En México, la luz se ha convertido en una herramienta clave para redescubrir la riqueza cultural de las ciudades. Plazas, monumentos, iglesias y edificios históricos adquieren un nuevo significado cuando la iluminación resalta sus detalles arquitectónicos, crea ambientes festivos y ofrece a la ciudadanía espacios seguros para convivir.
Espacios que brillan con historia
Ejemplos de esta tendencia se encuentran en distintas ciudades. En Querétaro, el Acueducto —construido en 1726— cobra nueva vida al ser iluminado por las noches, convirtiéndose en un atractivo turístico y comunitario. En Jalisco, la Basílica de Zapopan y la Plaza de las Américas se han consolidado como espacios vibrantes que fortalecen la convivencia y atraen visitantes.
Mientras que en Mérida, la Catedral de San Ildefonso, una de las más antiguas de América, muestra hoy su riqueza interior gracias a un sistema de iluminación que permite apreciar esculturas, cuadros y su cúpula central, antes ocultos en la penumbra.
Beneficios más allá de la estética
La iluminación urbana no solo embellece los espacios: También influye en la percepción de seguridad, incentiva la actividad comercial y fortalece el sentido de pertenencia. Empresas como Signify (antes Philips Lighting) trabajan con municipios para implementar tecnologías eficientes y sustentables que permiten ahorro de energía y al mismo tiempo potencian el desarrollo turístico.
Una forma de vivir la cultura
La iluminación arquitectónica, además de realzar la belleza de los edificios, fortalece la identidad cultural del país y convierte a las ciudades mexicanas en destinos más atractivos para habitantes y turistas.