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Las ciudades, los hábitos de consumo, la vivienda, el cine, los museos, incluso la producción de arte se está teniendo que adaptar a esta transición cultural.

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En la historia de la humanidad hay generaciones que marcan una era y otras que pasan desapercibidas. En los últimos meses se ha popularizado – en parte gracias a Tik-Tok – una expresión: OK Boomer! dirigida por la generación de adultos contemporáneos, los milennials, a sus cada vez más maduros padres y abuelos.

El éxito de las políticas mundiales de salud se reflejó en el aumento de la longevidad y con ello la convivencia de varias generaciones al mismo tiempo. Este hecho inédito en la historia del hombre ha creado condiciones para que los baby boomers cuyos miembros más viejos tienen ahora 73 años convivan y compitan abiertamente con los milennials cuyos integrantes más maduros tienen actualmente 40 años. La generación del baby boom (1946-1964) fue la de los nacidos al término de la segunda guerra mundial cuando en Europa y Estados Unidos el reencuentro de las parejas y los matrimonios provocó un resurgimiento en la natalidad.

Este período se caracterizó por su prosperidad económica, estabilidad política, buena alimentación, menos enfermedades y acceso nunca antes visto a la educación.

La estabilidad y afluencia económica permitió a los baby boomers alejarse culturalmente de la tiranía de las generaciones anteriores: el rock ́n roll, los Beatles, el pelo largo, las minifaldas, los hippies, la liberación femenina, la píldora y el sexo libre transformaron al mundo.

Actualmente los boomers se niegan a envejecer, hacen deportes, cuidan su salud y muchos son adictos a las cirugías plásticas. Fueron también la primera generación en divorciarse masivamente en parte por su propia longevidad.

Los milennials nacieron entre 1980 y el año 2000 y han tenido una vida relativamente cómoda en parte gracias a la riqueza creada por los boomers.

Representan ya al 24% de la población mundial. Son una generación digital, hiperconectada y con altos valores sociales y éticos. En general tienen una mejor educación que sus padres pero prefieren mayor flexibilidad en sus vidas y se resisten al compromiso de largo plazo y a las empresas establecidas. Son fans de lo vintage y lo retro.

Buscan un equilibrio entre el trabajo, su vida personal y la conciencia social pero son narcisistas y exigen una retroalimentación inmediata. Hijos de padres más severos que trabajaron para lograr sus objetivos cuando las reglas del juego eran más estrictas.

Desde la crisis del 2008-2009 que desquició los sistemas financieros y muchas economías del mundo, los milennials sufren bajos salarios y desempleo lo que a muchos les impide emanciparse. Ahora en sus treintas tienen más probabilidades de vivir con sus padres que con su pareja. Son menos propensos a profesar una religión y muchos no planean tener hijos.

En términos económicos son liberales, aprueban el matrimonio entre personas del mismo sexo y la legalización de las drogas. Ellos contribuyeron a elegir a Barack Obama y al no votar masivamente hicieron perder a Hillary Clinton.

Las ciudades, los hábitos de consumo, la vivienda, el cine, los museos, incluso la producción de arte se está teniendo que adaptar a esta transición cultural. Sin reglas claras y en medio de una gran incertidumbre – aumentada y acelerada por la pandemia del COVID-19 – industrias completas como la del comercio y la moda, la prensa, la televisión ó la del cine tendrán que entender mejor los cambios económicos y sociológicos que las diferencias generacionales conllevan. Para estas industrias el cómodo diseño propiciado y adaptado a las necesidades y hábitos de los boomers se ve ahora seriamente comprometido.

¿El e-commerce acabará con las tiendas departamentales? ¿Netflix y el streaming con las salas de cine? ¿Las redes sociales y el internet con la prensa de papel y los canales tradicionales de televisión?

Estas preguntas solo podrán irse resolviendo a partir del entendimiento de las diferencias entre boomers y milennials.

En su condescendencia, los boomers piensan que los milennials son privilegiados por excelencia y les encanta hacer hincapié en que son incapaces de comprometerse y solo tratan de buscar su propia felicidad, sin importar nada más.

También, critican su ética de trabajo menos estricta y predicen una incapacidad para generar el dinero suficiente para lograr una vida cómoda en su madurez.

Al ser los millenials educados por papas liberados de la rigidez de generaciones previas, los hicieron seguros de sí mismos, a veces de forma excesiva. Es decir, los millenials tienen pocas expectativas en la autoridad y no tienen miedo a cuestionarla. Es una generación que reiteradamente busca que sus líderes sean tan perfectos como sus ideales en términos sociales y ambientales.

Son una generación que busca y anhela reconocimiento. Buscan retroalimentación y guía. Les gusta sentirse parte de un equipo de trabajo, incluidos y cómodos en el ambiente laboral. Son mucho mejores jugadores en equipo que sus predecesores.

Los boomers y millenials coexisten con ideales distintos pero se benefician de la interacción entre ellos. En muchas cosas, los milennials flexibilizan la forma de ver la vida.

En el debate sobre el futuro del planeta, solo del diálogo entre estas dos generaciones pueden derivarse buenas conclusiones. Viendo la vida desde dos ópticas distintas se pueden diseñar las agendas para enfrentar las crisis generadas por la destrucción del medio ambiente y la creciente desigualdad económica y social.