Los problemas de movilidad urbana son uno de los más complejos de resolver; de ahí que es necesario contar con programas que verdaderamente lleguen al punto nodal de la situación.
América Latina, al ser la región más urbanizada del mundo, tiene un gran compromiso y un enorme reto: mejorar la movilidad y en consecuencia, la calidad de vida de sus habitantes. Los expertos consideran que en la región, hacia el año 2025, los gases de efecto invernadero aumentarán 30% en comparación con el 2005, por lo que es imprescindible invertir en transporte público y promover modelos de movilidad sustentable.
El ciudadano, como el foco principal de las políticas públicas y la plena colaboración de los gobiernos, los industriales y las empresas operadoras del transporte, son el paradigma para el futuro de la movilidad en la región, además de aprovechar los componentes que ayuden a la mejor prestación del servicio.
En 21 países de América Latina hay 570 millones de habitantes, el 85% vive en zonas urbanas, cuatro mega ciudades tienen más de 10 millones y cinco más de 5 millones.
Por tanto, transformar los esquemas del transporte público es uno de los indicadores con los que se concibe en la actualidad a las ciudades globales.
En este sentido, se deben crear ciudades incluyentes, sustentables y productivas. Para lograrlo, es necesario impulsar una visión integral que ubique al ser humano como la parte más importante en la movilidad, y así pensar en el diseño de ciudades con trayectos cortos, donde el trabajo se encuentre cerca de la vivienda.
De igual forma, una movilidad sustentable debe estar encaminada hacia el peatón y no hacia los automóviles, sólo así se tendrá una mejor calidad de vida, se contribuirá con el cuidado del medio ambiente, así como con el empleo de
alternativas tecnológicas.
Es necesaria una mayor movilidad en alianza con los organismos del transporte público de pasajeros y los operadores, contrario a lo que ocurre actualmente, cuando el tiempo promedio de transportación es de 2 horas y media al día, esto hace que al final de su vida una persona haya dejado 4.5 años de su vida atrapada en el tráfico.
Nivel | Ítem | Descripción | Variable (ejemplo) |
---|---|---|---|
Tiempo de desplazamiento | Tiempo por persona. | ||
Espacio geográfico | Km2 usados en la movilidad de las personas. | ||
I | Consumos | Espacio Vital | M2 por persona |
Energía. | Gramos equivalentes a petróleo por persona. | ||
Recursos financieros. | Capital gastado en forma pública o individual. | ||
Efecto barrera. | Intensidad de relación entre personas. | ||
II | Impactos | Accidentes. |
Cantidad y grado de severidad. |
Congestión. | Tiempo de recorrido y contaminación adicionales. | ||
Contaminación de aire y ruido. | Emisiones y concentración de poluciones y decibeles. |
En nuestro país la falta de movilidad propicia que anualmente se pierda más del 9% del PIB; los cálculos que se hacen generalmente son conservadores y no contemplan las pérdidas que se generan no sólo por falta de competitividad, sino por la reducción en el nivel de vida de los ciudadanos, la contaminación ambiental, las consecuencias a la salud y los accidentes viales, lo cual se contrapone a las políticas de desarrollo económico que aspiran a crecer 1 o 2 puntos porcentuales por año.
México requiere de un planteamiento que cambie su visión integral sobre sus ciudades.
Una fórmula combinada podría ser adoptar los conceptos del servicio público social y retomar la estructura constitucional que en la actualidad le permite contar con un estatuto de las ciudades y retirar trabas institucionales que complican el desarrollo de programas de largo plazo, como son generalmente los relacionados al transporte y la movilidad.
A pesar de que existen 40 proyectos de infraestructura, a través del Fondo Nacional de Infraestructura y un programa de apoyo federal al transporte masivo (trenes suburbanos, tranvías y metros, así como sistemas integrados de transporte con vialidades segregadas o preferenciales) con una inversión de más de 120 mil millones de pesos para trasladar pasajeros, nuestro país requiere una ley nacional de movilidad que articule los esfuerzos de todos los actores para ofrecer un servicio más efectivo.
Con este panorama se está haciendo un programa de inversión que se puede considerar importante; sin embargo, hay que reconocer que resulta insuficiente. En América Latina tendemos a reaccionar cuando el problema ya lo tenemos encima. En este sentido, México se tiene que esforzar mucho más para encontrar las aristas en materia de movilidad, porque no se cumple solamente moviendo gente; se debe observar el impacto que tiene en la calidad de vida, los tiempos de traslado, las emisiones de contaminantes, la recuperación del espacio público y la reactivación de la planta productiva. También ha quedado totalmente claro que urge ordenar el crecimiento urbano a través de una política nacional que considere como uno de sus ejes principales la movilidad sustentable.
El servicio público de transporte debe plantear una nueva visión urbana, migrar a esquemas de sociedades mercantiles que mejoren las oportunidades e incluir esfuerzos tecnológicos.
En el caso de nuestro país los subsidios pueden ser un interesante incentivo para aprovechar las posibilidades del mercado. Las cifras hablan por sí mismas: a diario se realizan 100 millones de viajes y el 60% de ellos se realiza en transporte público. Para que una ciudad crezca en materia de movilidad es necesario que sus sistemas de transporte estén interconectados o cuenten con parámetros multimodales, de lo contrario todos los esfuerzos por mejorar la movilidad se tornan vanos. Es necesario también que cuenten con una red de pago integrado; es decir, que se puedan pagar taxis, Metro, autobús, bicicleta y otros transportes con la misma tarjeta. El pago unificado, podría usarse en cualquier parte del mundo, si se contara con la tecnología; pero también es necesario que dentro del marco legal esté considerada la actualización tarifaria la cual beneficiaría al usuario, mejorando el servicio. En suma, es necesario promover en nuestro país, un modelo urbano que reduzca las necesidades de viajes en automóvil e incentive el uso del transporte público por su rapidez, seguridad, calidad y accesibilidad.
Hace falta implementar herramientas para reducir el uso del automóvil con el fin de cambiarlo por otros medios de transporte más sustentables y equitativos. Es un error considerar que los pasajeros en las ciudades latinoamericanas son clientes cautivos del transporte público: si tienen la oportunidad de subirse a un auto, lo harán.
La mejor opción de transporte público es tener todos sus sistemas integrados, de manera que los usuarios puedan cubrir sus necesidades accediendo a todas las opciones de movilidad con una sola forma de pago, como puede ser la tarjeta, que le permita pasar de un modo de transporte a otro.
Asimismo, hay que integrar no sólo las diversas formas de trasladarse en las ciudades, sino también las tecnologías, como los semáforos inteligentes, sistemas de navegación incluidos en los vehículos colectivos y hasta las novedosas aplicaciones en teléfonos celulares, para que los usuarios cuenten con información en tiempo real.
El reto es establecer y generar ciudades más compactas, caminables, con sistemas integrados de transporte público, donde se reduzca el uso del automóvil para propiciar espacios vivos, con un uso de suelo mixto interconectado, que promueva viajes no motorizados.
Para ello, es necesario implementar los cambios estructurales e institucionales que coloquen a la movilidad como un derecho humano.
Texto:Jesús Padilla Zenteno
Foto: Ras, mx, obrasweb, Secretaría de Comunicaciones y Transportes-Dirección General de Transporte Ferroviario y Multimodal, STM