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Uno de los artistas mexicanos más importantes en la plástica mexicana falleció este 5 de septiembre a los 79 años de edad.

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El artista juchiteco, Francisco Toledo, además de ser el máximo exponente de la plástica mexicana desde la segunda mitad del siglo XX, fue un ambientalista, promotor cultural y filántropo activo. Impulsó proyectos culturales; tales como el Centro de las Artes San Agustín (CaSa) y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). Francisco Benjamín López Toledo nació un 17 de julio de 1940 en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. Inició sus estudios artísticos en el taller de grabado de Arturo García Bustos a sus 14 años, para luego ingresar al Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

En 1959, viajó a Texas, donde exhibió su obra en el Fort Worth Center. Un año después viajó a París, lugar en el que conoció galerías, artistas, escritores y profundizó su técnica de grabado. Regresó a México en 1965. Fue escultor, pintor, dibujante y ceramista; un activista respetado y benefactor de la cultura; opositor a la proliferación del maíz transgénico y al reciente proyecto del Tren Maya.

Cuauhtémoc Medina, crítico y curador de arte contemporáneo en México, reconoce a Francisco Toledo como un “inventor de espacios para la libertad creativa”, y lo califica como “un gigante travieso, hostil a la fama, siempre fiel a su chisporroteante imaginación”.

La noticia sobre su fallecimiento, la noche del 5 de septiembre, fue confirmada por la familia Toledo mediante un mensaje en redes sociales. Según fuentes locales y federales, el artista murió luego de varias semanas de presentar un cuadro delicado de salud relacionado con el cáncer. Tras la noticia, políticos, artistas y funcionarios públicos mostraron sus condolencias en redes. El artista Manuel Felguérez dijo estar sorprendido ante el fallecimiento de su colega y dijo que “el fallecimiento de Toledo es la pérdida en el mundo de la plástica más fuerte que pudo tener México”.