|  
Klimt Vale Oro.

El pintor austriaco Gustav Klimt está de moda, ninguna duda cabe del éxito de la obra de este artista muerto en 1918 con apenas 56 años de edad. Uno de sus cuadros, el retrato Adele Bloch-Bauer, más conocido como la Adele dorada, fue comprado por 135 millones de dólares, con lo que se convierte en la pintura más cara del mundo, o más bien la pintura vendida por el mayor precio conocido hasta el momento. Para tratar de entender por qué Klimt más de cien años después recupera esta vivacidad, esa actualidad cultural, pues como veremos no se trata simplemente de una cuestión de récord, tenemos que considerar distintos aspectos.

100 No me gusta2

El primero, desde luego, es el de la naturaleza estética de su obra: sus cuadros son casi siempre de una gran hermosura, el placer sensual, pero a la vez contenido, que desprenden es constante, siempre con cierto toque mórbido, sacudido por el grafismo modernista. Lo segundo es la personalidad del autor: pese a ser un artista disciplinado y dedicado en cuerpo y alma a su arte, Klimt se hizo fama de mujeriego, de hedonista tremendo, se cuenta que en su estudio a toda hora deambulaban decenas de mujeres desnudas, que el artista dibujaba con fruición. Otro punto que pareciera en favor de su actual fama es que nunca fue el típico artista desconocido, desaparecido antes de lograr gloria y dinero como tantos de sus contemporáneos, al contrario, desde muy joven fue apreciado y reconocido. Los encargos tanto de instituciones públicas como de clientes privados siempre lo tuvieron ocupado, en definitiva se cotizó bastante bien toda su vida.

Pero precisamente por ese éxito logrado entre una clientela burguesa y aristocrática a finales del siglo XIX, su obra cayó en cierto olvido tras la apisonadora vanguardista de los inicios del XX, parecía demasiado reaccionario frente al fauvismo, el expresionismo y la abstracción, no hablemos ya del cubismo o el dadá. Tuvo que pasar casi otro siglo para que el arte de Klimt volviera por sus fueros. En un tiempo tan escaso de verdadera pintura el artista austriaco ofrece una obra llena de belleza y misterio, una obra original y característica, inconfundible, llena de evocaciones y escasa de concesiones. El regreso de la pintura desde la década de los ochenta aupó el retorno de Klimt a la palestra mundial del mercado del arte y de la moda del arte también. Respecto al mercado también debemos considerar que el artista murió relativamente joven, y que era bastante lento trabajando, a veces tardaba años en terminar un solo cuadro, así que su producción es sumamente limitada y, por lo tanto, más valiosa todavía.

Gustave Klimt nació en 1862 en Baumgarten, una localidad en las cercanías de Viena; sus contemporáneos son el belga James Ensor, el noruego Edvard Munch, el francés Toulouse Lautrec y el ruso Kandinsky, nada menos. Era una familia humilde con siete hijos que alimentar; el oficio de su padre, grabador, lo introdujo desde el principio en el mundo del arte y especialmente en el dibujo. Dadas sus buenas dotes para el trazo, una vez acaba la educación primaria sus maestros recomendaron inscribirlo en la Escuela de Artes y Oficios, junto a uno de sus hermanos, Ernst. Poco tiempo después, junto a él y otro amigo, formaron la Compañía de Artistas y pronto comenzaron a trabajar en pequeños encargos, como dibujos para vidrieras de diferentes iglesias.

Los hermanos estudiaban gracias a una beca, así que estos ingresos mejoraron sustancialmente la economía familiar. Tanto él como su hermano pensaron dedicarse a la enseñanza del dibujo, pero finalmente optaron por continuar su carrera pictórica. Consiguieron una beca de 30 florines para estudiar con el profesor Ferdinand Laufberger y luego con Julios Víctor Berger. A este dinámico trío empezó a irles muy bien hacia 1881, trabajaron en la decoración del patio del Museo de Historia y en los techos del Palacio Sturnany, ambos en Viena, y también en el balneario checoslovaco de Carlsbad. Cada uno de ellos hacía su parte y trabajaban muy rápido. Decoraron el Teatro Municipal de Reichemberg, y el rey de Rumania les encargó los frescos de la escalera del Castillo de Peles. Durante meses continuaron trabajando en encargos cada vez más importantes. En 1982 se trasladan a un estudio más grande, en el mismo año muere Ernest y dos años después el grupo se separa, sus estilos divergían por momentos. Klimt formaba parte de la Sociedad de Artistas Figurativos de Viena, conocida como la “Casa de los Artistas”, pero en 1987 se produce una escisión y el artista encabeza un nuevo grupo: la “Secession”, que supondrá uno de los movimientos más avanzados de la vanguardia de inicios del siglo XX. Publican una revista Ver Sacrum; uno de los cuadros de Klimt, realizados en este marco, obtiene la medalla de oro de la Exposición Universal de París de 1900, es el inicio de una carrera individual vertiginosa saturada de encargos y fama creciente.

En 1903 tiene su primera exposición retrospectiva y viaja a Italia, visita Venecia, Florecia y Ravena, donde la técnica del mosaico bizantino llama poderosamente su atención. Es el inicio de su etapa dorada de la que forman parte sus obras más famosas. En 1905 se separa de la “Secession” y forma su propio grupo: “Grupo de Klimt”. En esa época se le atribuyen numerosas relaciones con diferentes mujeres, la mayoría modelos, tuvo varios hijos, no se sabe muy bien cuántos, pero a su muerte unas 14 mujeres aseguraron ser madres de otros tantos de sus hijos. En 1909 viaja a París y conoce la obra de Toulouse - Lautrec, de los fauvistas como Matisse y de los posimpresionistas como Van Gogh, Gauguin y Munich, termina su época dorada e inicia la llamada “etapa caleidoscópica” donde el decorativismo y la abstracción dominan la tela. Su fama empieza a extenderse en Europa, recibe buenas críticas en la IX Bienal de Venecia y el primer premio de la Exposición Universal de Roma. En 1911realiza otro largo viaje por Europa, visita Roma, Bruselas, Londres y Madrid, donde puede disfrutar de las obras de su admirado Velázquez. Alguna vez había dicho que sólo existían dos pintores en la historia: Velázquez y él mismo. La muerte de su madre en 1915 afectará la tonalidad de su paleta, volviéndose más oscura, dos años después se le elige como miembro de honor de las academias de Arte de Viena y Munich, en pleno éxito sufre un ataque de apoplejía y muere un mes después, el 3 de febrero de 1918 a consecuencia de una neumonía. Grandes artistas y compañeros, como Egon Schiele y Oskar Kokoschka lamentan la muerte temprana, su luz se extingue un tanto en la revolución vanguardista, pero volverá a brillar de forma magnífica casi un siglo después, llevando sus cuadros más allá del reducido grupo de admiradores del arte: postales, camisetas, objetos decorativos, juegos de mesa, se llenan de su iconografía. En el presente mes de septiembre por todas partes aparece el artista, en noticieros, revistas y periódicos, verdaderamente está de moda.

 Por ejemplo acaba de concluir en Madrid la exposición “Mujeres”, que reunía un centenar de dibujos de Klimt, una décima parte de los que realizó sobre el desnudo femenino, mujeres hermosas y provocativas, mujeres embarazadas, mujeres ancianas, mujeres niñas en bocetos rápidos que demuestran una gran maes-tría dibujística. El Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre de Madrid presentó esta muestra sumamente erótica con gran éxito de público, se trata de una selección del acervo de la Colección Sabarsky. El director del Instituto, Pablo Jiménez, apuntaba entonces: Ese erotismo marca el impulso de un mundo que está a punto de terminar. Un mundo artificioso y exquisito que tiene su ejemplo notable en el auge que experimenta el mundo lésbico y homosexual. Y éste es el que recoge perfectamente Klimt en sus dibujos. También en Madrid y hasta   mediados de enero del 2007 podremos disfrutar de una magnífica selección de la obra pictórica de Gustave Klimt, incluído el impresionante Friso de Beethoven de 34 metros de largo. Es una muestra de casi lo mejor del pintor austriaco. Ahora bien, si queremos ver sus obras más emblemáticas, como el retrato mencionado al principio o el archiconocido El beso, debemos darnos un salto a la gran manzana. En Nueva York podremos visitar La Neue Gallery, un pequeño museo dedicado al arte alemán y austriaco inaugurado en 2001 emulando la Neue Gallery de Viena, que a principios del siglo XX exponía el arte más radical de la época antes de ser clausurada por los nazis. Este espacio único fue fundado por Ronald S. Lauder, el magnate de la cosmética, hijo de la legendaria Esteé Lauder, que ha sido también quien pagó la exorbi-

tante cifra de 135 millones de dólares a una sobrina de la modelo, María Altman. A su vez la anciana señora tardó muchos años de pleito legal para recuperar este cuadro que, junto a otros cuatro de Klimt estaban en manos del gobierno austriaco desde la Segunda Guerra Mundial. Eran en realidad fruto del expolio de las huestes de Hitler tras la anexión de Austria por parte de Alemania habían sido robados al empresario judío y esposo de la modelo Ferdinand Bloch-Bauer. El caso fue llevado hasta el tribunal supremo de Estados Unidos, pues la sobrina reside en Los Ángeles desde 1942; finalmente a inicios del presente año de 2006 las obras fueron devueltas a sus verdaderos propietarios. Poco antes se organizó una exposición de despedida en la Galería Austriaca del Palacio de Belvedere en Viena por la que pasaron más de cuatro mil visitantes, pero los cuadros tuvieron que ser descolgados antes de tiempo por las amenazas recibidas, un nostálgico del pasado aseguró que las destruiría antes que fueran restituidas o siquiera recompradas por el gobierno austriaco. Es posible que la Neue Gallery adquiera alguno de estos cuadros en el futuro, de momento han tenido que aumentar considerablemente los dispositivos de seguridad, de sus paredes cuelga el cuadro más caro de la historia del arte. Por si fueran poco los records y escándalos, las exposiciones y los reconocimientos, en estos días se inicia el rodaje de una película sobre la vida de nuestro artista.

El director chileno Raúl Ruiz, con más de cuarenta películas a sus espaldas, asegura que se trata de una “imagen atmosférica de un personaje artístico” en una época de decadencia social y espíritu libertario que conduciría a la desaparición del Imperio Austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial. El film empieza en la Exposición Internacional de 1900 en París, con la recién inaugurada Torre Eiffel de fondo, y recorre los últimos 18 años de vida de Gustav Klimt, encarnado por el genial John Malcovich; Emilie Floege, su última compañera sentimental será interpretada por la actriz alemana Verónica Ferres. Esperamos con ansiedad el estreno de esta película que promete acercarnos a la vida y a la obra de un artista inigualable