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El proyecto de la firma arquitectónica canadiense comenzó en 2015 e implicó una serie de cambios significativos para la estructura.

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La firma canadiense de arquitectura Provencher Roy transformó la estructura del Estadio Olímpico de Montreal, un edificio construido para los Juegos Olímpicos de Verano de 1976, en un complejo de oficinas iluminadas con luz natural.

Tras quedar vacío durante casi 30 años, es ahora la nueve sede de la institución financiera local, Desjardins, la cual cuenta con una superficie de 14 mil metros cuadrados, distribuidos en siete de los 12 edificios que constituyen la torre.

El proyecto comenzó en 2015 e implicó una serie de cambios significativos, entre ellos, el reemplazar una fachada existente hecha de paneles de concreto unidos a la estructura, por un muro  cortina de cristal; la torre, que tiene forma de un triángulo isósceles, fue cubierta de este material por dos de sus lados.

El resultado, la exposición de las grandes columnas angulares de la estructura, que forman un paseo arquitectónico, lleno de mesas de juntas, asientos de diferentes colores, texturas y materiales, y plantas decorativas.

Las estaciones de trabajo están organizadas en un plan abierto, con salas de reuniones y espacios de servicios alrededor del centro del complejo. La paleta de colores monocromática se extiende a lo largo y ancho, contrastando con los muebles de madera y el verde, que cumple con la identidad corporativa de la empresa.

El edificio original, construido por el arquitecto francés Roger Taillibert, cuenta con una curva prominente que sobresale por encima del estadio en ángulo para pasar por encima de un campo de deportes. Su altura es de 165 metros y, desde su edificación, ha mantenido el récord como la torre inclinada más alta del mundo.