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México encuentra una nueva estrella exportadora en los equipos de cómputo y procesamiento de datos, quitando el liderazgo al sector automotriz.

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Mucho se ha hablado de los beneficios que México podría obtener del nearshoring, aunque estos aún no se han reflejado de manera contundente en los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED).

Sin embargo, ante la política arancelaria impulsada por Donald Trump contra los países que exportan a Estados Unidos, se abre una nueva ventana de oportunidad para México.

Esta vez no es la industria automotriz ni la de autopartes la que encabeza el potencial, sino una actividad que en lo que va de 2025 ha duplicado sus exportaciones hacia el vecino del norte, hasta convertirse en el principal producto de venta al exterior, desplazando al sector automotriz; nos referimos a los productos que tienen que ver con las computadoras y los equipos procesadoras de datos.

 

15.3% de la participación de comercio total es de México consolidandose como el principal socio comercial de Estados Unidos en 2025.

 

Durante más de una década, México fue reconocido como la potencia automotriz de Norteamérica. Las plantas ensambladoras y de autopartes convirtieron al país en un engranaje fundamental para la industria estadounidense.

Sin embargo, en 2025 esa hegemonía comenzó a cambiar. Por primera vez en once años, el capítulo 84 de la clasificación arancelaria —reactores nucleares, calderas, máquinas y aparatos mecánicos, dentro del cual destacan las computadoras y equipos de procesamiento de datos— se posicionó como el principal producto exportado por México a Estados Unidos, desbancando al capítulo 87 de vehículos automóviles.

El fenómeno no es menor: Mientras que las exportaciones de autos hacia el mercado estadounidense acumularon una caída de 6.8% en los primeros siete meses del año, las de computadoras crecieron cerca de 96.5%, equivalentes a más de 22 mil millones de dólares adicionales respecto al mismo periodo de 2024. Esta transformación apunta a un cambio estructural en la canasta exportadora mexicana y abre la puerta a una segunda gran ola de nearshoring, ahora centrada en la industria tecnológica.

 

 

La clave del viraje exportador

  • El encarecimiento de las importaciones chinas.
  • El trato diferenciado a los sectores.

 

De la manufactura automotriz al procesamiento de datos

México se ha consolidado como el principal socio comercial de Estados Unidos en 2025, con una participación de 15.3% del comercio total, por encima de Canadá (13%) y muy lejos de China (7.8%), que perdió terreno debido a los altos aranceles impuestos bajo la administración Trump.

 

La clave del viraje exportador radica en dos factores:

  1. El encarecimiento de las importaciones chinas. Los aranceles impuestos por Washington sobre bienes tecnológicos provenientes de China han obligado a muchas empresas a buscar proveedores alternativos. México, por su cercanía geográfica y la red del T-MEC, se volvió el destino natural para suplir esas cadenas de suministro.
  2. El trato diferenciado a los sectores. Mientras que los autos, el acero y el aluminio enfrentan aranceles sectoriales estrictos (25% en el caso automotriz, 50% en metales), los equipos de cómputo pagan tasas mínimas, cercanas a 0.16%. Este “respiro arancelario” ha permitido que las exportaciones mexicanas de computadoras se disparen y conquisten la cima del comercio bilateral.

El dato es contundente: El capítulo 84 representó en julio 26.5% de todas las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, mientras que los automóviles se redujeron a 23.7%, de acuerdo con un análisis de Banco Base.

 

El papel del T-MEC y la ventana de oportunidad

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) juega un papel fundamental en este escenario. El cumplimiento de las reglas de origen por parte de las empresas mexicanas pasó de 46% en junio a 85% en julio, lo que representa un significativo incremento de las mercancías exportadas a Estados Unidos bajo las reglas del T-MEC, de acuerdo con los análisis de la institución financiera.

Este gran salto refleja los ajustes que realizaron las compañías para adaptarse a los requerimientos del acuerdo y confirma la ventaja competitiva de México como productor de bienes, entre ellos los tecnológicos, integrados a la región.

 

 

Retos en el horizonte

  • Volatilidad arancelaria.
  • Competencia internacional.
  • Debilidad interna.

 

Retos en el horizonte

La oportunidad es evidente, pero no está libre de riesgos:

Volatilidad arancelaria. El gobierno de Trump ha mostrado la intención de aplicar los aranceles “al pie de la letra”, lo que podría frenar el crecimiento exportador hacia finales de 2025. Si bien el sector de cómputo hoy se beneficia de tasas mínimas, un cambio de política podría afectar la tendencia.

Competencia internacional. Taiwán se mantiene como el primer proveedor de computadoras a Estados Unidos. México ya ocupa la segunda posición, pero aún no desplaza a la isla asiática, lo que implica que la batalla por consolidarse como el “hub” tecnológico de América del Norte apenas comienza.

Debilidad interna. Aunque las exportaciones crecen, la balanza interna muestra señales preocupantes. Las importaciones de bienes de capital —clave para invertir en nuevas plantas y maquinaria— acumulan una caída de 11% en el año, reflejando un bajo dinamismo en la inversión fija en México. Si el país no mejora su clima de negocios, la oportunidad de atraer más relocalizaciones podría desperdiciarse.

 

México como socio estratégico

Pese a estos retos, México está en una posición privilegiada. Su costo logístico para exportar a Estados Unidos es de apenas 0.75 dólares por cada 100 dólares de importación, uno de los más bajos del mundo. Esto, combinado con su ubicación geográfica, tiempos de entrega rápidos y la complementariedad industrial con Estados Unidos, fortalece su atractivo frente a competidores lejanos.

Además, México no solo está sustituyendo a China en productos tecnológicos; también está ampliando su huella en sectores como aparatos eléctricos, instrumentos de óptica y metales preciosos. Esto diversifica su base exportadora y reduce la dependencia del sector automotriz.

 

 

La segunda ola del nearshoring

El auge del equipo de cómputo no es un hecho aislado, sino la punta de lanza de una potencial segunda ola de nearshoring. La primera, detonada tras la pandemia y las disrupciones logísticas, trajo al país inversiones en autopartes, electrónicos y logística. Ahora, la segunda podría consolidar a México como el nuevo epicentro tecnológico de América del Norte, atrayendo a fabricantes de semiconductores, ensambladoras de computadoras y proveedores de la economía digital.

La tarea pendiente para México será preparar la infraestructura y el capital humano para sostener esta transición. Se requieren más parques industriales especializados, incentivos para la innovación y una fuerza laboral altamente capacitada en electrónica, programación y manufactura avanzada.

En un contexto global donde la geopolítica reconfigura las cadenas de valor, México tiene ante sí una ventana de oportunidad histórica: convertirse en el socio tecnológico de confianza de Estados Unidos. El reto está en no dejarla pasar.

 


Texto:Eunice Martínez