Sin embargo, lo más relevante es el impacto que tienen las denominadas tasa pasivas (que les pagan a los ahorradores) sobre las activas (aquellas que se cobran en los créditos), en particular las que se aplican en el crédito hipotecario.
De acuerdo con cifras del Banxico, en mayo del año en curso la tasa de interés promedio que se aplica en los créditos hipotecarios que otorga la banca se ubicó en 10.96%, seis puntos base por debajo del nivel de abril cuando fue de 11.02 por ciento.
La elevada competencia entre las instituciones bancarias donde parece haber un elevado temor a perder participación de mercado y la disminución en el ritmo de colocación en el primer semestre, son dos variables que seguramente contribuyen a contener el repunte en el costo hipotecario.
No parece racional que ante un fuerte incremento en las tasas de interés pasivas –más del doble- entre diciembre de 2015 y junio de 2017, las activas tengan un ajuste tan moderado, no mayor a un punto porcentual el último trimestre del año 2016 y los cinco primeros meses del 2017.
Por ello queda una pregunta en el aire, ¿si las tasas pasivas ya tocaron techo, cuando menos eso considera el consenso del mercado, las tasas activas también ya lo hicieron? En mi opinión, aún no, y seguiremos observando correcciones a la alza.