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Su nombre hace honor al cercano lago Avándaro, que se encuentra a dos horas en automóvil al oeste de la Ciudad de México.

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Con la finalidad de asemejar el complejo a “una gran residencia inmersa en el bosque”, Zozaya Arquitectos completó Avándaro 333, conformado por 27 residencias distribuidas en nueve edificios, en el Estado de México.

A través del uso de muros de mampostería y techos inclinados de arcilla, así como otros elementos de madera y vidrio, surgió una “arquitectura contemporánea con conciencia y memoria en sinergia con la arquitectura vernácula de la región, e integrando al máximo la naturaleza”, explicó la firma dirigida por los arquitectos Daniel y Enrique Zozaya.

En la planta baja de cada edificio hay un par de apartamentos de tres habitaciones, con un diseño simétrico que incluye una cocina de concepto abierto, sala y comedor. Un par de puerta corredizas de vidrio conducen a una terraza privada con una pequeña piscina.

Todas las unidades cuentan con espacios exteriores para que pueda disfrutarse de las vistas del bosque y la cercanía a Valle de Bravo. “El clima de la zona es sumamente agradable, lo que permite diseñar espacios abiertos, con ventilación cruzada y gran iluminación natural”, continuó el despacho.

Las unidades de arriba están todas dispuestas con un corredor curvo que separa los espacios sociales de los cuartos de los residentes, ofreciendo más privacidad.

Avándaro 333, cuyo nombre está inspirado en el cercano lago Avándaro, abarca 17,000 metros cuadrados (m2), y cuenta también con una piscina de entrenamiento, una casa club y una cancha de tenis.