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En la visión del arquitecto Peter Calthorpe, planificador urbano y miembro fundador del Congress for New Urbanism, las ciudades dejarían de expandirse vorazmente y, en su lugar se edificarían mejores formas de espacios en convivencia con la naturaleza; en los cuales, las personas tendrán la facilidad de interactuar físicamente unas con otras.
Además, las ciudades crecerían en grupos densos y pequeños con calles transitables alrededor de una red de tránsito rápido. En estas ciudades del futuro se mezclarían el trabajo, el hogar y los centros de compras, ya que actualmente la expansión las obliga a subir a sus autos para transitar por las tres. Con ello, ya no segregarían ricos de pobres, viejos de jóvenes o blancos de negros, como sucede en algunas regiones del mundo.
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Con base en lo anterior, se tiene la idea de que se conduciría menos, se pavimentarían menos espacios y los habitantes de la ciudad calentarían menos el aire y el planeta y se frenaría la gran amenaza del siglo XX: el cambio climático. A lo largo del tramo de 45 millas está un espacio llamado “El Camino” que está entre San Francisco y San José, California, donde Calthorpe y sus colegas han desarrollado un software llamado UrbanFootprint, que se basa en una base de datos de entregas de paquetería por casa con una serie de modelos analíticos para vislumbrar el futuro que las ciudades.
El también fundador de la firma Calthorpe Associates afirma: “Si ‘El Camino’ se alineara con edificios de apartamentos de tres a cinco pisos, con tiendas y oficinas en la planta baja, se podría albergar 250 mil casas nuevas, con lo que se podría resolver la escasez de viviendas en Silicon Valley y embellecer el lugar al mismo tiempo, a la vez, reducir las emisiones de carbono, el consumo de agua y el desperdicio de horas-hombre”.
En esa pequeño laboratorio de reconversión de urbanismo "los niños caminarían a la escuela nuevamente. Sus padres irían a la tienda de comestibles y caminarían, irían en bicicleta al trabajo, o transbordarían en el transporte público para subir o bajar por las calles. El tránsito es la clave: tendría que ser ubicuo y rápido, con una mejor tecnología”.
Para ello, se vislumbra el uso de vehículos autónomos sin conductor, o AV, a través de carriles exclusivos confinados y bordeados de árboles. "En estos carriles protegidos -como Calthorpe los visualiza- los pequeños robots no pasarán por encima de las personas, y la tecnología no pasará por nuestro mundo con sus consecuencias involuntarias".
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