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Según el WRI, los gobiernos pueden imponer impuestos para disuadir la producción o el uso de plásticos de un solo uso, y ofrecer exenciones fiscales, subsidios y otros incentivos.

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Según un informe reciente de Pew Charitable Trust asegura que de no producirse mejoras en la gestión de desechos, podrían ingresar a los sistemas acuáticos del mundo 90 millones de toneladas de plásticos para 2030; la cifra actual es de 8 millones de toneladas por año.

Antes de la pandemia, el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) y el PNUMA encontraron que más de 100 países tenían regulaciones relativas a las bolsas de plástico de un solo uso, pero durante la pandemia de COVID-19 el problema empeoró debido al uso de cubrebocas y escudos, algunos gobiernos y empresas retrasaron o eliminaron sus prohibiciones de bolsas de plástico y de embalaje.

Desde la pandemia, 50 ciudades de Estados Unidos se apartaron del camino de la regulación de los plásticos; en diciembre, la ciudad de Vancouver, en Canadá, pospuso por más de un año las tarifas a los vasos desechables y la prohibición de las bolsas de plástico; mientras que las firmas Starbucks y Dunkin' suspendieron el uso de contenedores reutilizables, y algunos programas de reciclaje fueron dejados de lado en los Estados Unidos y la Unión Europea debido a los recortes presupuestarios por el mismo tema.

Sobre este punto, WRI México publicó el documento Mecanismos de política para disminuir los residuos plásticos de un solo uso: Revisión de las opciones disponibles y su aplicabilidad en México, para  proporcionar una visión general de los conceptos clave, y presentar las herramientas de política en torno al tema de la economía circular para los plásticos de un solo uso en México.

Entre los cambios, destacan:

1.- Prohibir plásticos de un solo uso. Este es solo uso son algunos de los mecanismos legales más utilizados y exitosos por los gobiernos. Parte de su éxito se debe a la flexibilidad de la legislación al permitir exenciones para productos médicos y otros usos necesarios, al tiempo que promueve el uso de productos alternativos como bolsas de tela o papel para aquellos no esenciales.

Las Islas Marshall, por ejemplo, instituyeron en 2016 una prohibición a la importación, fabricación, venta o distribución de vasos y platos de poliestireno; vasos y platos de plástico desechables; y bolsas de plástico para la compra. La medida promueve, al mismo tiempo, las bolsas de papel reciclado y las bolsas reutilizables. Se trata de uno de los modelos a seguir en todo el mundo.

Panamá creó una prohibición de las bolsas de plástico en 2018 (la cual entró en vigor en 2020) la cual exime a las bolsas de plástico livianas o delgadas para la manipulación y seguridad de los alimentos.

2.- Incentivos económicos. Los gobiernos pueden imponer impuestos para disuadir la producción o el uso de plásticos de un solo uso, u ofrecer exenciones fiscales, subsidios y otros incentivos fiscales para fomentar alternativas de un solo uso.

En 2015, Portugal introdujo un impuesto a los productores de 0.10 euros por unidad para ciertos tamaños de bolsas de plástico. Cuatro meses después, el consumo de estas bolsas disminuyó 74%.

De manera similar, en 1999, Dinamarca introdujo gravámenes a los empaques plásticos basados en su peso (y los cuales han sufrido modificaciones recientemente). Después de la introducción del impuesto sobre las bolsas de supermercado, la reducción en el uso de papel y plástico en Dinamarca se estima en alrededor del 70%.

Portugal y Dinamarca han utilizado estos instrumentos económicos de manera eficaz para aumentar el uso de productos reutilizables y reciclados, respectivamente. Los impuestos y los incentivos pueden aplicarse a negocios particulares (como supermercados o productores de plástico) o a productos particulares (como tapas de plástico para vasos para café o botellas de refrescos).

Los gobiernos también pueden usar incentivos económicos para alentar a los fabricantes a adoptar alternativas al plástico (como el uso de caña de azúcar para crear bolsas de plástico) o para generar ingresos que puedan financiar los esfuerzos de limpieza de desechos plásticos.

3.- Estándares para productos. Se pueden establecer estándares sobre la composición del material, su reutilización, recuperabilidad (para garantizar que el producto se pueda reciclar), biodegradabilidad y su capacidad de convertirse en abono. Este enfoque puede ayudar a los consumidores a elegir productos sostenibles.

En Estados Unidos, los fabricantes y proveedores de empaques deben entregar a sus compradores un certificado de cumplimiento, el cual indica que su empaque no excede las concentraciones permisibles de metales pesados regulados debido a contenido reciclado.

La Unión Europea tiene reglas sobre la fabricación y composición de los empaques para garantizar que estén "limitados a la cantidad mínima adecuada para mantener el nivel necesario de seguridad, higiene y aceptación".

4.-  Responsabilidad extendida del productor. Los programas de Responsabilidad Extendida del Productor pueden garantizar que los fabricantes sigan siendo responsables de los productos de plástico de un solo uso para sus productos.

En Alemania, por ejemplo, un sistema de Responsabilidad Extendida del Productor adoptado en 1991 permitió que a 1998, la ordenanza resultara en una reducción estimada de residuos de 1 millón de toneladas.

En Finlandia, bajo el esquema de Responsabilidad Extendida del Productor, todos los envasadores de productos, o los importadores de productos envasados considerados productores, son legalmente responsables de organizar un sistema de recolección y reciclaje para los residuos de envases plásticos que ingresan a los mercados. En 2016, la tasa de retorno de PET fue del 92 por ciento.

Con información del WRI.