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Desde China hasta México, el concepto de Ciudades Esponja está cambiando el futuro urbano.

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Con el crecimiento acelerado de las ciudades y el impacto del cambio climático, surge la necesidad de soluciones innovadoras para enfrentar problemas como las inundaciones y la escasez de agua.

 

Una de estas respuestas es el concepto de "ciudades esponja", que está ganando popularidad a nivel mundial por su enfoque integral en la gestión del agua de lluvia y la adaptación a fenómenos climáticos extremos.

 

Este modelo urbano consiste en diseñar ciudades capaces de absorber, filtrar e infiltrar el agua de manera eficiente, imitando los procesos naturales mediante infraestructura verde. Según la presidenta de la Sociedad de Arquitectos de México (SAPmx), Fernanda Rionda, las ciudades esponja "no solo mitigan los efectos del cambio climático, sino que también promueven entornos más saludables y resilientes para sus habitantes".

Con lo que respecta a América Latina, donde el 80% de la población vive en zonas urbanas, México ha comenzado a adoptar este modelo en estados como Oaxaca y el Estado de México. Estas iniciativas buscan ajustar las estrategias a las necesidades locales, gracias al trabajo de expertos en medio ambiente liderados por el Embajador Daniel Dultzin.

 

 

El diseño de una ciudad esponja incluye elementos clave como:

- Zonas verdes: humedales y parques que absorben el agua de lluvia.

- Riberas naturales: vegetación en las márgenes de ríos en lugar de concreto.

- Jardines de lluvia: áreas verdes que mejoran la infiltración del agua.

- Techos verdes: cubiertos de vegetación, que reducen el flujo de agua y el calor urbano.

- Pavimentos permeables: permiten la absorción de agua y evitan inundaciones.

En países como China, Estados Unidos, y en ciudades europeas como Berlín y Copenhague, este modelo ha mostrado su eficacia. En Pekín, por ejemplo, se han desarrollado zonas de absorción para evitar catástrofes similares a las inundaciones de 2012.

 

Las ciudades esponja no solo son una respuesta a los retos climáticos, sino que también mejoran la biodiversidad y la calidad de vida en las ciudades. A medida que más urbes adoptan este enfoque, el futuro de la urbanización parece más en sintonía con la naturaleza y la sostenibilidad.