Semanas atrás, durante la apertura de una exposición nacional dedicada al Interiorismo y el Diseño Industrial en México, representantes de aquellas áreas alzaron la voz ante los medios para alertar sobre la difícil situación que viven estas dos actividades en nuestro país, al tiempo que subrayaron el escaso margen de tiempo que tenemos para “hacer algo por ellas”, pues de lo contrario -aseguraron-, tendremos que conformarnos con contemplar cómo países extranjeros literalmente
“engullen” en su totalidad nuestro mercado doméstico.
Cabe resaltar que la historia nacional está plagada de este tipo de “avisos de extinción”, en los que se llama a echar mano de la enorme creatividad y capacidad de las manos y las mentes mexicanas, para generar una verdadera
industria nacional sin que por desgracia, se haya logrado hacer lo mínimamente suficiente para no perder esas valiosas oportunidades, que hoy serían crecimiento económico y empleo.
Y sin embargo, pareciera que los milagros suceden: Quién diría que el reciente florecimiento de la industria cinematográfica, aquella desprovista casi en absoluto del apoyo gubernamental y el consiguiente malinchismo de su mercado natural, se ha sobrepuesto para poco a poco generar una cadena de valor que hoy sitúa a la industria fílmica mexicana, como una de las más cautivantes internacionalmente hablando, amén de sus vicios y carencias, sobre su
derroche de talento.
El caso de la arquitectura mexicana, es uno más de esos raros ejemplos, en donde nuestro país mantiene un nivel de calidad estética y teórica, que no tiene punto de discusión, allende su poco
apoyo y difusión. Todos los días en el mundo, se habla de un proyecto arquitectónico de mexicanos que sorprende por sus ingeniosas soluciones y estética.
Uno de esos grandes ejemplos es justamente el Pabellón de América Latina en la Expo Zaragoza 2008, una congregación internacional realizada cada dos años, en donde se da cita el globo entero, con la
intención de mostrar a todos los concurrentes, lo mejor que tienen para ofrecer las diferentes regiones de nuestro planeta.
A mediados de septiembre del 2008, el Bureau Internacional d’Expositions (BIE) entregó los premios a los pabellones vencedores de Expo Zaragoza 2008, “Agua y Desarrollo Sostenible”, un evento que duró tres meses y que concentró la presencia de 105 pabellones provenientes de todas las latitudes, y en el que el despacho mexicano Museotec, fue justamente el ganador de la presea al mejor diseño.
La ceremonia se realizó el 13 de
septiembre del 2008 en el Palacio de la Aljafería de Zaragoza, sede del parlamento aragonés, prácticamente al cierre de la Expo. El presidente del jurado de los Premios BIE, Ole Philipson, otorgó los premios donde el Pabellón de América Latina fue premiado con la medalla de oro por “haber valorado principalmente aspectos como respeto y desarrollo del tema, innovación y claridad del mensaje”.
Contenido y continente
La propuesta fusionó en una sola experiencia contenido y continente, recurriendo a la emoción para despertar asombro, valoración, introspección y transformación en el visitante.
El espacio se denominó “Bajo la lluvia” y retomó los conceptos geográficos y ecológicos de los bosques templados y selvas tropicales de la región, integrando elementos climáticos, edáficos, zoológicos, botánicos e hidrológicos representativos de estos ecosistemas.
El tema y enfoque general del pabellón fue el agua en los bosques templados y selvas tropicales de América
Latina. Al tiempo que presentó la vida de los ríos y cuencas que unen a la región, toda vez que generó reflexiones en torno a la forma en que los latinoamericanos nos relacionamos con y a través del agua en nuestras diversas culturas.
Con el objetivo de transmitir la revaloración por la unidad del agua y la vida como un todo, el diseño del pabellón de cada país respondía al binomio hoja-gota para que en su conjunto formaran los bosques, las selvas y los caudales
de Latinoamérica.
En el centro y corazón del Pabellón se creó un foro y una video-instalación que envolvía acústicamente y proyectaba imágenes y mensajes de respeto y concientización, haciendo un urgente llamado a la acción por conservar y aprovechar sosteniblemente el agua y la naturaleza. Este espacio fue también escenario abierto a todas las posibilidades de expresión como música, teatro, danza etcétera, y fungió como punto de encuentro para los pueblos.
El diseño de la fachada surgió a partir de una abstracción de los patrones fractales de la naturaleza mediante el binomio árbol-río: una piel revestida con una abstracción del ramaje de la selva, que se transformaba con la luz diurna y nocturna, creando un juego de transparencias y opacidades. En las áreas comunes se recurrió también al binomio árbol-río como recurso gráfico para comunicar un mensaje de integridad y sabiduría.
Expo Zaragoza 2008 recibió 5.56 millones de visitas durante los 93 días que estuvo abierta al público. De éstos, 1.3 millones ingresó al Pabellón de América Latina, colocándose como el cuarto pabellón más visitado de la Expo, una cifra que permite a los organizadores decir que la muestra ha sido un “éxito” y que los objetivos marcados se han cumplido.
Estambul
Por otra parte, durante la segunda quincena de marzo del 2009, México recibió el premio al mejor stand en el V Foro Mundial del Agua realizado en Estambul, Turquía, que otorga la organización de este encuentro, tras una encuesta entre expositores y asistentes que valoraron el diseño y funcionalidad. En esta ocasión el diseño fue elaborado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en conjunto con Museotec.
Oktay Tabasaran, secretario general del V Foro, entregó a Estrellita Fuentes Nava, responsable de Planeación, Atención Institucional, Comunicación y
Cultural del Agua de la Conagua, el galardón que acredita el reconocimiento de la organización al mejor stand.
Los ejemplos arriba expuestos, no sólo hablan de la gran capacidad e inventiva de la arquitectura mexicana -y en particular de la empresa citada-, sino de la virtud de nuestros profesionales para competir cara a cara, con los más prestigiados despachos o firmas internacionales.
Por ello, invertir en buena arquitectura mexicana -al igual que en cualquier otra rama comercial o de servicios-, es y sigue siendo, un aliciente para nuevas generaciones a descubrir y desarrollar las potencialidades de nuestro país y las suyas propias, al dejarlas lejos de una postura “patriotera”.
Por ahora, el mercado mexicano de la arquitectura, quizá no peligre, pero el del diseño industrial e interiorismo sí lo está, a pesar de contar con excelentes representantes. Apoyarlo incluso podría ser una decisión de “buen gusto”, pero más allá de eso, ¿usted qué hará para ponerla a salvo?