La íntima indulgencia de la artista con la muerte de lo público
Marysole Wörner Baz, artista mexicana que falleció el domingo 22 de junio a los 77 años luego de más de 50 años de trabajo incansable de taller y estudios de escultura, pintura, dibujo e instalación. El taller fue el sitio privilegiado de su existencia. “Boté a mis hijos apenas pude; dejé todo para hacer arte”, nos dijo en la última charla, con su menuda figura y su ancha sonrisa.
Ella, la escultora, pintora y artista visual, deseaba antes de morir que su obra quedara al alcance del público: “Lo que se necesita es que el arte se atraviese en medio de sus caminos, que habite en su íntima y cotidiana existencia y despierte la intuición. Nuestros órganos están dispuestos para el lenguaje, la comunicación y el arte, celebrando con la honda inspiración de ternura o de furia, todo, menos indiferencia. Una tragedia griega, puede, por ejemplo, producir sentimientos encontrados. Lo magistral del creador es lograr expresar lo que el revelador vivirá en toda su intensidad. Esa es la relación del creador mediante la obra con el revelador u espectador”.
¿Dónde empieza el derecho de lo público, dónde el de lo privado? Las instituciones convivenciales son las que socializan y enseñan la existencia colectiva que habita en el íntimo espacio de cada individuo. Si estamos frente a nuevos paradigmas, con Marysole Wörner Baz han empezado las nuevas formas de lo público que muere, con lo privado que florece, que no puede llegar a lo privativo, es decir, arte reservado a unos cuantos. Creo que no sucede así, esto requiere de estudio sociológico específico.
Lo que escapa al metabolismo social son los procesos de socialización, el Estado ya no tiene los espacios, los recursos financieros, las condiciones para recibir la obra de los creadores con trayectoria incuestionable. Son los constructores de la cultura contemporánea. Unos pueden obtener la gracia de particulares, pero y ¿quienes no lo consigan? ¿Cuál será el destino de sus respectivas obras? El Estado no tiene para resguardar, conservar y difundir tareas indispensables de la educación pública en su sentido más profundo. Este tema amerita reflexión con atención concentrada.
“Mi obra es para el pueblo”
La obra es para el pueblo –aseguraba la maestra Marysole Wörner-. “Sufrí un derrame cerebral. No he muerto porque tengo trescientas pesadillas que como montaña pesan sobre mí”. Sus trescientos trabajos representan la obra de toda una vida, expresada con distintas piezas que corresponden a los aros de la espiral de su ciclo creativo. A su inspiración intemporal como el genio en sus contradictorias fugas, retornos y saltos a nuevos horizontes. Sus obras dialogan, las primeras con las últimas.
Las pinturas de expresionismo en formas que priorizan el color con la teatralización de la naturaleza, con las construcciones escultóricas para espacios abiertos que crean o se integran en atmósferas singulares con sus volúmenes y sus movimientos, sus vacíos y conexiones de etéreas posibilidades con el ambiente, el cielo, el viento, la luz, la sombra, el agua; y unos con otros y la obra danzando su existencia.
Su arte es una colección extraordinaria de pintura, dibujo y escultura. Esta última es de una singularidad mágica –me parece-, expresionismo con simbolismos; minimalismos combinados, sobre materiales distintos: metales y maderas. Clavos de ferrocarril como objetos hallados que con ella toman formas y significados distintos a su función original.
La ubican algunos en la Generación de la Ruptura, y lo es, en tanto dejó de hacer remedos europeos o norteamericanos. Es, sí, parte de las corrientes mexicanas que han contribuido al concierto universal.
Con técnicas diferentes, maderas duras y suaves, tropicales o de bosque templado, hacía tallas hasta la suavidad de la ternura. Fierros que se hacen remolinos y remolinos que se ensamblan ordenados con su furia cósmica, como el principio catatónico de una forma que guarda enunciados embrionarios que están por manifestarse; esa es la virtud de la obra de arte, que precisa estados de ánimo, condiciones culturales, históricas, psicosociales, para mostrar sus interminables revelaciones. Obra que, mientras sea revelada por cualquier alma, estará viva ya sin su creadora.
Tenemos que conjurar los temores para realizar nuestra aprehensión; escuchar los latidos de la emoción estética de dialogar con la obra de arte; dejar de respirar por el pulmón de otros (diría Rosario Castellanos). No hay placer en reproducir lo ya dicho por otros, consumir lo ya consumido. Sobre esto están nuestras reflexiones con los lectores de Real Estate, para que disfruten sin inhibiciones ni prejuicios ni limitaciones. El arte de nuestros creadores debe disfrutarse, que para eso ha sido realizado.
Museo Soumaya y Grupo Carso
Marysole no había encontrado el sitio para revelar su obra; Walter Benjamín diría el sitio aurático, su lugar para expresarse con su mudo lenguaje en plenitud ante los espíritus sencillos, y los especializados también.
La maestra dijo: “Encontré la llave; soy feliz -realmente feliz-“, ante medios de comunicación reunidos en la Casa de los Azulejos, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la pequeña plaza que dejaron los terremotos de 1985, el atrio de San Francisco al lado de la torre Latinoamericana, sitio adaptado como galería a la intemperie. Ahí se inauguró una exposición que sería itinerante.
El ingeniero Carlos Slim Helú ha emprendido un proyecto de cultura realmente popular. “El arte debe llegar a todos”, consecuentemente el Museo Soumaya está abierto al público en general sin costo alguno; expone obras de los más reconocidos creadores de distintas épocas y corrientes de Europa y América. Ahora incorporan la colección de Marysole Wörner, que nos ubica en el concierto universal con identidad propia.
La muestra itinerante, anuncian las autoridades del Soumaya, llegará a nuevos espacios no especializados en arte, como son las “plazas comerciales-culturales” del Grupo Carso, a donde se busca irrumpir con arte a públicos asegurados, que serán sorprendidos con la obra de Marysole Wörner. Así, lugares como Ciudad Nezahualcóyotl, Plaza Loreto, Plaza Carso, Plaza San Luis, las Plazas Altabrisa -en Tabasco y Mérida- y la recién inaugurada Plaza Nuevo Veracruz, albergarán esta muestra de arte en sus áreas públicas.
No cabe duda que, respecto del fenómeno del arte y la llamada “explosión estética”, falta mucho por estudiar. Esto es por los acontecimientos que suponen otras relaciones sociales nutritivas, siempre y cuando se vuelva cultura lo que ha sido efímero espectáculo con públicos mejor formados en la era de las telecomunicaciones.
Texto:Jesús Peraza Menéndez