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El grito gritó ¡al ladrón!

Me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado. Lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo azulado. Mis amigos siguieron  caminando, mientras yo me quedaba atrás  temblando de miedo, y sentí el grito enorme, infinito de la naturaleza.

Hacia las once de la mañana del domingo 22 del pasado agosto tres individuos encapuchados entraron, a punta de pistola, en el Museo Munch de Oslo para robarse, sin mucho problema, varios cuadros del artista noruego Edvard Munch (1863-1944). La más importante de las tres obras, El grito, es una de las cuatro versiones sobre este tema realizadas por el autor que poco podía imaginar, allá por 1893, que un siglo después ese cuadro, de 83.5 x 66 centímetros, estaría valorado en más de 66 millones de dólares.


El Grito, 1893 cera, pastel y témpera sobre cartón, 83.5 X 66 cm
Museo munch, osloy valorado en más de 66 millones de dólares, reúne las influencias pictóricas de munch ( colorido "fauve", línea sinuosa característica del modernismo, pincelada activa a lo van gogh) y como él mismo dijo: " la enfermedad, la locura  y la muerte fueron los ángeles negros que velarón mi cuna al nacer". 

Su exposición individual más importante en el Berlín de 1892 fue clausurada a los pocos días, y el valor de su trabajo reconocido muy tardíamente. Munch era un artista muy particular, retraído y desesperado, que buscaba “liberarse a sí mismo de los infiernos” mediante la pintura.

Pero El grito fue mucho más allá de su época y hoy en día es una obra famosa en el mundo entero, reconocida hasta por los más profanos como un auténtico icono del arte de vanguardia del siglo XX. Una obra que habla, que grita, de desesperación y dolor, una premonitoria visión de lo que estaba por venir en el siguiente siglo, y ahora convertida en botín. ¿Para qué? ¿Acaso puede venderse una imagen archiconocida, reproducida hasta la saciedad en los medios electrónicos e impresos? ¿Existirá alguien capaz de comprarla y mantenerla escondida sólo para su propio solaz? O simplemente se trata de un secuestro y alguien pedirá pronto un estratosférico rescate para devolverla.

Esto último es lo que ocurrió en 1994 cuando fue robada otra versión de la misma obra de la Galería Nacional de Oslo. Entonces se consiguió recuperar la pintura y los delincuentes fueron detenidos al infiltrarse la policía en las turbias negociaciones. Pero hasta el día de hoy no hay señal alguna de que ocurra algo parecido con El grito.


Madonna, 1894-95 Óleo sobre tela 91 X 70.5 cm
Galeria nacional de oslo en otra de las cosas robadas, la tortuosa percepción del artista respecto a lo femenino, entremezcla  la figura del ángel con la del demonio, la de la virgen con la de la prostituta, el ideal de belleza y el horror más morboso en una síntesis impactante. pues como dijo el artista: "simbolismo quiere decir que a la naturaleza la configura nuestro propio estadi de ánimo".

Más de diez mil millones de dólares se mueven al año en el mercado negro del arte, eso sin mencionar las falsificaciones que decoran más de una sala museística, ni los millones en daños debido a atentados contra obras concretas. Los talibanes demolieron los gigantescos budas en Afganistán, pero las tropas de ocupación norteamericana permitieron el saqueo de los museos de Bagdag, cuna de la civilización tal cual la conocemos.  Y qué decir de la rapiña continuada de nuestro patrimonio nacional mediante la exportación ilegal de piezas preshispánicas o del demente que envuelto en las sombras nocturnas todavía recorre Roma, martillo en ristre, para machacar monumentos renacentistas o barrocos.

La delincuencia relacionada con el mundo de lo artístico existe desde que existe el arte como tal. Mercado negro, robo, falsificación, agresión, especulación, éste es el lado oscuro del gran negocio de lo creativo. Constituye un enorme volumen de dinero que no pasa por control fiscal alguno y provee de engaños sin fin a multitud de ilusos que todavía creen que el arte es un negocio redondo, sobre todo si es robado.

Y volviendo al particular robo de las obras de Munch, no sería la primera vez que detrás de un plan tan sencillo como eficaz se encontrara algún sofisticado coleccionista obsesionado por determinada obra. Ya pasó con la Monna Lisa del genial Leonardo Da Vinci cuando fue escamoteada del Louvre hace casi una centuria y apareció misteriosamente tres años después. Tal vez el pervertido coleccionista se hartó de contemplar la extraña sonrisa de la Gioconda y también quien encargó este último golpe se canse de la boca permanentemente abierta y horrorizada de El grito.

Respecto a lo de pedir rescate tampoco parece muy claro que sean ésas las intenciones, puesto que si el museo no pudo cubrir ni siquiera las primas correspondientes para asegurar estas obras, mucho menos tendrá la capacidad para reunir una cifra tan considerable. Según declaró John Oyaas, de la Compañía Aseguradora de Oslo: “El consejo municipal llegó a la conclusión de que el seguro era demasiado caro. Las pinturas son irreemplazables”. La policía sigue la línea de las pocas pistas disponibles, un extintor, un vehículo quemado, un trabajo limpio y bien ejecutado. Parece una banda perfectamente organizada a la que se atribuyen otros asaltos, incluyendo el ocurrido a una guarnición militar para apoderarse de diversos armamentos. Tal vez unos criminales comunes estén disfrutando de la sensual Madonna sin saber qué hacer con ella y acabe colgada en algún burdel de la mafia rusa o decorando la quinta selvática de un narcotraficante. Quién puede saberlo.

La vida del artista es extraña y cargada de morbo. Edvard Munch nació en Cristianía, capital de Noruega (hoy Oslo), en 1863, en una familia prominente aun-   que venida a menos. El padre, un médico     militar muy religioso, era la austeridad      personificada, y todos vivían en un barrio muy humilde. Cuando el niño Edvard tenía 5 años de edad murió su madre, de tuberculosis, y cuando cumplió 14 murió su hermana Sophie. Él mismo estuvo enfermo con frecuencia, el dolor y el sufrimiento parecen ser una constante en su niñez y juventud. Tras un año en la Escuela Técnica de Arquitectura decide ser pintor, asiste a la Academia de Dibujo y al incipiente movimiento paisajista de inspiración francesa. De hecho, viaja a París en 1885, entrando en contacto con el arte de los impresionistas: Monet, Renoir, Degas, Pisarro, Seurat... El recuerdo de la enfermedad de su hermana queda reflejado en su primera obra verdaderamente madura. Niña enferma presenta una imagen pasada por el tamiz de la mente del creador, las cosas son como las ve el artista, he ahí el valor de su esfuerzo solitario y libre, cuadro-ventana, soporte de sensaciones y sentimientos, de subjetividades que se concretan en la propia obra de arte. “La cámara fotográfica no podrá competir con el pincel y la paleta mientras pueda utilizarse desde el cielo y desde el infierno, escribió el pintor.


Autorretrato con cigarrillo, 1895 Óleo sobre tela 110.5 x 85.5 cm
Galeria nacional de oslo con gran intensidad psicológica se nos muestra munch en este autorretrato, fachado en el punto más fuerte de su carrera. parece un dandi fantasmal, en el que el estrés  y la ansiedad contenidos no logran ser ocultados bajo la máscara de engomado

En 1989 inaugura una exposición individual en su ciudad natal y solicita una beca al Estado, la que le es concedida. Se traslada a París por tres años, allí el impresionismo ya está algo caduco y surgen otros “ismos”, como el simbolismo y la obra desenfrenada de Gauguin y Van Gogh. Munch se lanza a la experimentación expresiva, imágenes impactantes cargadas de ideas y sentimientos personales, colores planos, pinceladas violentas, torturadas, temáticas tortuosas cargadas de dramatismo. En 1892 participa en una  exposición del Círculo de Artistas Berlineses, pero sus cuadros resultan tremendamente escandalosos para un gusto artístico que ni siquiera había comprendido bien el impresionismo.

De todas formas gracias a la fama adquirida por el mojigato alboroto, Munch permaneció en Alemania exponiendo y marcando una impronta significativa, germen de lo que sería el magnífico movimiento expresionista alemán, tanto de Die Brücke (El Puente) como de Der Blaue Reiter (El   Jinete Azul). “La pintura es para mí un medio de olvidar la vida, un grito en la noche, un sollozo contenido, una sonrisa sofocada. Soy el amigo silencioso de quienes sufren en el campo yermo. Soy la hiedra de la eterna aflicción, que se desprende del muro leproso detrás del cual esconde la humanidad rebelde sus vicios y virtudes”, escribió en 1926 Georges Roualt, pintor expresionista contemporáneo de Munch.

Grandes obras se van sumando al llamado por el artista “el friso de la vida”, un aglutinante de toda su terrible tipología: Tormenta, Claro de luna, Vampiresa, Angustia, Pubertad, La danza de la vida y, desde luego, Madonna y El grito. Personajes torturados en atmósferas misteriosas, llenos de horror ante la existencia y su imprevisible final, siempre trágico. La técnica realista no resultaba eficaz para sus intentos, así que las imágenes se fueron distorsionando expresivamente, los colores haciéndose más puros y deslavazados, grandes manchas en contraste. Figuras cargadas muchas veces de una sensualidad enfermiza, como era su propia vida marcada por el alcoholismo y un romanticismo peligroso; sucesivos desórdenes mentales y continuas postraciones depresivas hacen que los primeros reconocimientos oficiales de su valía artística en su país coincidan con su internamiento en una institución psiquiátrica.

Edvard Munch sufrió en 1908 —dicen que debido a un desengaño amoroso— una tremenda crisis nerviosa que lo condujo a la depresión más severa. Era un romántico empedernido, pero ya no volvió a pintar con aquella fuerza de sus obras más características, dos décadas de trabajo solitario que habían producido un buen puñado de obras maestras. El famoso Dr. Jacobsen de Copenhague lo mantuvo con vida muchos años, pero la creatividad se apaciguó junto con su angustia.

En el momento de su muerte, en 1944, se había desecho de pocas obras, a la mayoría las atesoraba, pese al progresivo aumento de su cotización en el mercado internacional. Y cuando vendía un cuadro tenía la costumbre de pintar otra versión del mismo. Un gran número de archivos, escritos autobiográficos, un millar de cuadros y miles más de dibujos y grabados, incluyendo muchas de sus obras maestras, fueron donadas a la ciudad de Oslo para conformar el Museo Munch. Éste, que se inauguró en 1963, y la Galería Nacional de esa ciudad poseen la mayoría de la obra relevante del autor. Pocas pinturas, salvo obra gráfica (xilografías, aguafuertes y litografías) suelen circular en las subastas de arte habituales.


La niña enferma, 1885-86 Óleo sobre tela  119.5 x 118.5 cm
Galeria Nacional de oslo de esta obra "provino la inspiración para la mayoria de mis trabajos posteriores !, aseguro munch. el recuerdo de la muerte de su hermana fue determinante para la evolución temática de su obra , aunque el matiz impresionista sea sustituido por un expresionismo más salvaje

Tras el robo reciente el Museo Munch se cerró durante cuatro semanas para llevar a cabo “profundas reformas en el sistema de seguridad”. Ni siquiera la directora del Museo Gunar Sorensen ha sido cesada en sus funciones. De momento no se ha ofrecido recompensa alguna y la Interpol sigue las pocas pistas disponibles. ¿Qué va a ocurrir? Escasas resoluciones se avizoran en el panorama de este misterioso caso de latrocinio artístico, uno de los más llamativos en los últimos tiempos debido a lo característico de la obra, una pintura conocida en el mundo entero que seguirá gritando allá donde se oculte. Puede que finalmente pidan rescate o aparezca abandonada por ahí, tal vez las pesquisas policiales den con ella, o puede también que nunca más aparezca. Desde luego que es una pieza irreemplazable, pero su reproducción y exposición continua en medios masivos no nos privará de su presencia, aunque sea virtual. Lo más extraordinario de todo esto es que una obra de arte tan extremadamente personal se convierta en icono universal de toda una época del arte y de la humanidad.   

 

Romero Britto.

Crea un concepto especial con Everglades on the Bay

Juguetón, vibrante, simple pero a la vez complejo, estas son algunas de las características que describen las obras del artista Pop, Romero Britto. Sus obras muestran una colorida composición con influencia de su país, Brasil.

Nació en 1963, en Recife, Brasil. Desde pequeño se interesó por la pintura y siempre tenía a la mano una hoja de papel o cartoncillo en donde plasmaba sus inquietudes. Su familia apoyaba su talento y comenzaron a regalarle libros de arte de grandes y antiguos maestros para que estudiara.

“Me podía sentar a pintar y copiar a Toulouse y otros artistas, día tras día”.

Decidió viajar a Europa y mostrar su arte, teniendo éxito en países como Londres y Alemania. Sin embargo, reconocía que el trabajo de artistas Pop tenía auge en América y se trasladó a Miami, lugar de diversidad cultural y clima tropical que le recordaban su natal Brasil.

En sus obras, Britto refleja la alegría de la vida, de sus experiencias. A través de su técnica, utiliza diferentes colores y fuertes rasgos espontáneos que transmiten un sentimiento de libertad, sensibilidad y sencillez. En este sentido, el autor tiene la capacidad de representar a personas y animales de manera particular y con un toque de entusiasmo por la vida y la naturaleza.

Los colores de sus obras siempre son cálidos y brillantes lo que hace del lienzo una pieza llena de energía y vitalidad. Así es como Romero Britto da autenticidad a su obra, creando ediciones limitadas de su arte, no sólo a través de la pintura, sino que ha adaptado nuevas técnicas como esculturas en tercera dimensión, que ofrecen la oportunidad de establecer un vínculo con el espectador, usando materiales como el vidrio, plástico, cerámica y aluminio.

Britto, reinterpreta el significado del arte y envuelve todos los aspectos de la vida involucrándose en campañas publicitarias como la de Vodka Absolut, Pepsi Cola, Movado y Disney. A sus creaciones le imprime un sello personal y particular que le permiten llegar a “las masas”, por tratarse de un material fino y de colección.  Comparte su talento con organizaciones de caridad como: St. Judes, Cruz Roja y Best Buddies. En palabras del artista: “para mi el arte puede reflejar la celebración de las cosas simples y buenas de la vida, esto es lo más importante para mí.”

El grupo Cabi Developers, compañía subsidiaria de GICSA de México en Estados Unidos se ha unido al conocido artista Romero Britto para crear un nuevo estilo en su proyecto Everglades on the Bay. De acuerdo a esto la campaña publicitaria de Everglades on the Bay girara alrededor de la inspiración del artista. Una de las contribuciones principales de Britto será diseñar y exponer dos de sus obras en el lobby del nuevo edificio. Los elementos en sus pinturas serán el preludio perfecto a los elementos artísticos que podrán apreciarse en el proyecto.

Los constructores escogieron a Britto porque consideran que su trabajo es el reflejo perfecto de la energía que emana del downtown, especialmente ahora que se ha convertido en  el centro cultural de la ciudad.