Logrado esto en los años 60, el siguiente paso —más preciso y tangible—, para la humanidad era llegar a la Luna.
Los nortamericanos alunizaron en 1969; los soviéticos, nunca. Con el tiempo, ese esfuerzo perdió momentum. Era sumamente costoso y su utilidad inmediata, como muchas de las búsquedas de la ciencia, no estaba tan clara. La debacle de la Unión Soviética retiró abruptamente a uno de los dos competidores y al otro no le quedó ningún incentivo para seguir en la carrera. Ya había ganado.
La estratósfera se volvió territorio comercial de los satélites de telecomunicaciones. La estación espacial, que acabó siendo un proyecto de cooperación entre americanos, europeos, rusos, japoneses y canadienses, es un logro nada despreciable pero muy lejano a la feroz competencia por poner al primer astronauta en órbita o llegar a la Luna.
Dice Richard Branson, el multimillonario británico, que todo niño desea en algún momento viajar al espacio. Esto podría ser cierto pero dependía de programas gubernamentales y la dedicación de una vida para intentarlo por lo que era un sueño prácticamente imposible de cumplir. Hasta ahora alrededor de 700 seres humanos han llegado al espacio.
Branson mismo, fundador de Virgin Galactic, lleva más de dos décadas intentando inaugurar los viajes comerciales al espacio. Pero no está solo, Jeff Bezos el hombre más rico del mundo fundador de Amazon y Elon Musk creador de Tesla también emprendieron proyectos similares.
La motivación aparente de los tres es estrictamente económica: vender viajes a la estratósfera. Pero en el fondo, escuchándolos hablar y sobre todo viendo como Branson adelantó su vuelo unos días para ganarle a Bezos se advierten, afortunadamente, dos de las pasiones que han motivado los grandes descubrimientos de la humanidad.
Si no fuera por el espíritu de aventura y la competencia por ganar, Marco Polo, Cristóbal Colón, Juan Sebastián Elcano o Fernando de Magallanes no hubieran intentado los viajes que cambiaron la historia.
Magallanes y la aventura.
El 11 de julio de 2021 Branson logró la hazaña, apenas nueve días antes que la capsula New Shepard elevó al espacio al fundador de Amazon junto con los seres humanos más viejo (82) y más joven (18) que hayan abandonado la atmósfera.
Aunque ambos hayan minimizado el hecho simulando ignorar la competencia, Bezos dejó perfectamente claro que el vuelo de Virgin Galactic requirió un avión nodriza y 'solo' llegó a una altura de 80 kilómetros sobre la superficie de la tierra mientras el cohete de Blue Origin es autónomo, reusable y alcanzó una altura de 105 kilómetros sobrepasando la línea Karman que es la frontera más reconocida entre la atmósfera y la estratósfera.
Los viajes fueron de apenas diez o doce minutos pero permitieron experimentar ingravidez y unas vistas que muy pocos seres humanos han admirado.
Aunque Elon Musk se quedó atrás en la carrera por ser el primer multimillonario en abandonar la tierra no tardaremos mucho en escuchar de él. Solo hay que recordar que en 2018 mandó al espacio un Tesla Roadster tripulado por un maniquí llamado Starman y lanzado en el cohete Falcon Heavy de Space X, la empresa aeroespacial de Musk. El auto alcanzó a llegar hasta la cercanía de Marte.
A muchos les parece inapropiado que sean ahora empresarios privados los que intenten conquistar el espacio pero no debe olvidarse que fueron las carreras armamentista y espacial las que contribuyeron drásticamente al derrumbe de la URSS. Sus gobiernos prefirieron empobrecer a su población en una demencial competencia con el país más rico del mundo.
El avance de la ciencia y la ampliación de los horizontes geográficos ha sido una de las principales características del homo sapiens. Al margen de consideraciones políticas, sociales y ambientales el que innovadores como los tres multimillonarios amplíen de manera drástica sus horizontes no puede ser más que una buena noticia.