La economía de México ha enfrentado en las últimas dos semanas una serie de eventos que han deteriorado aún más las perspectivas de crecimiento económico para 2020, las cuales profundizan la magnitud de la recesión que ya vivimos.

La Encuesta Citibanamex de Expectativas, que se elabora cada quince días, presentó un deterioro de -5.0 a -6.7% para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2020, con un rango que va de un mínimo de -9% de contracción a un México -3.7%. Además de la cada vez más profunda recesión, no se anticipa una gran reacción para 2021, toda vez que la misma encuesta prevé un crecimiento promedio de apenas 2.5 por ciento.

Durante las últimas dos semanas, dos agencias calificadoras bajaron la nota soberana de México y de alguna manera amenazan con que perderá el grado de inversión; estas mismas ajustaron también la calificación de la deuda de Pemex, la cual ya perdió ese grado de inversión y ahora están en nivel especulativo; aunque el gobierno federal presentó algunas medidas de apoyo, ninguna fue una política contracíclica y más bien se agudizó el deterioro en la relación entre el gobierno federal y la iniciativa privada; los precios del petróleo sufrieron un desplome histórico, al grado de llegar ser negativos; se anunció que el encierro de la población y el paro de actividades no esenciales se extiende del 30 de abril al 31 de mayo.

Al menos todas estas razones se sumaron para empujaran más a la baja el escenario recesivo del país.

En particular, este martes 21 de abril conocimos que Citibanamex ajustó a la baja su pronóstico de crecimiento de -5.1% a -9.0%; Banorte también lo movió de -3.5 a -7.8%; BBVA México estableció un rango de -6 a -12% con estimado puntual de 7% y la CEPAL informó también este martes que prevé una contracción de -6.5% para México; apenas en lunes la calificadora Standard & Poor´s anticipó que el PIB de México caería -6.7% en 2020.
Desafortunadamente estamos viviendo la tormenta perfecta en nuestra economía.