La historia de la banca en México está ligada a la evolución de la economía local, tanto que ha sido partícipe de sus momentos de expansión como de crisis.
Eduardo Turrent relata en el documento Historia Sintética de la Banca en México, publicado por el Banco de México(Banxico), que el inicio de la banca en México se remonta a 1864, cuando se estableció en el país la filial del banco británico: The Bank of London, Mexico and South America (nombre original en inglés); siendo ésta la primera institución bancaria en el país.
Anteriormente, en el periodo de la Colonia se llevaban a cabo operaciones de crédito por parte de las órdenes religiosas o los consulados de comerciantes. La primera institución en la capital del país tiene su origen hasta 1881, con el Banco Nacional Mexicano, fundado con capital del Banco Franco Egipcio, cuya sede se encontraba en París.
En cuanto a la estructuración de un sistema bancario, el proceso se remonta a 1890, aunque fue una tentativa fallida. Pocos años después, en 1896 quien fuera el primer ministro de Hacienda de Porfirio Díaz, José Ives Limantur inició los trabajos para expedir la primera Ley Bancaria,con el objetivo de unificar los términos operativos y funcionales en los bancos existentes durante esa época y los que se establecerían en el futuro.
Como reseña histórica, Turrent indica que “hasta poco antes de que estallara la Revolución en 1910, la estructura bancaria de México se encontraba integrada de la siguiente manera: había 24 bancos de emisión entre los cuales se contaban el Banco Nacional de México y el Banco de Londres que eran los únicos cuyos billetes podían circular en todo el territorio nacional. Los billetes del resto de los bancos de emisión solo podían circular en la entidad federativa a la que estuvieran cada uno de ellos adscrito. Por último, al anterior grupo se sumaban dos bancos hipotecarios y cinco refaccionarios”.
De 1932 a 1940 el total de las instituciones de crédito privadas se elevó de 51 a 87, donde un 70% eran bancos de depósito y descuento. Pero de 1941 a 1945 el número de bancos de depósito pasó de 67 a 97 y el total de instituciones de crédito de 101 a 311, según lo marca el estudio de Turrent.
Desde finales de la década de 1950, la tendencia del sistema financiero mexicano se perfiló hacia el prototipo de banca universal.
Su evolución ha sido una permanente y dinámica transición, caracterizada por ciclos de expansión, fusiones, estatizaciones, privatizaciones, crisis y modernización.
Grandes reformas en los años 70s
Las grandes transformaciones de la banca moderna en México tuvieron su consolidación en la década de los 70s por dos grandes reformas fundamentales:
- El reconocimiento oficial de la existencia y creación de los grupos financieros.
- La adopción en el país de la banca múltiple o banca universal, entendiéndose por ésta, la provisión de la totalidad de los servicios financieros por una misma entidad o consorcio.
La Ley Bancaria de 1941 se inspiró en el principio de la especialización de la banca y se mantuvo en vigor hasta esa misma década, pero en la práctica el sistema financiero mexicano avanzaba hacia un modelo de banca universal a través de la formación de agrupaciones financieras.
El estudio histórico del Banco de México reseña que “el modelo general de agrupación financiera que se fue formando en México resultó, de preferencia, el que tenía como cabeza a un banco de depósito”.
Este tipo de bancos consiguió agrupar como filiales a una financiera, una hipotecaria, un departamento de ahorro y un fideicomiso. Sin embargo, más adelante este cuadro se complementó con la incorporación del arrendamiento financiero y probablemente una filial dedicada al factoraje.
Turrent describe que “la mayoría de los grupos financieros mexicanos estaban constituidos y operaban abiertamente cuando, muy tardíamente, se tomó la decisión de reconocer legalmente su existencia. Con esa finalidad, en diciembre de 1970 se promulgó una disposición a cuyo amparo se reconocía la existencia de esos grupos o agrupaciones”.
Durante la primera mitad de la década se avanzó muy rápido en el reconocimiento de las agrupaciones y hacia diciembre de 1974, se había registrado la existencia oficial de 15 grupos financieros. Entre ellos sobresalieron los encabezados por: Banco Nacional de México, Banco de Londres, Banco Comercial Mexicano, Banco del País, Banco de Industria y Comercio y Banco Internacional.
Los grupos financieros fueron el antecedente histórico de la banca múltiple y precisamente, la adopción de la banca universal llevó varias etapas. La primera de ellas implicó una reforma legal cuando en diciembre de 1974 se anunció una ley que creaba esta figura institucional; posteriormente, en diciembre de 1978 se presentaron varias reformas a la Ley Bancaria, lo que permitió el marco legal para la conformación de la banca múltiple.
En la práctica, entre diciembre 1976 y hasta abril de 1980 se finalizó la creación de los bancos múltiples. Las primeras cinco instituciones de este tipo fueron: Multibanco Mercantil de México, Banpacífico, Banca Promex, Banco de Crédito y Servicios, y Unibanco.
De las grandes instituciones que existían hasta ese momento y que se constituyeron en banca universal está Comermex, en enero de 1977; Banamex, en marzo; en julio le siguió Internacional; en julio Atlántico; Serfin lo hizo en octubre y Bancomer en noviembre. Todas en el mismo año.
En total se formaron 34 bancos múltiples en ese periodo, los últimos cinco fueron: Banco Obrero en septiembre de 1979, Banco Mexicano Somex, Banco del Centro y Banco Monterrey en enero de 1980; mientras que Banco Aboumrad lo hizo en abril de ese mismo año.
Además de la conversión de la banca especializada a la banca múltiple en esta década, una vez terminado este proceso se promovió un programa de fusión de instituciones pequeñas orientadas a fortalecer su solidez y procurar una mayor competencia en el sistema financiero.
Una banca estatizada
En la década de los 80s, en medio de una severa crisis económica que acarreó una fuerte devaluación, el presidente José López Portillo decretó la expropiación de la banca privada (no incluyó la banca extranjera, las oficinas de representación de bancos externos, la banca mixta ni las instituciones nacionales de crédito) y el control generalizado de cambios durante su último informe de gobierno, en 1982.
Por no incluir a la banca extranjera a este acto no se le llamó nacionalización de la banca. En total fueron 49 instituciones estatizadas.
Los argumentos para esta expropiación de la banca privada fueron los siguientes:
- Los bancos privados habían obtenido ganancias excesivas en la prestación de servicios públicos concesionados.
- Habían creado de acuerdo con sus intereses, fenómenos monopólicos con dinero aportado por el público.
- A fin de que el crédito no siguiera concentrando en los estratos altos de la sociedad y llegara oportuno y barato a la mayor parte del pueblo.
- Para facilitar salir de la crisis económica que se había agravado por falta de control directo del Estado sobre el sistema financiero.
- Para el mantenimiento de la paz pública y adoptar medidas necesarias orientadas a corregir trastornos internos.
Aunque fue el gobierno del presidente López Portillo quien expropió los bancos, fue el régimen sucesor del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, quien se encargó de la indemnización a los banqueros expropiados, así como de ejecutar una situación inédita en México: la banca en manos del sector público.
La indemnización de los ex accionistas se llevó a cabo entre el 22 de agosto de 1983 y el 23 de agosto de 1985 en ocho tramos. Entre los tres bancos más grandes; Banamex, Bancomer y Serfin absorbieron cerca de 75% del total.
Para 1983 se reestructuró el sistema bancario. De las 32 sociedades de crédito que había, quedaron 12 y se revocaron 11 concesiones. Tras los cambios, el sistema bancario comercial se redujo de 60 a 29 entidades.
A estos cambios le siguió un cuidadoso proceso de fusiones como parte de una nueva reestructuración, por lo que para 1985 quedaron 20 instituciones, comprendidas de la siguiente forma: seis de cobertura nacional, ocho multiregionales y seis regionales. Finalmente, en abril de 1986 y mayo de 1988 se autorizaron dos nuevas fusiones para quedar finalmente 18 instituciones, con las cuales a la postre se realizó el proceso privatizador.
El presidente De la Madrid, que no fue consultado para la estatización, tomó la decisión de que se formara una banca mixta con la participación de un 30% de las acciones de capital privado, con el objetivo de volverla más competitiva. Inclusive, buena parte del inicio de su sexenio se trabajó para restituir la confianza que se perdió con la iniciativa privada tras la expropiación de la banca. Entre otras cosas, ésto provocó el desarrollo de la denominada banca paralela, como se les llamó a las casas de bolsa.
A pesar de toda la reestructura del sistema en la década de los 80s y la crisis económica observada, los números de la banca no fueron desfavorables y se presentó un crecimiento real en la captación, el ahorro financiero y la cartera de crédito.
Con la llegada a la presidencia de Carlos Salinas de Gortari a finales de 1988, casi de inmediato se toma la decisión de iniciar la privatización en 1989, como parte del proceso de reducción del tamaño del sector paraestatal.
Privatización y crisis bancaria
En la década de los 90s, para llevar a cabo el proceso de privatización bancaria, se tuvieron que modificar los artículos 28 y 123 de la Constitución como parte de varias reformas jurídicas; además, en 1990 se crea el Comité de Desincorporación Bancaria, responsable de diseñar y ejecutar la privatización de la banca en coordinación con una comisión intersecretarial, que fue la que operó como órgano principal en la toma de decisiones.
También fue necesaria una nueva Ley Bancaria, igualmente desde 1990 se creó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) como un fondo de contingencia para enfrentar problemas financieros extraordinarios tras el anuncio de desincorporación.
Eduardo Turrent, en su investigación, señala que “la desincorporación de la banca fue uno de los procesos de privatización más importantes que se han efectuado en México. Ello fue así tanto por el monto que implicó la operación como por los efectos económicos respecto a la conducción de la política económica, la evolución de la economía y la asignación de los recursos productivos”.
Los lineamientos del proceso de desincorporación fueron los siguientes: “obtener el mayor ingreso posible por la venta de los bancos, coadyuvar a mejorar el funcionamiento, el sistema financiero del país y preservar la propiedad de las acciones de los bancos en manos de inversionistas privados”.
Las casas de bolsa, que se consolidaron en los años 80s, fueron los principales compradores de instituciones bancarias, cuyo proceso se concreta entre junio de 1991y julio de 1992.
El primero de los seis paquetes bancarios a la venta incluyó a Multibanco Mercantil, Banpaís y Cremi. Las 18 instituciones que se privatizaron se asignaron de la siguiente manera: Mercantil, Banpaís y Cremi durante junio de 1991; Confía, Oriente, Bancreser y Banamex en agosto de 1991; Bancomer, octubre de 1991; BCH, noviembre de 1991; Serfin, enero de 1992; Comermex, febrero 1992; Banco Mercantil Somex y Atlántico en marzo de 1992; Banca Promex y Banoro en abril de 1992; Banorte y Banco Internacional durante junio de 1992, y Bancen, julio de 1992.
A la par de darse por concluida la venta de las instituciones bancarias por parte del Estado, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) abrió la oportunidad para que establecieran nuevos bancos en el país. También, una vez terminado el proceso de privatización, de la mano con los niveles de inflación y tasas de interés bajas, luego de las llamadas crisis recurrentes, se presentó una gran avalancha de crédito al sector privado, sobre todo, de crédito al consumo y donde destacó el crédito hipotecario. Una de las características de dicho crédito fue que se otorgaba con tasas variables.
Sin embargo, lo que fue bautizado como la época de la gran “borrachera” del crédito en México, debido a la gran competencia que se observó, trajo desajustes importantes en el sector financiero, cuando el país entró en crisis por causa del denominado “error de diciembre”, cuando a menos de un mes de haber iniciado la administración del presidente Ernesto Zedillo, en diciembre de 1994, se volvió a presentar una nueva crisis devaluatoria.
En 1995 con el espectacular rebote de la inflación y tasas de interés, muchos créditos –sobre todo los banco hipotecarios- se volvieron impagables, ocasionando un severo desequilibrio en la cartera vencida de la banca, lo que ocasionó la insolvencia de las instituciones, intervenciones gerenciales, algunas nuevas fusiones y prácticamente la quiebra del sistema bancario nacional, desatando la crisis más severa de la banca en México.
En febrero del 95 se ampliaron los límites de la participación de la banca extranjera en el país, mismos que se habían acordado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Este cambio derivó en una importante inyección de capital foráneo en tres instituciones: Bancomer, Serfin y Bancrecer. Meses más adelante, BBV suscribió una carta de intención para adquirir la totalidad de las acciones de Banco Mercantil Probursa.
Como parte del proceso de crisis bancaria, durante el periodo 1994-2001 la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) con la facultad que le otorga la Ley de Instituciones de Crédito y la Ley de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, ordenó la intervención gerencial de 15 instituciones de crédito.
Las pérdidas que ocasionó la crisis bancaria fueron compartidas entre la sociedad, representada por el gobierno y los accionistas de los bancos. El programa de capitalización con compra de cartera se implementó entre 1995 y 1996, finalizándose los acuerdos de compra en el verano de 1997. A la par se constituyeron programas de apoyo a deudores a través de Unidades de Inversión (Udis).
En 1998 se sustituye el Fobaproa por el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) y de nueva cuenta se inició un proceso de reestructura de todo el sistema bancario, que implicó la venta de las instituciones a diversos grupos extranjero durante 1999, por lo que el periodo de vida bancaria reprivatizada en manos de mexicanos fue breve.
Al final, el balance de este proceso indicó que 13 instituciones fueron incorporadas a grupos financieros y el resto quedaron en poder de grupos constituidos por personas físicas. El gobierno federal recibió 37,856 millones de pesos (mdp) por la venta de acciones de los bancos, quedando un total de 130,000 accionistas frente a los 8,000 que había en 1982.
Globalización bancaria
Hacia la parte final de la década de los 90s y con el inicio del nuevo siglo, se realizaron diversas reformas a la regulación y supervisión del sistema financiero , ésto con el objetivo de lograr la recapitalización de la banca, prevenir la toma excesiva de riesgos por parte de las instituciones de crédito y reactivar el mercado crediticio. Entre las principales modificaciones que se realizaron están: la apertura total de la banca a la competencia internacional; actualización de las reglas de capitalización y de contabilidad; un nuevo esquema de seguro de depósitos; un cambio en el régimen de garantías y una nueva ley de quiebras. Se incentivó el desarrollo y el uso de burós de crédito, así como mejoras en la regulación a fin de perfeccionar las prácticas corporativas de las instituciones de crédito; además de la supervisión y corrección preventiva a las instituciones de crédito.
Durante mucho tiempo, el único banco extranjero que participó en el sistema financiero mexicano fue Citibank; sin embargo, en la década de los 90s el sistema se abrió a la competencia de la banca internacional, proceso que permitió la recapitalización del sistema financiero después de la crisis.
Es precisamente a partir del año 2000, cuando la banca entra en una etapa de apertura y consolidación, misma que aún perdura. La entrada de la banca foránea a México sin restricciones reglamentarias se concretó en agosto del 2000 cuando el español BBV (ahora BBVA) adquirió en definitiva a Bancomer y nace el grupo financiero BBVA Bancomer de la fusión entre del Grupo Financiero BBV-Probursa y el Grupo Financiero Bancomer.
Para 2001 Citibank tomó el control de Banamex, en agosto, como resultado de la venta de Grupo Financiero Banamex-Accival a Grupo Financiero Citigroup. Un año después, el británico Standard Chartered (SBC) adquiere Grupo Financiero Bital, que se convierte en Grupo Financiero HSBC. Para entonces Serfin ya había sido comprado por Santander y lo mismo había ocurrió con Inverlat por parte de Bank of Nova Scotia (Scotiabank).
La apertura total de la industria bancaria incrementó aún más la inversión extranjera en el sistema financiero de México y cambió la naturaleza de su participación. Como consecuencia al cierre del 2003, la participación de la banca extranjera en el capital de la banca mexicana llegó a 82.3% con capitales españoles en manos de BBV-Bancomer y Santander (Santander-Serfin); estadounidense, principalmente de Citibank-Banamex; Reino Unido en HSBC-Bital y Canadá con Scotiabank-Inverlat.
Las reglas de capitalización para la banca en México se reforzaron debido a la necesidad de garantizar la solvencia de las instituciones de crédito, así como de las innovaciones que se hicieron en la regulación internacional. Derivado de la crisis de la década pasada, la nueva banca aplicaba normas internacionales de capitalización y de administración de riesgos.
Asimismo, con la rápida estabilización de la economía, la inflación y las tasas de interés nuevamente bajaron y se logró reactivar el crédito al sector privado, tanto a empresas como al consumo. Sin embargo, a diferencia del pasado se aplicaron medidas prudenciales en el otorgamiento de crédito y se crearon instrumentos –como en el crédito hipotecario–, que protegen tanto a los bancos como a los acreditados, destacando el financiamiento a tasa fija.
En particular, con el inicio de este siglo, la banca vuelve al mercado de crédito hipotecario, la cual abandonó por la crisis de mitad de la década previa.
Realmente en la primera década del nuevo milenio inicia una nueva etapa de la banca en México, con una elevada presencia de banca extranjera, pero con instituciones sólidas y bien capitalizadas. Adicionalmente, con la recuperación de la estabilidad económica, caracterizado por un buen desempeño financiero, se presentaron todas las condiciones para que nuevamente el crédito incrementara su penetración en la economía.
Además de las oportunidades de desarrollo financieras propicias para el otorgamiento de crédito, la competencia entre los bancos generó que las situaciones de financiamiento hacia la iniciativa privada fueran mejorando año tras año. Fue tal el progreso de la banca mexicana que empezó a representar una importante aportación a la utilidad de sus matrices a nivel global.
En su origen, la capitalización de los bancos mexicanos por parte de instituciones extranjeras, generó muchas críticas internas, pero a más de 15 años de ello los resultados muestran una banca que cada vez tiene mayor penetración en el otorgamiento de crédito en condiciones más competitivas.
El sistema bancario mexicano se encuentra entre los más capitalizados del mundo y está bien regulado. En este sentido, la crisis financiera global de 2009 transcurrió sin grandes sobresaltos para los bancos mexicanos, a diferencia de lo sucedido en crisis anteriores.
Reforma Financiera
En 2010, por segundo decenio consecutivo, la banca enfrenta un escenario de estabilidad económica y financiera. Además del constante incremento del crédito a la banca privada; ésta se ha caracterizado por tener los mejores índices de capitalización a nivel internacional.
Por lo mismo, este nuevo periodo reviste grandes retos para la banca en México, cifras de la calificadora Standard & Poor´s (S&P) indican que la proporción del crédito como porcentaje del PIB en México, comparado con otros países de América Latina es muy baja, de entre 22 o 25%, a diferencia de Brasil o Chile, que tienen 60% y 80% respectivamente.
Por una parte, los seis grandes bancos de México: BBVA Bancomer, Banamex, Santander, Banorte, HSBC y Scotiabank compiten con bancos de nicho como Inbursa, que por su alta concentración en crédito a las empresas, su cartera de crédito total es mayor a la de Scotiabank.
Pero como Inbursa, hay otras instituciones medianas o incluso chicas que compiten con los grandes en nichos de mercado, como el caso de Interacciones en créditos a los estados o municipios, al igual que en el financiamiento a la infraestructura; ésto último similar a lo que hace Invex, o bien, bancos más jóvenes que se especializan en nichos que no son atendidos por los grandes como Compartamos, que se especializa en microcréditos.
Algo curioso es que si bien se consolidó en México la banca universal desde hace dos o tres décadas, las instituciones más jóvenes muestran un alto grado de especialización. Un ejemplo de ello es Banco Inmobiliario, uno de los más recientes y que se especializa en crédito hipotecario y al sector inmobiliario.
Iniciando la segunda mitad de la presente década, México cuenta con 45 instituciones sanas, sólidas y bien capitalizadas. No hay que olvidar que apenas en 2014 la CNBV revocó la concesión de Banco Bicentenario por problemas en sus índices de capitalización y que representa un ejemplo del estricto control que ejerce la comisión sobre las instituciones de crédito. Sin embargo, lo más trascendente en la presente década es la denominada Reforma Financiera, promulgada el 9 de enero de 2014, como parte de las reformas estructurales que propuso el presidente Enrique Peña Nieto. Ésta se basó en cuatro pilares: incrementar la competencia en el sector financiero; fomentar el crédito través de la banca de desarrollo; ampliar el crédito a través de las instituciones financieras privadas y mantener un sistema financiero sólido y prudente.
Uno de los objetivos de esta Reforma Financiera consiste en ampliar el crédito a través de las instituciones privadas. Para ello se fortalecen las facultades de las autoridades financieras, con el propósito de evaluar periódicamente el desempeño de las instituciones de banca múltiple en relación con los niveles de crédito que efectivamente coloquen o canalicen más recursos a proyectos productivos. El objetivo es que los depósitos de los ahorradores se dirijan al crédito en mayores proporciones.
La señalada reforma tiene varios objetivos, entre ellos, ofrecer créditos más baratos pero también se les otorgó nuevas facultades para hacer más efectivos los cobros de préstamos. Y es que para que los bancos reduzcan el riesgo al otorgar créditos requieren tener un esquema que les permita acceder más fácilmente a las garantías.
La banca en México representa en la actualidad un elemento estratégico para apuntalar el crecimiento interno del país, tanto a través del crédito al consumo como a las empresas. Sin lugar a dudas, la banca ha tenido un avance significativo en los últimos años. Entre 2001 y 2014 el crecimiento del crédito bancario en nuestro país ha sido 3.7 veces superior al registrado por el PIB en el mismo lapso y se ha conseguido con bajos niveles de morosidad.
Por ello se considera que hoy se vive el mejor ciclo bancario en los últimos 100 años, en un entorno altamente competitivo.
Texto:Eunice Martínez
Foto: Periodismo Objetivo / BP / ONCE TV / VENTRO CIEN. / ARCHIVO HISTÓRICO DE BANAMEX. / RPT / PINIMG / BANAMEX / TNCL / IMGUR / CNT / PRS / CHACHO NAVARRO