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Identificar los factores económicos, regulatorios y tecnológicos, además del perfil del cliente, para redefinir los modelos de negocio.

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La industria financiera, como muchas otras, se ajusta debido a la pandemia. Los principales factores que provocaron estos cambios son el comportamiento del cliente, movimientos drásticos en la economía, crecimiento de la competencia, intensificación en la regulación y la disrupción tecnológica.

Esta transformación no solo es un gran reto, es una oportunidad para diferenciar la propuesta de cada banca comercial, señalan Maricarmen García, socia de Asesoría en Administración de Riesgos Financieros, y Patricio Tamayo, socio de Servicios Financieros de KPMG en México.

Añaden que “una vez que se tengan definidos los perfiles de los clientes que serán atendidos a través de la banca comercial, al tiempo que se han identificado los factores económicos, regulatorios y tecnológicos, es recomendable revisar y, en su caso, redefinir los modelos de negocio actuales”.

Los principales factores que aceleran la revolución de la banca incluyen el comportamiento del cliente. Sus necesidades son dinámicas y evolucionan constantemente, es importante interpretar las señales que genera el nuevo entorno. Asimismo, los usuarios aprecian el precio y la oferta de valor para otorgar su lealtad.

En cuanto a la digitalización, demandan una mejor experiencia para acceder a productos, servicios e información mediante canales online, expandiendo su confianza al ámbito multidimensional. Los neo banks ofrecen tecnología de punta y agilidad para adaptarse a las nuevas demandas, ofreciendo una experiencia digital inteligente.

“La mayoría de los neo banks están dispuestos a diferir sus utilidades con el fin de obtener un mayor volumen de clientes. En este sentido, la banca comercial debe decidir si sigue a los competidores o se asocia con ellos con el fin de retener su ventaja competitiva, modificando los modelos actuales de negocio y operación”.

Los especialistas indican que los usuarios tomaron más conciencia sobre el comportamiento de las empresas y las marcas respecto a temas ambientales y sociales, por lo que es importante que la banca enfoque también sus esfuerzos en el desarrollo de estos aspectos, además de la gobernanza de las instituciones.

Otro aspecto es el de los factores económicos, pues derivado de la actual situación económica, la banca en todo el mundo se ve forzada a incrementar sus reservas, anticipando futuras pérdidas una vez que los estímulos de fondeo dejen de operar.

Asimismo, sus ingresos se verán afectados por clientes morosos y baja en las tasas de interés, lo cual impactará en los márgenes de futuros préstamos. Los actuales modelos de crédito en este entorno limitan el otorgamiento de nuevas líneas y reducen las existentes, lo que afecta la confianza del cliente.

El tercer factor tiene que ver con los reguladores, que ponen especial atención en los riesgos emergentes derivados de los nuevos modelos de negocio apalancados en tecnología, tales como ciberseguridad y protección de datos, entre otros, los cuales buscan la recuperación de las empresas.

Iniciativas como open banking, en la cual el consumidor autoriza compartir sus datos por medio de aplicaciones informáticas, impulsan a los reguladores a acelerar requerimientos sobre la privacidad de datos. Los ciberataques derivados del uso de canales digitales y operar en la nube intensifican los requerimientos regulatorios.

“Sin duda, la banca comercial necesita reorganizarse para cumplir con todas las obligaciones adicionales que los reguladores solicitan para operar”, refieren los especialistas en un comunicado.

Finalmente, los factores tecnológicos, que se refiere a incrementar las funciones digitales, pues la banca comercial tiene la misión de evaluar la tecnología que combine un crecimiento rentable con la agilidad necesaria para implementar cambios a futuro, lo cual generaría asociaciones como las fintech.

En el ambiente digital es clave el análisis de datos, que permite dirigir productos y servicios de forma personalizada para cada cliente; por ello, adquiere relevancia una estrategia de almacenamiento de datos, que sustituya los centros tradicionales por soluciones en la nube, con la finalidad de incrementar la seguridad, la resiliencia y la escalabilidad.