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La firma estadounidense Stephens Waring Design redefine la habitabilidad con IMMERST, un concepto que fusiona diseño náutico y arquitectura sostenible para crear viviendas flotantes, suspendidas o elevadas que conviven con la naturaleza.

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En tiempos en que la arquitectura busca reconciliarse con el planeta, la firma estadunidense Stephens Waring Design (SWD) propone un nuevo paradigma de habitabilidad: IMMERST, un concepto que desafía la idea tradicional de vivienda al fusionar diseño, ingeniería naval y sostenibilidad.

 

Su punto de partida es ambicioso: crear espacios que no solo se adapten a la naturaleza, sino que literalmente convivan con ella.

 

Con más de tres décadas de experiencia en el diseño de yates sostenibles, SWD traslada ahora su saber marítimo al ámbito arquitectónico. La premisa es simple en apariencia y revolucionaria en la práctica: si es posible vivir cómodamente en un barco durante años, ¿por qué no aplicar ese conocimiento a construcciones suspendidas en acantilados, elevadas sobre el dosel de un bosque o flotando en la costa?

 

 

De los mares a la montaña

Aprovecha el estudio, con sede en Maine, materiales de alta resistencia como madera laminada cruzada, acero inoxidable de grado marino, vidrio estructural y compuestos avanzados, combinados con sistemas autosuficientes de energía, calefacción, agua y drenaje. La experiencia en ambientes remotos, adquirida en décadas de navegación, les permite diseñar viviendas que prescinden de la red eléctrica y reducen al mínimo su impacto ambiental.

 

El resultado es un modelo arquitectónico flexible y modular, donde cada unidad puede ampliarse o combinarse con otras, manteniendo siempre una estética contemporánea: amplios ventanales, escaleras escultóricas, interiores luminosos y una relación directa con el entorno. Más que casas, IMMERST propone hábitats inmersivos, donde el diseño se convierte en una extensión del paisaje.

 

Y entre los primeros conceptos se encuentra Alpine Jewel, una vivienda de 30 m² suspendida sobre una pared rocosa, que parece desafiar la gravedad gracias a un sistema estructural patentado. En contraste, Canopy se eleva como un nido de águila a casi veinte metros del suelo, ofreciendo 39 m² de superficie habitable entre las copas de los árboles. Ambos prototipos reflejan la ambición de SWD: llevar el confort y la elegancia del diseño náutico a los terrenos más insólitos.

 

 

 

Arquitectura oceánica

En el ámbito costero, el estudio desarrolla OASys (Ocean Architecture System), una plataforma flotante de cimentaciones modulares que reduce el impacto sobre los ecosistemas marinos y mejora la estabilidad frente a tormentas y oleajes extremos. Estas unidades, disponibles en versiones de uno o dos dormitorios, reinterpretan la noción de vivienda frente al mar, sustituyendo el suelo firme por una base fluida y sostenible.

“Queríamos llevar lo aprendido en el mar a un contexto arquitectónico”, explica Bob Stephens, socio fundador del despacho. “IMMERST no es solo una serie de diseños; es una filosofía que permite vivir inmerso en la naturaleza sin agredirla.

 

“Hemos demostrado que la eficiencia y la sostenibilidad no están reñidas con la estética ni con el confort”.

 

 

Los primeros proyectos bajo el concepto IMMERST ya se construyen en Estados Unidos, con aplicaciones que van desde residencias privadas hasta espacios de hospitalidad de lujo y turismo de aventura. SWD anticipa que la demanda crecerá rápidamente, impulsada por un nuevo tipo de cliente: aquel que busca experiencias vitales auténticas, sostenibles y desconectadas del bullicio urbano.

 

En una época donde el desarrollo inmobiliario se enfrenta al dilema ambiental, IMMERST ofrece una alternativa real: vivir sin dejar huella, en armonía con los elementos. Una visión que redefine no solo la arquitectura, sino la relación misma entre el ser humano y su entorno.