La capacidad exportadora de China es muy conocida, pero ahora son las propias empresas estatales las que ya salen a competir internacionalmente en proyectos de infraestructura.
El Gobierno chino ha presionado mucho a las empresas estatales para que salgan a competir en los mercados internacionales, así como en su restructuración. En septiembre del 2015 presentó la iniciativa “One Belt, One Road”, enfocada principalmente (pero no exclusivamente) en Asia, de la mano con el recientemente creado Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), bajo el auspicio de China.
Las empresas estatales tienen que competir en mercados internacionales, poniendo énfasis en países con los que China tenga diversos acuerdos económicos (como en el caso de venta de materias primas) y una relación cooperativa con el país asiático. Una parte del financiamiento de estos proyectos provendría del AIIB.
Aunque son pocas, se puede ver a las empresas más grandes de China interesadas en México y el resto de Latinoamérica, especialmente en el sector eléctrico; de energía renovable, exploración petrolera y construcción especializada; y a su vez, de la mano de ellas los que operan o se interesan en operar, son los mismos bancos chinos; además de existir fondos con capital dedicados a estos mercados (1).
Las empresas chinas complementan ampliamente a los jugadores ya existentes, con experiencia, tecnología y costos bajos. También, pero no siempre, con costos de financiamiento más baratos. Los retos son grandes. Estas empresas tienen poca experiencia internacional, capacidad limitada para gestionar sus negocios desde una perspectiva empresarial, y su experiencia se concentra en contratos EPC, lo que es un reto importante, dado que nuestro país requiere que cada vez más sea la iniciativa privada quien financie la creación de infraestructura.
Al mismo tiempo es una oportunidad, ya que los jugadores locales complementen de manera natural las limitantes que tienen las empresas orientales. Debemos tomar en cuenta que una relación fuerte de nuestro país con ellos, pagará más que cualquier inconveniente de corto plazo y que China es una de nuestras pocas opciones de muy alto potencial; mientras que para ellos somos una opción entre tantas que abundan. A México le corresponde trabajar y ser muy paciente.
¿Por qué esperar una relación diferente con China?
La inversión de China en México todavía debe despegar. Asumiendo que durante el segundo semestre del año se comporte igual a la primera mitad del 2016, China habrá invertido, entre 2012 y 2016, 74 millones de dólares (mdd) promedio en México por año, comparado con los 1,670 mdd de Japón y 653 mdd de Corea del Sur, países de mucho menor peso económico, y muy lejos, por supuesto, de los 11,958 mdd de Estados Unidos (2).
Estas cifras subestiman una parte importante del nivel de actividad de China en el país, ya que su inversión se realiza frecuentemente por subsidiarias de otros países como Singapur o algún país europeo; además las actividades que realizan las empresas chinas en México estarían, en parte, financiadas por deuda.
Durante los dos últimos años se han realizado cambios muy importantes que permiten a México captar montos mucho más elevados. En unos años China será el primer o segundo inversionista a nivel internacional, ya que su gobierno ha adoptado políticas que fomentan la inversión en el extranjero.
Texto:Jorge Mesta
Foto: Deloitte