Ha pasado una década desde que México empezó a tomar en cuenta el concepto "sustentabilidad". Los desarrolladores nacionales aprueban esta nueva forma de pensar y van por el camino de la conciencia ambiental.
Un tango argentino dice "que veinte años no es nada", y aunque la música de "Volver" sea del gran Gardel, para el negocio inmobiliario mexicano 10 años son todo. Al comenzar la primera década del siglo XXI la industria mexicana pasó de no tener la más mínima idea de la sustentabilidad a ser un concepto de moda. Además, tenemos que reconocer en nuestro territorio la aplicación de normas internacionales, e incluso reconocer la necesidad de crear lineamientos ceñidos a la realidad del clima, materiales e idiosincrasia.
La sustentabilidad es ya una realidad, en ocasiones contradictoria y difícil de seguir, pero que transcurrió de la utilización de pintura color verde a las tecnologías de ahorro de energía y agua potable, así como metodologías de construcción en pro del medioambiente. Por lo tanto, hoy en día el tema de la sustentabilidad está relacionado con cuestiones ambientales, económicas y sociales.
Para el arquitecto José Picciotto, vice chair del Urban Land Institute (ULI) Mexico, esta primera década del nuevo siglo dejó como experiencia inicial la creación de una conciencia entre los desarrolladores, en el sentido de que se debe buscar que las construcciones sean sustentables.
Federico Llamas, director general de la Universidad del Medio Ambiente, señala que del 2000 al 2010 lo más importante es que se empezó a crear una conciencia global en la necesidad de ahorrar energía y construir de manera más eficiente.
MODA A SEGUIR
Al inicio del año 2000 el sector inmobiliario comenzó a observar que en Estados Unidos y Canadá empezaba un movimiento que cada vez ponía más atención a los detalles de construir sin afectar al medioambiente. Primero fue como moda, después como un valor agregado a las construcciones. Ambos especialistas, Picciotto y Llamas, coinciden en que el ingreso del sector inmobiliario en el terreno de la sustentabilidad se debió a la influencia de clientes o inversionistas en desarrolladores mexicanos.
Para Raúl Berarducci, country manager de Bovis Lend Lease, el camino es más reciente aún. Se remonta a cinco años. De entonces a la fecha, hombres de negocios vinculados a la edificación han modificado su perspectiva respecto a construir con prácticas ambientalmente sanas: "En el mercado de oficinas vino una tendencia precedida por lo que estaba pasando en Estados Unidos, Europa y el resto del mundo, donde empresas de carácter global buscaban espacios más eficientes por sus compromisos con la sustentabilidad, que exigían rentar espacios con edificios certificados o prácticas sustentables", dijo el directivo.
Fue a través de ese intercambio de experiencias que los desarrolladores mexicanos empezaron a tratar de adecuar normas internacionales, como la llamada LEED (Leadership in Energy & Environmental Design).
LEED es un sistema de certificación de edificios sustentables desarrollado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos (US Green Building Council). Se usa desde 1998 y en la actualidad varios países la aplican, entre ellos México. Se trata de una certificación de uso voluntario que tiene como objetivo avanzar en la utilización de estrategias que permitan una mejora global en el impacto medioambiental de la industria de la construcción.
La certificación se compone de un conjunto de normas sobre la utilización de estrategias encaminadas a la sostenibilidad en edificios de todo tipo. Se basa en la incorporación en el proyecto de aspectos relacionados con la eficiencia energética, el uso de energías alternativas, la mejora de la calidad ambiental interior, la eficiencia del consumo de agua, el desarrollo sostenible de los espacios libres de la parcela y la selección de materiales.
El problema es que las normas que se aplican en Canadá y Estados Unidos obedecen a un clima extremo que no se tiene en México. En este sentido, Picciotto explica que tener una certificación LEED es algo bueno, pero no garantiza que una construcción sea eficiente. En mucho, porque la evaluación se logra a través de puntos, en la que, por ejemplo, los interiores permiten que un edificio logre la certificación, pese a que no sea del todo sustentable. Mencionó el caso del edificio de HSBC en la ciudad de México, el cual está certificado pero no es ciento por ciento sustentable. Sin embargo, el crecimiento en la certificación es evidente. Hace unos cuatro años había 20 profesionales certificados LEED, actualmente hay cerca de 120.
Llamas señala que en nuestro país la certificación tiene algunas deficiencias en materia de ahorro de agua y energía: "Lo real es que en esta materia los desarrolladores mexicanos tienen mucho que aprender, pero también mucho que aportar, principalmente en uso de materiales originarios de México y en diseños sustentables".
Picciotto y Llamas precisan que en estos momentos lo importante es que entre las personas del sector existe la conciencia de trabajar de la mano de la sustentabilidad. No obstante, el reto es no aplicar a rajatabla una certificación que nació en Estados Unidos, sino que hay que buscar adecuaciones y después generar una certificación que responda a las necesidades de nuestro país, a su clima y a sus materiales.
MITOS Y REALIDADES
Durante estos 10 años la sustentabilidad generó muchos mitos y algunas realidades. Por supuesto, el primero de ellos tiene que ver con los costos. Muchas personas aseguran que ser amigables con el medioambiente significa invertir mucho en tecnología, que a ciencia cierta no se sabe si es del todo benéfica.
Otros especialistas explican que el beneficio no se da en el costo de los insumos, sino en la baja significativa en las facturas de gas y energía eléctrica (hasta 40 %). No obstante, para quienes se involucran en el proceso los números también están relacionados con el tiempo en que se recupera la inversión a través del ahorro de costos: "En Estados Unidos hay edificios sustentables certificados con rentas de entre 5 y 10 % por arriba de la competencia", comentó Berarducci.
Estas "pequeñas" diferencias en torno a la fórmula costo-beneficio parecieran poco significativas, un asunto de "pesos y centavos"; sin embargo, su importancia radica en que los edificios consumen 23 % de toda la energía de México. De ahí que, reducir este porcentaje se traduce en miles de millones de pesos.
Durante la primera década de este siglo, Infonavit y otras entidades han tratado de impulsar el desarrollo de una construcción verde, en ocasiones con poco éxito y en otras con acciones más o menos concretas, como la aplicación de calentadores solares en el Estado de México, la utilización de focos ahorradores en casas nuevas y el desarrollo de complejos habitacionales con equipo para recolectar el agua de lluvia, como sucede en el municipio de Tecamac.
Pero el "talón de Aquiles" sigue siendo el costo. Se estima que, en promedio, una vivienda sustentable es 20 % más cara que una convencional. Sin embargo, debido a que el costo de mantenimiento baja 29 % al año, el sobrecosto de los gastos de construcción se amortiza en cuatro años y a partir del quinto los ahorros se convierten en ganancias.
Datos de diferentes instancias calculan que el mercado habitacional genera 200 000 millones de pesos anuales en inversión, con los que se financiarán 490 000 casas nuevas, de un déficit de 8 millones de viviendas. Además, la producción de vivienda creció 16 % hasta agosto de 2010, y se registraron 313 000 comienzos de obras.
Con todo, Picciotto asegura que las verdaderas ganancias se encuentran en el desarrollo de complejos para oficinas: "La presencia de extranjeros en este sector y la preocupación que tienen en cuestiones de medioambiente hace que se busquen crear oficinas sustentables".
Y es que en el periodo 2000-2010 la adopción de la cultura de la sustentabilidad se generó en mucho gracias a la presencia de extranjeros. Prueba de ello es que otro de los sectores que cada día busca ser ecológicamente correcto es el industrial, en un país que hasta la segunda mitad de la década de 1980 tenía una legislación ambiental poco eficiente.
Para Picciotto, otro de los problemas que complica la adopción de políticas verdes es el poco apoyo gubernamental: "Mientras que en Estados Unidos una persona que cambia su calentador por uno solar o instala celdas solares en su casa puede deducir el total de la factura en su declaración de impuestos, en México esto no sucede". Por lo que una de las asignaturas pendientes que tiene el país en materia de sustentabilidad para la segunda década de este siglo es crear leyes que impulsen de manera definitiva la aplicación de tecnologías verdes en todos los procesos de construcción.
EN EL ÁMBITO MUNDIAL, ¿CÓMO ESTAMOs?
Para los mexicanos siempre es necesario saber cómo estamos en relación con Estados Unidos y Canadá. El maestro Llamas reconoció que existen retrasos que no tienen que ver con una falta de eficiencia sino con formas diferentes de construir en los tres países: "El reto no debe ser ponernos al nivel, sino que la arquitectura mexicana tome conciencia, tome fuerza en sus modelos, en su clima, en sensibilizar a los desarrolladores", dijo.
Mientras que para Picciotto el tema para el futuro es pasar de reglamentos de aplicación optativa a una normatividad de carácter obligatorio.
DEL PASADO EFÍMERO
Para ambos especialistas, en la actualidad México no se encuentra en el nivel de Canadá y Estados Unidos, pero eso no es "malo" necesariamente, porque en estos momentos los desarrolladores de nuestro país están haciendo algo único, regresar a los orígenes, no sólo en cuanto a diseño, sino también en materiales, al pasado de la arquitectura mexicana, la de las haciendas y las casas familiares.
El regreso del adobe, conocido como el "primo pobre del tabique", pero que es mejor aislante, además de sus capacidades térmicas, la utilización de sistemas de ventilación eficientes, los diseños que sacan provecho de las horas de sol y de las corrientes de viento, hacen que en México se empiezan a sentar las bases de una sustentabilidad con colores, trazos, pero, sobre todo, materiales y mano de obra cercanos a nuestra realidad.
Para la década que empieza en el 2011, los retos para México en materia de sustentabilidad son muchos, legislar de manera coherente y con inteligencia para hacer que toda acción sobre este tema sea deducible de impuestos. Esto implica una urgencia en un mayor acercamiento entre desarrolladores y el sector académico, y fundamentalmente en la creación y consolidación de una certificación mexicana, de carácter obligatorio, que garantice la calidad de los proyectos de los desarrolladores.
Texto:Arturo Medina
Foto: Narinder Sagoo Foster, L. De Garrido,stock,GDU Arquitectos