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La ciudad se transformó de una urbe burocrática y callada, en un gigantesco altoparlante de cláxones de vehículos, cuyos conductores celebraron de manera estridente el triunfo histórico del primer político negro en la historia de EU
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Por Notimex WASHINGTON.- La ciudad de Washington se transformó de una urbe burocrática y callada, en un gigantesco altoparlante de cláxones de vehículos, cuyos conductores celebraron de manera estridente el triunfo histórico del primer político negro en la historia de Estados Unidos. Las principales arterias vehiculares de la ciudad se abarrotaron de automóviles particulares que colmaron las calles, donde el festejo incluyó banderolas y aclamaciones para resaltar la victoria del demócrata Barack Obama. Este triunfo fue una hazaña electoral considerada prácticamente imposible hace sólo unos meses, y aún en la víspera electoral parecía esquiva. En las aceras de esta ciudad, la capital del país más poderoso del mundo, miles de transeúntes y turistas dejaron la comodidad de sus casas y hoteles para sumarse, felices, a una celebración multitudinaria en una ciudad habitada predominantemente por afroamericanos. Cerca de la Casa Blanca, que pronto abandonará el presidente George W. Bush, miles de personas se reunieron para remarcar una vez más, y ya fuera de las urnas, su insatisfacción con el todavía inquilino presidente. Los manifestantes reafirmaron su apoyo al candidato que proclamó un cambio en el rumbo político y económico de Estados Unidos. Ya casi a la media noche, las calles de Washington eran intransitables. Miles de residentes subieron a los toldos de sus vehículos en medio de una gritería ensordecedora y sin precedentes en la historia de esta urbe. Las autoridades fueron rebasadas para contener o poner orden en la serpiente de vehículos que colmaron las calles de la capital estadunidense. Un episodio singular en esta ciudad, por muchos considerada normalmente aburrida, ocurrió en una de las principales avenidas, cuando un joven bajó de un taxi y estampó, sin mayor preámbulo, un beso emocionado en la boca de la conductora de un auto. El hecho animó la gritería de sorprendidos transeúntes y de personas que deambulaban en cerca. La escena resultó inédita en una urbe más conocida por el presuroso deambular de burócratas y de funcionarios internacionales, que esta noche se desbordó en un torbellino jubiloso y optimista por el triunfo de Obama.