo permiten valorar mejor los proyectos que integran criterios sostenibles, sino que también ofrecen un lenguaje común para que desarrolladores, autoridades y comunidades midan avances en temas como eficiencia energética, movilidad baja en carbono o regeneración de espacios urbanos.

 

La DIN SPEC 91637 no es todavía un tratado internacional, pero sí un primer paso para homogeneizar criterios y construir un marco global de confianza en torno a la inversión climática. A medida que más ciudades adopten el estándar, se reducirá la fragmentación actual y se avanzará hacia planes de transición con bases científicas, económicas y sociales más sólidas.