De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante la primera quincena de agosto de 2015 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró un incremento quincenal de 0.12%, lo que determinó una tasa de inflación anual de 2.64%. Hace un año la tasa anual de crecimiento se ubicó en 4.07 por ciento.
Si bien hasta ahora la depreciación del peso frente al dólar no ha repercutido en inflación, no se podrá evitar en el futuro ver afectación en los precios al consumidor. Es inevitable un impacto en los precios cuando se trata de una devaluación importante y por un periodo de tiempo prolongado.
Como referencia, a mitad del año pasado el tipo de cambio rondaba los 13 pesos por dólar y este lunes 24 de agosto la paridad en operaciones al mayoreo ya superó los 17 pesos por dólar, es decir, en dicho periodo ya se acumuló una depreciación superior al 30 por ciento.
Por otra parte, el sector exportador, principalmente el manufacturero, podrá tener cierto beneficio por volver más competitivas las ventas al exterior. Sin embargo, la expansión de las exportaciones tendrá una mayor correlación con el desempeño de la actividad industrial de Estados Unidos que por la devaluación de la moneda.
Analistas de Santander opinan que durante la segunda mitad del año habrá una mejora de la actividad económica, basada en primer lugar en un buen desempeño del sector manufacturero de exportación que se verá beneficiado tanto por el crecimiento de Estados
Unidos, como por un tipo de cambio (MXN) depreciado.
Sin embargo, también es un hecho que se encarecen los costos para el gobierno y las empresas en sus deudas en dólares.
Por otra parte, el fortalecimiento del dólar también genera la reconfiguración de portafolios a nivel internacional y posiblemente la salida de inversión extranjera de cartera del país, con el consiguiente efecto sobre las reservas internacionales.
Los efectos sobre la economía real de México aún no se perciben.
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