El arte vanguardista tiene pulso
Las mecas del arte moderno han sido su escenario, su primera exposición en América Latina tuvo lugar en el año 2006 en el MALBA de Buenos Aires.
Yayoi Kusama siempre soñó con ser una artista, a los 10 años de edad comienza a pintar cuadros. Hoy en día, esos cuadros entran bajo la definición del arte conceptual, el surrealismo, el pop art, el minimalismo y el expresionismo abstracto, exponente que toma los escaparates del mundo para crear una visión y ser escuchada.
La escultora, fotógrafa, pintora y diseñadora, quien tuvo una gran exposición recientemente, fue dada a conocer en los años 60; esta década fue un periodo incansable para ella, ya que alcanzó niveles de producción inimaginables, así como atención mediática.
Durante esta época de su vida, Yayoi Kusama se dedica a hacer lo completamente opuesto a sus colegas (en este momento de la historia tenían una influencia predominante), e inicia la creación de piezas clave con una idea nítida de arte gestual, autoritario y masculino; piezas que determinan un matiz obsesivo, gráfico y acumulativo. En sus obras de arte el “yo” no aparece, esta tensión de estar en la sociedad y al mismo tiempo mostrar un deseo por desaparecer de ella es tangible en todas sus exposiciones a nivel mundial.
Una de las obras más relevantes de su reciente colección “Obsesión Infinita” consta en un espacio interminable atravesado por un espejo y luces que cambian de color, el cual es un claro ejemplo de aquello que pasa por la mente de la artista, una obsesión completamente pop.
Esta exposición inicia con las obras producidas en un Japón devastado, arrasado por la segunda Guerra Mundial, para dar un salto a su llegada a Nueva York en 1957, que coincide con la aparición de Yayoi en varias de sus obras como elemento artístico. Sobre este momento en su vida, ella comparte su primer día en la ciudad que nunca duerme. “Fui a la cima del Empire Estate, y recuerdo haberme asomado al borde del rascacielos para poder ver a toda la gente que transitaba sus calles. Ahí fue cuando me dije: Este es mi lugar, voy a lograrlo aquí y lo voy a tener todo”.
Kusama llegó a Nueva York con una cantidad masiva de colores de agua relativamente pequeños que ella había hecho en Japón, dentro de los primeros dieciocho meses había creado cuadros enormes.
Las piezas que Kusama ya había creado continúan siendo frescas y nuevas, tal y como el día que las creó, tomando en cuenta que esto no se puede decir de muchos otros artistas. “Toma antidepresivos y todo se habrá ido. Destruye las puertas de la alucinación. Entre la agonía de las flores, ahora. A las puertas del cielo mi corazón expira en su ternura, llamando dudoso desde el cielo, transparente, en sus diferentes tonos de azul. Levantando cumulonimbos. El sonido de lágrimas, derramadas ante el hecho de haber comido el color rosa del algodón. Me convierto en una piedra, no en el tiempo eterno, pero en el presente que transpira”, reflexiona a modo de haiku.
Donde los sueños se hacen
Su primera exhibición fue bastante exitosa. Los lienzos mostraban una infinidad de puntos blancos hechos a base de urdimbres, ella percibió que esto hacía una kinesia con las alucinaciones que tenía de pequeña, redes que tomaban posesión del mundo entero en el que ella habitaba. De esta época también son las célebres “acumulaciones”, esculturas blandas de tela que reproduce en salas de exhibición con tentáculos amenazadores, que evidencian la fijación sexual de la artista nipona.
La princesa de los lunares habla de sus obras como “arte medicinal” y en muchas ocasiones dice que sin su trabajo no hubiera sido posible su curación, ya que muchas personas tienden a pensar que ella sufrió por su arte; críticos de la intérprete consideran que es al revés, ella hubiera sufrido sin su arte, de este modo, a medida que su trabajo comienza a desmaterializarse (de ir de lienzos, a la escultura, a instalaciones de luz, a performance) permite ser menos obsesivo compulsivo, comienza a nutrirla. Uno de los hechos más fascinantes de Kusama, es que sin importar el éxito que tuvo a una edad muy temprana, no se conformó.
La parte humana de una leyenda
Ella es una de las pocas ejecutantes que ha tenido una visión muy particular, la cual ha dejado fluir para plasmarla en diferentes medios de arte vanguardista. Yayoi se reinventa para tomar cada lugar donde pueda mostrar su trabajo; las mecas del arte moderno han sido su escenario, y aunque ha tenido varias exposiciones a nivel mundial, la primera en América Latina tuvo lugar en el año 2013 en el MALBA de Buenos Aires, Argentina. Una colaboración con Louis Vuitton le abre las puertas al mundo de la moda y posiciona su nombre en alto entre los sibaritas del glamour, para darle paso a un arte conceptual y ambiental. Desde una edad temprana se ven los rasgos exquisitos de una artista enamorada de lo que hace, desenfadada, un tanto obstinada y cuya imaginación y sentimiento no conocen límites.
Las obsesiones son su principal tema a reflejar en sus obras, ella piensa que la acumulación es la manera en la que el planeta y las estrellas co-existen. Hoy en día Yayoi Kusama nos arrebata el sentido de las fronteras, del espacio y de la concentración.
Texto Maria Grajales