Aunque reconoció que hay una creciente preocupación por una mayor desaceleración de la actividad económica, señaló que no hay información suficiente que confirme que la economía mexicana ha entrado en una nueva fase de debilitamiento.
La principal preocupación, opinó, es que si bien las expectativas de crecimiento van a la baja, no se perciben indicios en el corto plazo de la aplicación de políticas que estimulen un mayor dinamismo de la actividad económica.
De acuerdo con su reporte semanal "Análisis económico ejecutivo", el mejor ejemplo de lo anterior es el gasto público, pues sigue detenido sin alguna razón aparente, a pesar de que los ingresos muestran un avance moderado.