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LA ECONOMÍA MEXICANA DE CARA AL SEGUNDO TRIMESTRE.

Luego del mejor año de los últimos seis, en términos de crecimiento (4.8 por ciento), a finales de 2006 la economía mexicana enfrentaba el inicio de un nuevo año con importantes retos y varios elementos de incertidumbre respecto a las posibilidades de salir adelante. Sin embargo, hoy el escenario económico actual ha mejorado respecto al que se planteaba a inicios de año pasado.

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La coyuntura no era fácil, pues se iniciaba el año con una clara perspectiva de desaceleración en el crecimiento económico, provocado por el debilitamiento del ciclo productivo de nuestro principal socio comercial. En paralelo, a nivel interno y como consecuencia de algunos choques de precios originados en el exterior, se vislumbraba una inevitable burbuja inflacionaria que seguramente llevará a la inflación anual a situarse por encima de 4.50 por ciento en mayo y junio. Esta combinación de factores se mostraba particularmente grave, pues las presiones inflacionarias impedirían el eventual descenso en las tasas de interés que se necesitaría para estimular al crecimiento desde la demanda interna, para compensar la previsible caída en exportaciones.

Por si fuera poco, después de 10 años de estancamiento en el tema, nada podía asegurar que se reanudaría el proceso de reformas estructurales, necesario para darle competitividad al país y generar así un necesario golpe de expectativas que  dé un nuevo impulso al crecimiento. Así, una vez concluido el primer trimestre del año y aunque la información aún es escasa respecto de algunos temas, en particular en el de crecimiento, vale la pena hacer una revisión a dicho escenario y actualizar las expectativas.

En general el escenario se ha desarrollado como se anticipaba: la economía se encuentra en una clara fase de desaceleración. Sin embargo, hay elementos que nos permiten ser optimistas hacia delante.

LA INFLACIÓN

Ya desde el cuarto trimestre de 2006 se había hecho evidente que el mercado local atravesaba por un serio problema de inflación. Una combinación de clima desfavorable, malas cosechas y encarecimiento de algunos commodities en los mercados internacionales (algunos precios que destacaron fueron los del jitomate e insumos de construcción) llevaron a la inflación anual a 4.29 por ciento en octubre. Factores estacionales permitieron una reducción a 4.05 por ciento al final del año.

Pero aun así, 2006 fue la segunda ocasión en los últimos tres años en que la infl ación terminó por encima del rango aceptable (2.00 a 4.00 por ciento) para la autoridad, en este caso Banco de México (Banxico).

No sólo eso sino que la dinámica estacional era tan desfavorable que, sin importar que la inflación empezara a comportarse de manera más benigna en los primeros meses del año, la inflación medida en términos anuales seguiría aumentando hasta rebasar el 4.50 por ciento en mayo o junio. Esto entrañaba el peligro de caer en una espiral inflacionaria si las expectativas de productores y consumidores se contaminaban y éstos empezaban a actuar en consecuencia. La situación llegó a un nivel crítico a principio del año con el encarecimiento a nivel internacional del maíz y la caña de azúcar, que afectó a dos de los productos con mayor ponderación en el índice de precios al consumidor, la tortilla y el azúcar; así como la introducción de nuevos impuestos al tabaco.

Sin embargo, en los dos últimos meses la situación ha ido mejorando, si bien a paso lento. Aunque la infl ación general seguirá subiendo, hasta junio, el componente subyacente –aquél que excluye elementos volátiles como alimentos o procesados y energía– que es el que permite proyectar una tendencia de mediano plazo, ha empezado a descender desde marzo. Dicho índice tocó un máximo de 3.95 por ciento en febrero y descendió a 3.83 por ciento en marzo, además las proyecciones prevén que lo continúe haciendo en todo lo que resta del año, con lo que concluiría en 3.40 por ciento en diciembre.

Otro índice que permite anticipar tendencias es el de precios al productor, el cual ha descendido de tasas superiores a 6.00 por ciento a niveles de 5.13 por ciento en los últimos seis meses.

Es de preverse que el índice general tenga una importante disminución a partir del mes de julio y fi nalice 2007 en niveles cercanos a 3.65 por ciento, dentro de la meta del Banco Central, lo que sería una de las tasas más bajas de los últimos años. Esto no sólo es importante por el benefi cio de la estabilidad de precios per se, además deja espacio para que la autoridad monetaria induzca una reducción en las tasas de interés a partir del segundo semestre en caso de que la desaceleración del crecimiento así lo requiera.

Es necesario aclarar que a esto han contribuido factores externos como una reducción de casi 20 por ciento en el precio internacional del maíz a partir de sus máximos de fi nales de febrero. De igual forma, el escenario está condicionado a que no existan perturbaciones extraordinarias de precios agrícolas durante la temporada de huracanes.

EL CRECIMIENTO

Las proyecciones de inicio de año respecto a la dinámica infl acionaria se han confi rmado: la economía mexicana atraviesa una etapa de desaceleración. Los primeros datos del trimestre, los correspondientes al IGAE de enero, arrojaron un crecimiento anualizado de 2.71 por ciento frente a un promedio de 4.27 por ciento del último trimestre de 2006. No sorprende que el sector manufacturero es el que más haya sufrido (1.4 por ciento en enero vs. 3.7 por ciento del IV trimestre de 2006), pues es el que tiene mayor vinculación con Estados Unidos, donde las estimaciones apuntan a un crecimiento de 2.5 por ciento para todo el año, en lugar de 3.1 por ciento de 2006.

Con este panorama, no ha faltado quien compare la situación actual con 2001, cuando un crecimiento de sólo 0.2 por ciento en Estados Unidos sumió a la economía nacional a una recesión de -0.2 por ciento en ese año y en paupérrimos crecimientos de 0.8 por ciento y 1.4 por ciento en los dos años siguientes (2002 y 2003, respectivamente). Pero en Metanálisis vemos dos grandes diferencias entre la situación actual y las condiciones prevalecientes en aquel entonces.

Por un lado, la situación en el exterior es mucho más favorable; aunque aún se debate si hubo recesión o no, nuestro vecino del norte pasó de crecimientos cercanos a 5.00 por ciento en 1998 y 1999 a prácticamente 0 por ciento en tan sólo dos años. Hoy los más pesimistas hablan de una desaceleración de 3.1 por ciento en 2005 y 2006 a 1.8 por ciento para el presente año, aunque el consenso lo ubica más cerca de 2.5 por ciento, y prácticamente nadie espera que caiga en una recesión con una probabilidad elevada.

Adicionalmente, y a diferencia de lo que ocurría en 2001 cuando Estados Unidos era para fi nes prácticos el único motor de la economía global, el crecimiento mundial está hoy mucho más equilibrado entre las diferentes regiones. En esta ocasión los países desarrollados de Europa junto a Japón y las grandes economías en desarrollo de Asia están tomando la batuta en este aspecto. Recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer sus estimados de crecimiento para la economía global en 2007 y 2008 en 4.9 por ciento para ambos casos, cifra apenas medio punto porcentual por debajo del extraordinario 5.4 por ciento logrado durante 2006. En segundo lugar, pero quizá más importante, está el fortalecimiento y la mayor relevancia de la participación del mercado interno en el crecimiento total. Este gran cambio se ha dado de la mano del crecimiento del empleo, el aumento en los salarios reales y, de manera muy destacada, del crecimiento del crédito.

La tasa anual de crecimiento de los trabajadores asegurados en el IMSS se ha mantenido por encima de 6.00 por ciento durante los últimos 10 meses, muy por encima del promedio de los últimos cuatro años que es de 2.57 por ciento. Esto implica que durante los últimos 12 meses se ha creado un promedio de 73 mil nuevos empleos formales cada mes. Además el salario de estos empleos ha logrado mantener incrementos reales de entre 1.5 y 2.0 por ciento durante el año pasado y lo que va de éste. Sólo por dar una referencia, durante 2001 y 2002 el empleo formal se redujo en más de 300 mil puestos.

Esta mejoría en el empleo y las percepciones ha venido acompañada por un crecimiento sin precedentes en el crédito otorgado por la banca en casi todos los principales rubros. La cartera total de crédito alcanzó a febrero 1,410 billones de pesos, y prácticamente se duplicó desde septiembre de 2002. El boom iniciado en aquellas fechas se acentuó a partir del último trimestre de 2005 y continúa hoy. A febrero de este año la tasa anual de crecimiento del crédito total fue de 20.49 por ciento, con crecimientos aún más impresionantes en sectores como el de construcción (35 por ciento), servicios (36), vivienda (28) y consumo (39 por ciento). Durante 2001 y 2002, con excepción del consumo, todos esos crecimientos fueron negativos. El dinamismo del crédito se ha reflejado también en otro indicador que es clave para asegurar el crecimiento de la productividad y el aumento en la producción en el futuro cercano.

Aunque en noviembre y diciembre de 2006 la acumulación de inversión fija bruta tuvo una desaceleración considerable, en todo el año pasado tuvo un aumento de 10 por ciento, en comparación con un promedio de 4.4 por ciento en lo que va de este siglo. Los resultados de esta acumulación de bienes de capital se empezaron a sentir desde finales del año pasado y deben continuar reflejándose durante todo el presente. Esta serie de indicadores nos permiten anticipar un desempeño aceptable de la economía durante la actual etapa de desaceleración, que posiblemente dure los dos primeros trimestres del año, y una pronta recuperación del ritmo de crecimiento a partir del tercer y cuarto trimestres, que permita finalizar el año con una tasa de entre 3.5 y 4.0 por ciento real.   

La expansión acelerada del crédito permitirá que el sector servicios (los datos del IGAE de enero revelan un sólido crecimiento de 4.3 por ciento) y la industria de la construcción serán el combustible que mantenga en marcha a la economía durante los próximos meses, en espera de que la recuperación de Estados Unidos inyecte nuevos bríos al sector manufacturero y agropecuario.

Respecto a este último punto, no es un dato menor que a pesar de las serias difi cultades por las que atraviesa el sector inmobiliario residencial en aquel país, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), el organismo responsable de mantener la infl ación a raya y asegurar un crecimiento sostenido, se ha mantenido fi rme en su pronóstico de un crecimiento moderado en los trimestres venideros.

LAS REFORMAS

El tercer aspecto que permite ser optimistas de cara al segundo trimestre es el de las reformas estructurales. Si bien el efecto de la reforma de pensiones del ISSSTE va más en el sentido de evitar una crisis de solvencia en el futuro que de generar benefi cios tangibles de manera inmediata, el mensaje para la planta productiva no deja de ser muy favorable.

La aprobación de la primera reforma estructural en los últimos 10 años al menos demuestra que es posible avanzar en otras reformas, como fiscal, energética y laboral, que sí tienen impactos casi inmediatos en la productividad de la economía en su conjunto. El reciente cambio de perspectiva, de neutral a positiva, para la calificación crediticia de México por parte de una de  las principales calificadoras de riesgo del mundo, es un reflejo de este aumento en la confianza. En la medida en que surjan avances en cualquiera de los temas mencionados el efecto de la confianza va a permitir que los elementos positivos mencionados en la sección anterior sean aprovechados al máximo y tengan un mayor efecto sobre la actividad productiva.

CONCLUSIÓN

El escenario económico actual ha mejorado respecto al que se planteaba a inicios de año pasado. Aunque los pronósticos de desaceleración se han ido cumpliendo, hay diversos factores que permiten formar una opinión informada en el sentido de que dicha desaceleración puede ser menor a la prevista y que el ritmo de crecimiento se puede recuperar tan pronto como en el tercer trimestre.

En Metanálisis estimamos que el crecimiento del primer y segundo trimestres se sitúe entre 3.0 y 3.5 por ciento, respectivamente, mientras que un mejor ritmo en el segundo semestre hará posible que el crecimiento de todo el año quede entre 3.5 y 4.00 por ciento.