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Australia presenta su primera evaluación nacional de riesgos climáticos y advierte sobre impactos simultáneos y en cascada que transformarán sus ciudades y comunidades.

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La nueva Evaluación Nacional de Riesgos Climáticos de Australia ofrece un panorama de cómo el cambio climático afectará a las ciudades aussies.

 

El mensaje principal del informe es que los riesgos serán en cascada, se agravarán y serán coincidentes, lo que significa que múltiples peligros climáticos ocurrirán simultáneamente y se agravarán mutuamente, lo que representa un desafío único y sin precedentes para los centros urbanos.

 

La evaluación nacional de riesgos climáticos fue desarrollada por el Servicio Climático Australiano, una colaboración entre la Oficina de Meteorología, CSIRO, la Oficina Australiana de Estadística y Geoscience Australia. También participaron cientos de expertos en la materia, así como líderes gubernamentales, industriales, académicos y grupos comunitarios, incluyendo un proceso liderado por aborígenes e isleños del Estrecho de Torres para identificar los riesgos para estos pueblos. ¿Qué significa todo esto para las ciudades?

Para ciudades y sistemas

Presión sobre la infraestructura crítica. La infraestructura crítica de las ciudades, como las redes eléctricas, el suministro de agua, las telecomunicaciones y las vías de transporte, es muy vulnerable a daños causados por fenómenos extremos como inundaciones, incendios y calor extremo. Las interrupciones en estos sistemas podrían tener efectos en cascada sobre los servicios esenciales.

Servicios de emergencia desbordados. La creciente frecuencia, gravedad e imprevisibilidad de los riesgos climáticos supondrán una presión creciente y sin precedentes sobre los servicios de emergencia y los equipos de respuesta a emergencias, que pueden tener dificultades para hacer frente a múltiples eventos simultáneos.

Presión financiera sobre los gobiernos locales. Los gobiernos locales se enfrentarán a una enorme presión financiera debido al aumento de los costos de la recuperación ante desastres y a la necesidad de invertir en medidas preventivas y de adaptación. El informe destaca que los modelos de financiación actuales suelen ser insuficientes para satisfacer estas demandas.

Interrupción de las cadenas de suministro. Las ciudades dependen de complejas cadenas de suministro de alimentos, energía y bienes. Estas son vulnerables a las perturbaciones climáticas, que podrían provocar escasez y afectar la prestación de servicios esenciales.

Datos históricos inadecuados para la planificación. El informe advierte que las observaciones históricas del clima y el tiempo ya no constituyen un indicador fiable del riesgo futuro. Esto dificulta que los urbanistas y las organizaciones se preparen para los riesgos climáticos más intensos y extremos que probablemente experimentará Australia.

Pérdidas materiales y económicas. La evaluación estima que el costo directo de los desastres provocados por el clima podría alcanzar hasta 40 mil millones de dólares por año para 2050. Esto incluye pérdidas significativas por daños a la propiedad, mayores costos de seguros y una reducción de la producción económica.

Para residentes y comunidades

Aumento en las muertes relacionadas con el calor. Se proyecta que el calor extremo y las olas de calor se volverán más frecuentes y graves. El informe predice un aumento significativo de las muertes relacionadas con el calor, con algunos escenarios que muestran un aumento de más del 400% en ciudades como Sídney y Darwin si la temperatura global aumenta 3 °C.

Riesgos para la salud y presiones sobre los servicios. Más allá de la mortalidad, el calor extremo, el humo de los incendios forestales y la mala calidad del aire intensificarán los riesgos para la salud pública, en particular para los grupos vulnerables, como los más pequeños, los ancianos y quienes padecen enfermedades preexistentes. Esto supondrá una enorme presión sobre los sistemas de salud.

Inundaciones costeras y aumento del nivel del mar. Millones de personas en comunidades y ciudades costeras corren el riesgo de sufrir el aumento del nivel del mar, lo que provocará inundaciones costeras más frecuentes y graves, erosión y daños a viviendas e infraestructuras. El informe proyecta que, para 2050, 1.5 millones de personas podrían vivir en zonas costeras de alto riesgo.

Aumento del costo de vida y estrés financiero. El efecto dominó de los riesgos climáticos provocará un aumento en los costos de los seguros y una posible pérdida del valor de las propiedades, especialmente en zonas de alto riesgo. Esto generará mayor presión financiera para los hogares.

Alteración de los medios de vida y la productividad. Se prevé que el calor extremo provoque importantes pérdidas de productividad en sectores clave como la construcción y la manufactura, que se concentran en zonas urbanas. Esto afectará al empleo y a la economía en general.

Desigualdad social exacerbada. El informe advierte que el cambio climático afectará desproporcionadamente a las personas que ya están en desventaja, incluidos los pueblos aborígenes e isleños del Estrecho de Torres, los hogares de bajos ingresos y los que viven en zonas remotas o suburbanas.

¿Cómo se ve una acción efectiva?

 

En definitiva, la evaluación destaca que, si bien la acción global en materia de emisiones es crucial para evitar los peores escenarios, Australia también debe prepararse urgentemente para los impactos climáticos ya previsibles. El camino a seguir es la acción coordinada y basada en la evidencia para construir una nación más resiliente. La evaluación fundamenta el nuevo plan nacional de adaptación y también exige una mayor colaboración, así como una evaluación y mejora continuas.

 

Plan Nacional de Adaptación. Si bien la evaluación constituye el paso de "comprender y evaluar" en un proceso gubernamental más amplio, está directamente vinculada al recién publicado plan nacional de adaptación, que sirve como paso de "priorizar y planificar". Este plan establece un marco para una Australia bien adaptada, centrándose en varios sistemas clave, entre ellos:

  • Infraestructura y entorno construido: El plan exige una planificación urbana sensible al clima y una reforma regulatoria para garantizar la resiliencia de las infraestructuras nuevas y existentes. Hace hincapié en la "mejora": Reconstruir las infraestructuras dañadas para que sean más resilientes ante eventos futuros.
  • Salud y apoyo social: Las acciones buscan proteger a las comunidades vulnerables de riesgos crecientes como el calor extremo y el humo de los incendios forestales. Esto incluye mejorar los sistemas de salud pública e invertir en estrategias que reduzcan el impacto de los fenómenos climáticos en la salud física y mental.
  • Economía, comercio y finanzas: El plan pretende crear resiliencia económica ayudando a las empresas e industrias a adaptarse y fomentando la inversión en medidas de adaptación que proporcionen beneficios a largo plazo.

Un llamado a la responsabilidad compartida. La evaluación y el plan de adaptación dejan claro que desarrollar la resiliencia es una responsabilidad compartida. El rol del gobierno federal es proporcionar liderazgo, datos y coordinación. Los gobiernos estatales y locales son responsables de implementar estas estrategias a través de sus propias políticas, como la planificación del uso del suelo, los códigos de construcción y la gestión de los servicios de emergencia.

 

Se espera que las empresas y los hogares comprendan y tomen medidas para protegerse. Por ejemplo, la evaluación proporciona datos que pueden ayudar a aseguradoras, promotores y propietarios de viviendas a tomar decisiones informadas sobre el riesgo.

 

Evaluación y mejora continua. El camino a seguir no es una solución única. La evaluación nacional del riesgo climático es la primera de su tipo, y el plan establece un ciclo continuo de evaluaciones nacionales, acciones específicas, monitoreo y revisión. Esto garantiza que Australia pueda aprender y adaptar continuamente sus estrategias a medida que el cambio climático evoluciona y se dispone de nueva información.