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En México, la sostenibilidad ha pasado de ser una responsabilidad ética a convertirse en una estrategia empresarial rentable, impulsando innovación, ahorro de recursos y acceso a financiamiento para compañías que apuestan por lo verde.

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Lo que antes era visto como un gesto voluntario o una campaña de buena imagen, hoy se ha convertido en una estrategia de negocio clave: La sostenibilidad ya no es solo una cuestión ética, es también una oportunidad de crecimiento y rentabilidad para las empresas en México.

 

Cada vez más compañías mexicanas están integrando criterios ambientales y sociales en el corazón de sus operaciones, impulsadas tanto por la presión social como por los beneficios tangibles que esto representa. Según el Informe de Desarrollo Sostenible en América Latina 2024 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las empresas sostenibles logran mayores niveles de innovación, fortalecen la lealtad de sus clientes y tienen mejor acceso a financiamiento.

 

Ejemplos no faltan. Grupo Bimbo, una de las empresas más grandes del país, ya cubre más del 80% de su consumo eléctrico con energía renovable, lo que ha reducido su impacto ambiental y sus costos operativos. En el sureste mexicano, Biofase ha creado una alternativa ecológica al plástico convencional al fabricar utensilios biodegradables a partir del hueso de aguacate. La innovación ha sido tal, que hoy exporta sus productos y genera empleos verdes en su región.

 

 

También el sector financiero está virando hacia lo sustentable. Bancos como Banorte y BBVA México han lanzado productos financieros verdes, como bonos sostenibles y créditos con tasas preferenciales para empresas que implementan tecnologías limpias, como paneles solares o sistemas de ahorro de agua.

Bajo este contexto, el próximo foro “ABC para un México sustentable”, que se celebrará el 3 y 4 de junio en el Papalote Museo del Niño, busca profundizar en estos temas y fomentar la colaboración entre gobierno, empresas, academia y sociedad civil. Se abordarán temas cruciales como economía verde, transición energética, gestión del agua y financiamiento climático.

 

El mensaje es claro: Ser sostenible ya no es una opción secundaria, es una decisión estratégica que crea valor y futuro. Las empresas que lo entienden no solo ayudan al planeta, también fortalecen su competitividad y su reputación frente a un consumidor cada vez más consciente.