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Es uno de los grandes arquitectos en la actualidad. Tiene 71 años. El holandés premio Pritzker, adicto a la natación, oriundo en Rotterdam y que creció en Indonesia, es un intelectual cuyos libros transforman el mundo, sus edificios revolucionan las ciudades y sus opiniones crean polémicas. Y no se siente un gurú.

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Si hay alguien a quien los arquitectos del mundo escuchan, es a Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944).

Sus colegas analizan con lupa cada una de las nuevas propuestas del autor de la sede de la televisión china en Pekín, la Casa da Música en Oporto o la Biblioteca de Seattle. Innovador, precursor y gran observador, en sus libros anticipa las cuestiones que definen hoy la ciudad. Él asegura que esa visión le viene de haber crecido en Indonesia: sabe mirar sin prejuicios.

El dinero consume energía

1. “Crecí en Ámsterdam e Indonesia y luego viví en Londres, una ciudad dedicada al dinero que consume tu energía. Frente a eso, Holanda es un sitio súper cómodo. Aquí, entre varias ciudades se ha levantado una metrópolis sin los problemas de las ciudades”.

Los arquitectos necesitan relacionarse con el mundo

2. “Los arquitectos estamos mal relacionados con el mundo. Conseguimos trabajo participando en concursos que te pueden arruinar. Y los concursos exigen entender los lugares”.

Arquitectura para el libre mercado

3. “Vivimos en una sociedad de libre mercado y mucha arquitectura responde solo a eso. La gran mayoría de nuestros proyectos obedecen a lo mismo que mis escritos: se centran en lo que cambia más que en lo que permanece. Paradójicamente, he diseñado siempre para clientes a la antigua, encargos estatales que aíslan los edificios de las presiones de la economía de mercado”.

Nuestro trabajo es la imaginación

4. “No somos tan banales como para considerar radical todo lo que hacemos. Nuestro mejor trabajo es imaginativo, se centra en posibilidades inesperadas y en no desperdiciar nada material o conceptual.

Ser ciudadano ante todo

5. “Puede que sea simple curiosidad. Soy ciudadano antes que arquitecto. Me obsesiona la capacidad del mundo para fomentar y absorber el cambio. No creo que se puedan tener creencias fijas, inquebrantables. La vida se encarga de cuestionarlas. Tenemos una reputación enfermiza. Las supuestas estrellas se ponen por delante de cualquier otro objetivo, pero la mayoría son ciudadanos antes que arquitectos. Nunca he conocido a un arquitecto estrella. Este es un trabajo extenuante”.

La arquitectura como solución

6. “La historia está llena de transformaciones. La curiosidad, y puede que la ingenuidad, de pensar que la arquitectura no es una imposición sino una solución lleva a necesitar el cambio”.

Los gurús no existen

7. “Un arquitecto nunca puede considerarse de ese modo porque en cada proyecto luchamos de la manera menos glamurosa en muchos frentes: desde el coste hasta el control de obra. Construir es una ducha fría que vacuna ante cualquier vanidad. El mundo de las ideas puede dar esa impresión, pero el mundo real es esfuerzo y un gurú es una fantasía. Las palabras “guía” y “gurú” no me hacen sentir bien. Es otra de las razones por las que estoy en Holanda: aquí no hay. Uno puede dedicarse a lo que de verdad importa; en nuestro caso, encontrar nuevas respuestas”.

Trabajar es colaborar

8. “No podría trabajar sin colaborar. Tengo ocho o diez amigos íntimos de distintas nacionalidades. Hombres y mujeres cruciales para mi vida cotidiana y para mi trabajo”.

Conectar la necesidad con la arquitectura

9. “Me gustaría hacer rascacielos para densificar ciudades asiáticas. Hay un divorcio radical entre la vivienda de los necesitados y el mundo de la arquitectura”.

La seguridad como valor dominante

La obsesión por la seguridad, valor de la sociedad

10. “Cuando estudié qué había detrás de los cambios arquitectónicos. (Me di cuenta que) casi todas las razones eran comerciales. Pero el argumento siempre era para lograr mayor confort. Fue entonces cuando vi que eso y la obsesión por la seguridad se estaban convirtiendo en los valores dominantes en nuestra sociedad. En los años ochenta había más terrorismo y menos miedo. Lo que hoy nos causa miedo es que pensamos que los terroristas son gente muy distinta a nosotros”.

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